— Amor, ¿por qué no estás con la pequeña Agustina?— ¿Tú? Eres tú.... ¡volviste! — No podía creer lo que veía, ¿acaso todo fue una pesadilla? Leonardo estaba parado al lado de la ventana. — Dios te extrañé tanto. — Me levanto y corro a su encuentro, pero antes de poder tocarlo él se esfuma, como si fuera niebla.— ¡¿Leonardo?!— Aquí cariño, ¿acaso no me ves? — Giro y lo veo, está esperándome en la cama, pero nuevamente cuando trato de alcanzarlo, desaparece.¡¿Que sucede?! ¿por qué no puedo tocarlo? Esto es desesperante y frustrante, me siento como si estuviera buscando la olla de oro al final del arcoíris, viéndola, pero sin poder tocarla.— ¡Leonardo! — grito llena de frustración y dolor, el mismo que me ha acompañado este mes.— Amor, no grites, recuerda que no estamos solos.Ahora está del otro lado de la habitación, corro lo más rápido que puedo sin importar tirar las cosas que están sobre el mueble, pero cada vez que lo estoy por tocarlo él desaparece, no, ¡no pude irse no de n
Alexander: Volteó a verla una vez más, y salgo de la habitación, ¿que se supone que voy a hacer ahora? ¿cómo podré resistir el impulso de besarla, tocarla, su piel tan suave y cálida, tan exquisita? ¿Como podré enamorarla? Mejor dicho, ¿tendré alguna posibilidad de enamorarla?Voy a mi habitación y luego de tomar una ducha bien fría para solucionar el problema de mi entrepierna, bajo a desayunar.Aşkim estaba echada esperándome, se levantó y vino a olfatearme.— ¿Que sucede? ¿Extrañas a nuestro pequeño sol?— ¿Así que mi hija ahora es un pequeño sol?Respire profundo, tratando de tranquilizarme antes de dar la vuelta, hice uso de todos mis años de negociaciones en la empresa y congele cada músculo de mi cara, para que no me delate ningún gesto. Nada que pueda hacer ver lo que ella me hace sentir, como me enloquece.— Sí, así le digo, espero que no te moleste.— Claro que no Alex, eres su padrino le puedes llamar como quieras, mientras sea con cariño. — Ella estaba sonriendo, por pri
Florencia:Un minuto de silencio floto en la sala en ese momento, hasta que por fin Alexander hablo.— Te puedo pedir un favor? — Me di cuenta de que el no contestaría mi pregunta, por lo que no insistí.— Claro, dime.— ¿Puedes cantar un tema en mi fiesta de cumpleaños? — Eso me hizo reír, la cara que puso era un poema, podía ver que sentía pena al pedirme tal cosa.— Si, por supuesto Alexander, no debes ni preguntarlo, amo cantar, lo hare con mucho gusto.En los días siguientes Amara me mantuvo ocupada, con los preparativos para el festejo de ambos, Alexander y Agustina.La decoración de la mansión se basó en tonos celestes y blancos, todo era muy elegante, con un aire a cuento de hadas sin llegar a lo vulgar, mi niña tenía un vestido celeste cielo, parecía Cenicienta, todo estaba hermoso, solo ... faltaba Leonardo.— ¿Sabes mi pequeña? Estoy segura de que tú padre está muy feliz viéndote crecer.— Papá.Quede sin aliento, estoy segura de que mi niña entiende lo que le digo. Su prim
Florencia:— Yo que tú no haría eso.— Chemo. — No necesito voltear para saber quién es el que habló, su voz es inconfundible, es el perro fiel de Manuel. El pánico comienza a recorrer mi cuerpo. ¡Me encontró!— ¡¿Quién demonios eres y como entraste?! — a pesar de escuchar a Alexander gritar, aun no puedo reaccionar, tengo miedo y mucho.— Al jardín del cuervo le falta una Flor, y eh venido a llevársela. — Alexander se suelta de mi agarre y se dirige a encararlo, no, esto no puede ser. Voy detrás de él solo para ver el preciso momento en que Chemo saca su arma y le apunta.Sabía lo que iba a pasar, cada vez que Chemo saca su arma alguien muere. Pero no Alexander, ¡él no!Toda la secuencia pasó en cámara lenta como si el tiempo mismo se detuviera, Aşkim saltó hacia Chemo, justo en el momento que yo empujaba a Alexander, el ruido del disparo rompió el silencio de la noche, mientras ambos caigamos sobre la hierba, y en ese momento el tiempo volvió a su normalidad, los gritos de los guard
Florencia:Mi corazón latía de una forma irregular y mi mente se negaba a procesar lo que claramente había escuchado, o será que estoy delirando.— ¿Que? — Me liberó de su agarre y se colocó delante mío, sus ojos me penetraban y a la vez me dejaban ver dentro de él.— Mi corazón volvió a la vida el día que te vi, y desde entonces por más esfuerzo que hice de volver a congelarlo, no pude, te amo y Leo lo sabía, estoy cansado de luchar día a día con lo que siento, muero por besarte, y solo vivo para amarte.Lentamente su rostro se acercó al mío, y solo se detuvo cuando nuestras respiraciones chocaban nuestros labios, mezclándose, ya no podía resistirlo más, yo también sentía algo por él, y lo dejé salir. Sabía que Alexander no me besaría, él podía decir todo lo que sentía, pero jamás me haría algo sin mí consentimiento, entonces sería yo quien lo besara, y así lo hice.Sus labios tenían un sabor conocido, y eso me confundió, pero a medida que el beso se intensificaba, y sus manos recorr
ALEXANDER: Poder tenerla de esta manera me hace alucinar, es más de lo que hubiera soñado. Pero un ruido llama mi atención, abrí mis ojos para ver pasar a uno de mis guardaespaldas, por lo que tengo que terminar este beso, muy a mi pesar.— Tus ojos me dicen lo que tú boca se niega a admitir.— Alexander...— Tranquila, sé que esto llevará tiempo.— ¿Esto?— Que reconozcas que me amas.— Eres... eres realmente arrogante. — La dejo en el piso y se da vuelta muy enfadada por mi afirmación, la veo entrar en casa, mientras mueve su cadera con ese estilo de caminar que solo un Ángel tendría.Dirijo mi atención al hombre que me interrumpió.— ¿Que sucede?— Vimos un reflejo desde la cabina de vigilancia señor, y debíamos revisar que era.— ¿Y que era?— No vimos nada fuera de lugar en el sitio.— Bien, solo sigan atentos, nada malo le puede pasar a ellas o los haré pagar a todos.— No se preocupe señor, nosotros cuidaremos de su señora y su hija.Y en ese momento me di cuenta de que los em
ALEXANDER: su mirada fija en mi me provoca querer besarla.— Si me sigues mirando de esa forma no me culpes por lo que pasará. —Le advierto ya que es la verdad. Ese color rosado que asoma en sus mejillas es realmente tentador, como el de una fruta prohibida. Será mejor que cure la herida de su espalda o haré una locura.— Una listo, ahora curare la de la espalda. — Pensé que esto sería fácil, pero en el momento que toqué la piel de sus hombros una corriente subió por mis manos directo a mi corazón. Trato de concentrarme mientras le quito la blusa.— Que... ¿qué haces?— Necesito limpiar bien esto, está más complicado que la de adelante, es un poco más grandes. — Se me hace inevitable acercarme a su oído para hablarle, la necesito, como el mismo aire.— Tranquila, déjame ayudarte.Limpio y curo su herida, ese maldito perro pagará por esto.Pero cuando termino, quedo deslumbrado con la perfección de su espalda, y como si mi mano tuviera vida propia recorro su columna, con la yema de mi
FLORENCIA: No puedo creer lo que le acabo de decir, DIOS, ¡me volví totalmente loca!— Querida amiga, dime que está pasando que tu cara parece un tomate.— Nada Amara, absolutamente nada.— ¡Mentirosa! Porque no quieres contarme que pasa. — ¡No puede ser que esté casada! ¡Se comporta como una niña!— Porque ni siquiera yo lo sé, esa es la verdad.— ¿Y qué esperas para averiguarlo?— Tiempo.— ¡¿Tiempo?!— No quiero... lastimar a tú hermano.— Ya es tarde para eso. — El reproche está a la luz, pero no entiendo porque me reclama, no le he dado esperanzas a Alex.— ¿A qué te refieres?— Acaso no vez que él solo vive para hacerte feliz, desde ...— ¿Que?— Cuando Alexander volvió de Argentina luego de irte a ver, algo en sus ojos había cambiado, tenía un brillo que jamás vi, ese día que me llamaste, cuando te perdiste en el bosque, Alexander estaba completamente loco, decía que Leonardo era un estúpido, que no sabía reconocer lo maravillosa que eras, yo estaba en shock, luego llamo a una