Umara:Él se negaba a creerme, fue tanta su duda que demandó verlos por sí mismo a la mañana siguiente y así sucedió. Nos reunió en la sala del té junto con su consejo privado, Cítiê, Zai, Mem y Burya no salían de su asombro.La cabellera larga e imposiblemente negra de los mellizos, además de sus resplandecientes ojos dorados gritaba a los cuatro vientos que realmente sí eran hijos suyos.—¿Cuantos años tenéis?- interrogó Cítiê.—Diecinueve.- contestaron al unísono ellos.—¿Que sabéis de vuestro padre?- susurró Burya, visiblemente consternada.Ambos me miraron y yo asentí.—Padre fue un gran guerrero, un rey entre su gente. Madre le conoció en su juventud pero no pudieron permanecer juntos…- explicó Alessia.—Porque el destino se opuso y ella tenía responsabilidades para con los pueblos nómadas.- termina Lysander, recitando la misma explicación que he repetido durante años.Alessios me mira como si fuera su peor enemiga y tiene toda la razón, al fin al cabo lo privé de la posibilidad
Umara palideció.—¿Cassandra?—Sí. El día antes de que desaparecieras, Cítiê bajó a los calabozos por pedido tuyo y constató que Cassandra estaba realmente enferma. Hizo venir a los médicos imperiales y ellos dieron con la causa de la gran debilidad que ella sufría. Estaba embarazada, de Emir obviamente. Hacía años que yo no la tocaba.Alessios cruzó sus brazos sobre su pecho, mirándola con fijeza.—Esa noche no fui a nuestros aposentos porque mi primera intensión al descubrir lo que ocurría fue sentenciar a muerte a Cassandra y terminar con todo, eliminando al bastardo antes de que naciera. Pero las Lunas lograron persuadirme, estuvieron convenciéndome por horas, hasta que finalmente accedí a dejarlos vivir.Umara mojó sus labios resecos.—Entre todas criaron al niño. A todas las llama madre y las respeta enormemente. Así que, como ves, tus miedos son infundados. Nuestra hija y él no son hermanos.—¿Qué fue de Cassandra?- musitó Umara, respirando aliviada ante la noticia.—Murió dand
Umara dormía intranquilamente, su sueño era incoherente y violento, causándole estremecimientos.En sueños veía a Alessia transformada en lobo y sangrando de un costado, terriblemente mal herida. El colchón sobre el que reposaba se hundió, bajo el peso de otro cuerpo y automáticamente abrió los ojos, sentándose sobre la cama, con el corazón acelerado y sufriendo un terrible pánico.—¿Qué sucede? Llorabas en tus sueños, repitiendo el nombre de nuestra hija una y otra vez.- susurró Alessios acercándose a ella.A pesar de que compartían aposentos, hacía semanas que él no la abrazaba mientras dormían, no la besaba al despertar, no le hacía el amor…Umara liberó un sollozo de dolor, lanzándose contra el fornido pecho de su esposo.—No lo permitas Alessios, no permitas que nuestros hijos se enfrenten a duelo. ¿Qué será de Assian si por su testarudez asesina a su mate? ¿Quién consolará a Alessia si su orgullo la lleva a asesinar al amor de su vida?Al verla tan angustiada y llorosa, Alessios
Amaneció un sol sangriento aquella mañana. Alessia se bañó antes del amanecer en la piscina interior del pabellón, mientras Assian la observaba con indiscutible interés. —Aun estamos a tiempo.- susurró él. —No sabía que eras tan cobarde.- se burló ella. Él achinó sus ojos, levantándose de sobre los cojines y descendiendo lentamente a la piscina con ella. Al llegar cerca, la tomó de la nuca, tirando de ella hasta subirla a su regazo. —¿Cobarde?- masculló él, colérico.- ¡ven aquí, que voy a ensenarte un cobarde! Alessia rió, en lo que sus labios chocaban y comenzaban a besarse con desesperación. —Vamos a llegar tarde.- suspiró ella, abriéndose de piernas y ofreciéndole sus pechos. —Si por mí fuera, no saldríamos nunca de este sitio.- sollozó él, adentrándose en ella. *** Umara estaba nerviosa. Mucho dependía del resultado del enfrentamiento esta mañana. A diferencia de Alessios, ella no compartía una expectativa optimista, si lo más mínimo salía mal, podría perder a su hija y
Antes del duelo, en el pabellón de los invitados: —En el fondo lo sospechaba.- susurró Assian, inclinándose para besar su hombro desnudo, mientras la estrechaba entre sus brazos.—¿Hmm?- preguntó ella adormilada.—Desde que te conocí sospeché que podíamos estar emparentados. Era imposible que hubiera otros lobos en el Continente sin que fueran parte de mi familia.—No somos hermanos.- masculló ella irritada.—Y doy gracias a los dioses por ello, pero si somos una especie de primos.—Lejanos. Muy, muy lejanos.- protestó ella.Asian sonrió.Alessia se giró, acomodándose sobre su pecho y finalmente después de mucho tiempo, el príncipe se sintió completo.—Siempre supe que no encajaba del todo aquí. El emperador nunca me ha tratado como a un verdadero hijo y ahora comprendo por qué. La verdad es, que siempre vio en mí a un bastardo y no a su heredero legítimo.- el muchacho frunció el ceño.- no es que me maltratara, en sí, sino que más bien…no sé. Creo que verme le recuerda a mi madre y
Una semana después:Territorio de las tribus rebeldes de Este:—Hijo mío, esa forasteros es peligrosa. Viene de los territorios de nuestros enemigos y me temo que podría ser una espía.Karman, líder de las tribus rebeldes y último draggar, bebía su mejunje en silencio, en lo que prestaba muy poca atención a los quejidos de su madre.La forastera…sí.Una mujer intrigante.Un grupo de sus explotadores la habían encontrado desfallecida al borde de su frontera y se la habían traído como obsequio. Sin embargo, no desmerecía las sospechas de su madre del todo.Aquella muchacha tenía todo el porte y físico de una guerrera, era atlética y musculosa y poseía una belleza feroz.¿ De qué otra manera se podría describir ese rostro de asesina, marcado por una pequeña cicatriz que la hacía lucir extremadamente peligrosa?Hacía ya un tiempo, que su cuerpo no reaccionaba de forma violenta a la cercanía de una hembra. Tenía decenas de mujeres en su servicio, y sin embargo, hacía meses que se sentía ab
Umara:—Debemos atacar a los rebeldes de inmediato.- propuso Zai.—Un ataque relámpago y sorpresivo, sería lo mejor.- comentó Mem.—¿Y si dejamos que Assian la traiga de vuelta? – preguntó Cítiê.- estoy convencida de que ha salido a rescatarla.—Con todo necesitará apoyo. ¡Es un guerrero cambia formas pero el enemigo es un ejército de miles! – chilló Burya.—¿Qué piensa de todo esto, Señor?- preguntó Cítiê dirigiéndose a Alessios, quién se sentaba entre ellas, en el salón del té.—Lo que yo crea no es relevante, sino lo que opine Umara al respecto. Nadie conoce mejor que ella a nuestra hija.Umara se secó el rostro cubierto de lágrimas con un fino pañuelo. Miró lentamente a los miembros del concilio y suspiró.—Si mi hija pide que no hagamos nada, eso es precisamente lo que debemos hacer.Cítiê palideció, Zai y Mem se miraron la una a la otra y Burya cruzó sus brazos sobre su pecho.—Las gentes del Este están reunidas demasiado lejos. Recoger provisiones para la campaña contra ellos n
El campamento era increíblemente grande. Había tantas tiendas, que Alessia se maravilló de que su captor no se perdiera entre todas ellas. Por doquier había rebeldes, quienes detenían su ir y venir e incluso sus conversaciones al verla pasar. Sin dudas, su presencia entre ellos era un espectáculo, sobre todo porque Karman la llevaba, tirando de ella con la cadena, como si fuese una perra. —¿Qué te parece, forastera?- farfulló Karman.- has despertado la curiosidad de mis súbditos. —¿ Súbditos?- bisbiseó ella.- ¿es te crees una especie de rey? Él rió entre dientes. —No me lo creo, lo soy.- masculló él.- soy el rey de mi gente. Caminaron por horas, a Alessia le pareció que caminaban en círculos pero finalmente llegaron al centro del campamento, dónde había un terreno escarpado en el que al menos diez grupos de mujeres entrenaban, luchando unas contra otras. Su mentón se desencajó. ¿Mujeres guerreras? Bueno, sí. Ella era una y en Tarmén había conocido a las gemelas, las cartagi