Compensaciones:

Umara:

—¿Se ha tenido alguna noticia de Sarab?- pregunto al regresar al pabellón tras el infernal e incómodo banquete.

—Pues sí.- responde Cítiê.- ayer recibimos a un mensajero de parte del faraón de Egipto, en su carta, el monarca agradece enormemente la liberación de su sobrina y da por terminada la enemistad con nuestro amado.

—Es un alivio saber que regresó sana y salva.

—¡Todavía no me lo puedo creer! ¡La muy loca nos hubiera sacrificado a todas con tal de ver a nuestro amado morir! – chilló Burya.

—Lo sabemos.- susurró Mem. – estaba incluso dispuesta a dejarse asesinar con tal de lograr sus propósitos.

—No hablemos más de ello.- pidió Cítiê nerviosamente.

A la mañana siguiente el emperador convocó al Mayilis, Cítiê llegó temprano en la madrugada para apresurar a las mujeres del pabellón, ya que el Emperador demandaba la presencia de todas.

Al entrar al gran salón del trono, Umara notó que éste resplandecía, los nobles se hallaban más ricamente vestidos que nunca y los capitanes
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