El claro se llenó del eco de espadas chocando, el sonido metálico resonando en el aire como una canción de desafío. Tara apenas llevaba un par de días entrenando con Rhidian, y ahora, para su sorpresa y consternación, tenía a Bella como oponente.
La hermana de Rhidian se movía con una elegancia que rozaba lo burlón, esquivando los torpes ataques de Tara con facilidad. —Vamos, portadora de luz —dijo Bella, con una sonrisa irónica mientras giraba su espada de madera con facilidad—. Pensé que tendrías algo más interesante que ofrecer. —Tal vez debería mostrarte lo que puedo hacer con mi magia —replicó Tara, estrechando los ojos mientras trataba de ignorar el ardor en sus músculos. —Oh, claro, usa un poco de fuego para quemarme el cabello. Eso seguro que salvará el mundo. —¡Bella! —La voz firme de Rhidian cortó el aire. Estaba apoyado contra un árbol cercano, observándolas con una mezcla de frustración y paciencia. Bella rodó los ojos y bajó su espada, dándole a Tara una oportunidad de recuperar el aliento. —Solo intento mantenerla despierta, hermano. Si sigue siendo tan blanda, la oscuridad se la tragará antes de que podamos hacer algo al respecto. Tara se irguió, sintiendo que el calor de la humillación subía por su cuello. No iba a dejar que Bella la pisoteara. —¿Y tú qué sabes de luchar contra la oscuridad? —espetó, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Bella dio un paso hacia ella, sus ojos brillando con un fuego que rivalizaba con el propio temperamento de Tara. —Sé más de lo que crees. No eres la única aquí que ha perdido algo por culpa de los Tejedores. La intensidad en las palabras de Bella sorprendió a Tara, quien por un instante vio algo más allá de la arrogancia de la joven: un destello de dolor, profundo y bien escondido. Antes de que pudiera decir algo más, Rhidian intervino. —Basta las dos. —Su voz era baja, pero cargada de autoridad—. No estamos aquí para competir. Bella suspiró, pero retrocedió, lanzándole a Tara una última mirada evaluadora antes de guardar su espada. —Haz lo que quieras, hermano, pero no creo que esta chica esté lista para lo que viene. —Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y desapareció entre los árboles. El silencio que dejó tras de sí fue pesado, cargado de tensiones no resueltas. Tara respiró hondo, tratando de controlar su frustración. —¿Siempre es así? —preguntó finalmente, mirando a Rhidian. Él se acercó, su andar lento pero lleno de esa confianza que parecía parte de él. —Bella tiene su manera de hacer las cosas. —Hizo una pausa, buscando las palabras—. Ha pasado por mucho, igual que tú. Tara dejó escapar una risa amarga. —Eso no le da derecho a tratarme como si fuera un estorbo. Rhidian inclinó la cabeza, observándola con esos ojos grises que parecían ver más de lo que quería mostrar. —No eres un estorbo. —Su voz era baja, casi un susurro, pero las palabras tenían un peso que hizo que Tara lo mirara fijamente—. Ella simplemente no sabe cómo lidiar con alguien como tú. —¿Alguien como yo? —preguntó Tara, cruzando los brazos, pero sin apartar la mirada. Rhidian dio un paso más cerca, cerrando la distancia entre ellos. Su proximidad era abrumadora, y Tara sintió que el aire entre ambos se cargaba de algo que no podía definir. —Alguien que no tiene miedo de luchar, incluso cuando no sabe cómo. Las palabras la desarmaron más que cualquier espada. Por un momento, se quedó en silencio, atrapada en la intensidad de su mirada. Podía sentir el calor que emanaba de él, la fuerza que siempre parecía rodearlo. —No estoy segura de si eso es un cumplido o una advertencia —murmuró finalmente, rompiendo el momento. Rhidian esbozó una ligera sonrisa, algo raro en él, pero que hizo que su corazón latiera un poco más rápido. —Ambas cosas. Se dio la vuelta, volviendo hacia el centro del claro, donde recogió otra espada. —Vamos, todavía no hemos terminado por hoy. Tara suspiró, levantando su arma de nuevo. Sabía que este entrenamiento era necesario, pero no podía evitar sentir que cada golpe, cada palabra, era una prueba no solo de su habilidad, sino de su determinación. Mientras retomaban el entrenamiento, no pudo evitar mirar hacia el lugar donde Bella había desaparecido. Había algo en esa chica que le resultaba familiar, como si compartieran más de lo que ambas estaban dispuestas a admitir. Pero eso era un problema para después. Ahora, tenía que concentrarse en el hombre frente a ella, cuyo peso y misterio parecían crecer con cada momento que pasaban juntos. Y aunque todavía no estaba lista para admitirlo, sabía que algo más profundo que el entrenamiento la mantenía conectada a Rhidian.Tara despertó temprano, con el cuerpo todavía dolorido del entrenamiento del día anterior. Cada músculo le recordaba los innumerables golpes que había recibido tanto de Rhidian como de Bella. "Sobreviví," pensó, con una mezcla de alivio y resignación mientras se levantaba.El claro estaba envuelto en una suave neblina, el aire fresco impregnado de los sonidos del bosque. Tara encontró a Bella junto a un fuego pequeño, ajustándose la capa mientras murmuraba algo en voz baja.—¿Vas a ignorarme como ayer, o esto será más civilizado? —preguntó Tara mientras se acercaba, con la intención de romper el hielo.Bella alzó una ceja, pero esta vez su sonrisa no era tan desdeñosa.—No soy tan terrible como crees. Solo estoy probándote.—¿Probándome para qué? —Tara se sentó frente a ella, cruzando las piernas.—Para ver si mereces todo el esfuerzo que estamos poniendo en ti. —Bella se encogió de hombros, pero sus ojos se suavizaron un poco—. Y, si te soy honesta, para protegerme.Tara se in
El claro se llenó de un silencio inquietante, la luz de la gema que había desaparecido dejando solo oscuridad. Tara podía sentir la presencia de los Tejedores, acercándose, acechando. El aire estaba denso, pesado, como si todo el bosque hubiera dejado de respirar.—¡Atrás! —gritó Rhidian, su espada levantada mientras avanzaba para ponerse entre Tara y las sombras que se deslizaban entre los árboles. Bella, detrás de él, también estaba lista, con la espada firmemente en sus manos.Tara sintió un frío helado recorrer su espina dorsal. En ese mismo instante, la oscuridad cobró forma, tomando las siluetas de criaturas altas y delgadas, con ojos brillantes como brasas ardientes. Los Tejedores.No eran humanos, ni criaturas puras de la oscuridad. Eran algo entre medio, seres que jugaban con la magia para torcerla a su voluntad. Tara había escuchado historias de ellos, pero nunca había creído que existieran realmente. Hasta ahora.—¡Defiéndete, Tara! —gritó Bella mientras atacaba a uno d
El silencio de la mansión se rompía solo por el crujir de la madera bajo sus pies mientras Tara recorría los pasillos. Aún no se había acostumbrado al ambiente oscuro y solemne de la casa. Las paredes, cargadas de historia, parecían susurrar secretos olvidados, pero Tara no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en el bosque y lo que significaba la magia dentro de ella.Había algo que cambiaba cada vez que Rhidian la miraba. La tensión entre ambos había crecido, alimentada por las batallas, por la revelación de su poder, y por una atracción que ninguno de los dos quería admitir.—¿Estás bien? —La voz de Rhidian rompió sus pensamientos, suave, pero llena de preocupación.Tara se giró, encontrándose con él al final del pasillo. Él estaba allí, como una sombra que tomaba forma, su mirada fija en ella.—Solo… pensaba en todo esto —respondió ella, sin poder evitar que su voz sonara más vulnerable de lo que quisiera.Rhidian se acercó lentamente, su presencia dominante llenando
El ambiente en la mansión se había vuelto aún más tenso después de la inesperada aparición de Emma. Tara no podía dejar de pensar en el modo en que la chica había tocado el brazo de Rhidian con esa confianza absoluta, como si ya tuviera un derecho sobre él.Aunque había algo en su mirada que le parecía amigable, no podía evitar sentirse como una intrusa, como si ella fuera la última persona que debería estar allí. Después de todo, Rhidian la había llevado a la mansión para protegerla, pero ahora parecía que había otras presencias en el lugar, fuerzas y relaciones que Tara no comprendía por completo.Pero, ¿quién era Emma realmente?Emma había desaparecido en una de las habitaciones de la mansión poco después de la incómoda reunión. Tara había decidido que no podía seguir pensando en ella. Sin embargo, cada rincón de la mansión parecía serconde más preguntas, y la curiosidad de Tara era tan fuerte como el miedo que la invadía.De noche, cuando la mansión estaba envuelta en sombras, Tar
La campanada resonó en toda la mansión, vibrando a través de las paredes como un susurro antiguo que despertaba algo dormido. Tara sintió que el sonido le helaba la piel, como si anunciara que algo estaba a punto de cambiar.—¿Qué fue eso? —preguntó, deteniéndose en el pasillo mientras Rhidian la guiaba rápidamente hacia las escaleras.—No es normal que suene a esta hora —respondió él, con la mandíbula apretada—. Y cuando lo hace… significa problemas.Tara se tensó, sintiendo una corriente de ansiedad recorriéndole la espalda.—¿Problemas de qué tipo?Rhidian se detuvo al pie de la escalera, mirándola con intensidad.—Del tipo que no quieres conocer, pero no tendrás opción.La seriedad en su tono dejó claro que no estaba bromeando. Tara tragó saliva y asintió, siguiéndolo mientras descendían hacia el gran salón.La mansión, normalmente silenciosa, estaba ahora llena de una tensión que parecía palpable. Cuando llegaron al salón principal, Bella y otro hombre al que Tara no había visto
El nombre de Lilith resonó en la mente de Tara como un eco interminable. Había algo en ella que la hacía sentir expuesta, vulnerable. Pero al mismo tiempo, algo en esa mirada violeta despertaba una curiosidad que no podía ignorar.—¿La verdad sobre quién soy? —preguntó Tara, intentando mantener su voz firme, aunque su corazón latía con fuerza.Lilith asintió, dando un paso hacia adelante, pero Rhidian alzó una mano, deteniéndola con un gesto.—No darás un paso más —dijo él con frialdad. Sus ojos estaban fijos en los de Lilith, y Tara pudo notar la tensión en su mandíbula, como si estuviera conteniendo una emoción que podría explotar en cualquier momento.Lilith lo observó con una sonrisa tranquila, como si estuviera acostumbrada a esa reacción.—Tranquilo, Rhidian. No estoy aquí para pelear… aún.—Entonces habla desde donde estás —replicó Bella, que sostenía su daga como si estuviera lista para lanzarla en cualquier momento.Lilith suspiró, como si estuviera tratando con niños obstina
El aire en la biblioteca era diferente. Era más denso, cargado de un olor a libros antiguos y algo más que Tara no podía identificar. Rhidian abrió la puerta de madera con cuidado, como si lo que había dentro necesitara respeto.—Aquí estamos —dijo con un tono grave mientras la luz de la luna entraba por los ventanales altos.Tara no pudo evitar mirar a su alrededor. Las paredes estaban cubiertas de estanterías llenas de libros con cubiertas de cuero gastado y grabados extraños. Había símbolos que no podía reconocer, pero que parecían vibrar con una energía peculiar.—¿Qué es este lugar? —preguntó, su voz apenas un susurro.—Es más que una biblioteca —respondió Rhidian, cerrando la puerta detrás de ellos—. Aquí es donde encontrarás respuestas, si tienes el valor de buscarlas.Tara lo miró con una mezcla de curiosidad y cautela. Había algo en su tono que sugería que esas respuestas no serían fáciles de aceptar.—¿Por dónde empiezo? —preguntó, acercándose a una de las estanterías.Rhidi
El aire en la mansión estaba cargado de tensión. Desde el entrenamiento en el claro, Tara no había podido sacarse de la cabeza lo que había sentido. Algo dentro de ella estaba despertando, algo que no podía controlar, pero que sabía que siempre había estado ahí.De pie frente al ventanal de su habitación, observaba el bosque. Era de noche, y las sombras de los árboles se mecían con el viento. Había una energía en el aire que parecía llamarla.El sonido de un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.—¿Tara? —era Bella—. ¿Puedo entrar?—Adelante —respondió, girándose para recibirla.Bella entró con un libro grueso en las manos, cubierto de polvo y con un candado antiguo que ya había sido forzado.—Creo que esto es tuyo.Tara frunció el ceño.—¿Qué es?—Un diario, o algo parecido. Rhidian lo encontró en el archivo de la biblioteca. Dice que pertenece a tu familia.Tara tomó el libro con cuidado, sus dedos temblando al rozar la cubierta. Algo en su interior parecía agitarse al toca