Labores:

El campamento era increíblemente grande.

Había tantas tiendas, que Alessia se maravilló de que su captor no se perdiera entre todas ellas.

Por doquier había rebeldes, quienes detenían su ir y venir e incluso sus conversaciones al verla pasar.

Sin dudas, su presencia entre ellos era un espectáculo, sobre todo porque Karman la llevaba, tirando de ella con la cadena, como si fuese una perra.

—¿Qué te parece, forastera?- farfulló Karman.- has despertado la curiosidad de mis súbditos.

—¿ Súbditos?- bisbiseó ella.- ¿es te crees una especie de rey?

Él rió entre dientes.

—No me lo creo, lo soy.- masculló él.- soy el rey de mi gente.

Caminaron por horas, a Alessia le pareció que caminaban en círculos pero finalmente llegaron al centro del campamento, dónde había un terreno escarpado en el que al menos diez grupos de mujeres entrenaban, luchando unas contra otras.

Su mentón se desencajó.

¿Mujeres guerreras?

Bueno, sí. Ella era una y en Tarmén había conocido a las gemelas, las cartagi
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