Lloro:

—¿¡Estas loca!?- ladró Burya enfurecida.- ¡¿tienes alguna idea de lo que estás pidiendo?!

—¡Por supuesto que sí!- bramó Cítiê.- ¡pido, que ayudemos a descansar al único hombre que he amado en mi vida! ¿Crees que esta situación no me hiere? ¡¿Crees que me hace feliz siquiera pensar tal atrocidad?!

Un nudo se apoderó de la garganta de todas las mujeres presentes en la habitación.

—Nuestro amado no sanará. No hay nada que podamos hacer y debemos aceptarlo aunque nos duela.- el mentón de Cítiê tembló, mientras sus ojos volvían a inundarse de lágrimas.- está condenado a padecer los más terribles dolores y luego comenzará a convulsionar producto del envenenamiento de su sangre con la plata. Estimo que le han de quedar cuarenta y ocho horas de vida como máximo.

Burya abandonó la tienda en un arranque de llanto, Mem salió detrás de ella para intentar consolarla, una ventisca era lo último que necesitaban en ese momento, con la mayoría de las tiendas de campaña echas jirones y chamuscadas a má
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