Los nobles Kuranies no salían de su ensimismamiento. Aquella mañana había sido bizarra para todos, mucho más para las mujeres del pabellón, quienes habían sido honradas y elevadas de la forma más inesperada. —Muchos de ustedes piensan que me he tornado débil.- la voz de Alessios era un silbido cargado de burla.- Muchos creen que el haber tomado para mí tantas esposas ha ablandado mi corazón. Incluso, en los momentos más negros de nuestra historia reciente cuando parecía no haber esperanza y muchos de los presentes prefirieron huir antes que enfrentar al enemigo, mis esposas, esas mujeres por las que tanto se me ha criticado, estuvieron a mi lado y sostuvieron mi espada para que yo no flaqueara, por eso he tenido a bien honrarlas por encima de a cualquier hombre. Un silencio sepulcral se apoderó del salón del trono. —Ahora pasemos a asuntos más serios. Es momento de que impartimos la justicia de los dioses. ¡Que el día de hoy sea una demostración de cuán débil soy realmente!- ahora s
Alessios enredó su masculina mano en el cabello de ella, Alessios la forzó a torcer su cuello, elevando su mentón y mirándole a los ojos.—Hiel.- bramó el emperador.- es lo que recibo de ti incluso después de tantos meses. ¿Es que no existe el perdón en tu corazón, pequeña nómada? ¿Qué quieres de mí? ¡¿Planeas torturarme hasta la locura, manteniendo la fruta prohibida de tus caricias al alcance de mi mano pero privándome de ella una y otra vez?!Los ojos de Umara permanecieron fríos, inexpresivos, vacíos, y Alessios conoció un miedo que nunca había experimentado antes.—¡¿Qué quieres de mí?!- insistió enfurecido, tirando de los negros cabellos de su jueza y ejecutora, hasta el punto del dolor.Umara comprimió los labios, cerrando los ojos. Lágrimas se habían reunido en ellos pero se negaba a dejarlas salir.—¡Dilo de una vez, maldita bruja!- espetó él entre dientes.- ¿Qué es lo que complacería a tu negro corazón? ¿Qué persigues con tu hielo? ¿Acaso buscas conducirme a la desesperación
Achino los ojos, en lo que acaricio su nuca.—¿Lo aceptas ,entonces…- susurro esperanzado.- …lo declaras ante los dioses?Arruga el entrecejo y me mira dudosa.—¿Que debo aceptar, Señor?Mi lobo gruñe, frustrado.—¿Aceptas que soy tu dueño? ¿Declaras ante los dioses que soy tu amo y Señor?¿ Me reconoces como tu amado?Se le llenan los ojitos de lágrimas y no lo comprendo. ¿Por qué llora? Debería estar feliz, al fin y al cabo las cosas entre nosotros vuelven a estar en orden.—Sí.- susurra compungida- sois mi amado, mi amo y mi Señor.***No hubo terminado de pronunciar las palabras Umara, cuando ya Alessios estaba nuevamente sobre ella, reclamando su boca con renovada pasión y brío. Despojándola velozmente de sus ropas y adorándola con su boca y sus manos.Es así como las domina. Pensó Umara al borde de estallar en llanto. Las enloquece con sus caricias, las esclaviza con sus besos…¡Oh, no!Las manos del emperador separaron los muslos de ella y acto seguido su ardiente boca conectó co
—¿Crees que tendrá solución nuestro problema?¿Seremos capaces de darles hijos a nuestro amado algún día?- susurró Cítiê, visiblemente consternada.—Quizás, con el tiempo. Tal vez dentro de unos cinco a diez años…- aventuró a explicar Umara, lo cierto es que ni ella misma estaba muy segura, la mezcla de dos venenos hacía las predicciones inexactas . La única persona que podía darles una respuesta clara y segura, se negaba a hablar. Habiendo tomando un voto de silencio desde la muerte de su hermano: Cassandra.—¿Que hará nuestro amado con ella?- preguntó Mem a Cítiê.—Aun no nos lo ha comunicado, pero sospecho que la dejará en prisión por el resto de sus días.***El desempeño de las Lunas en sus diferentes cargos era brillante. Cítiê y Burya escuchaban las querellas del pueblo con gran paciencia y justicia, intentando llegar a un acuerdo entre ellas primero antes de impartir un veredicto.Zai y Mem mantenían al ejército a raya, al principio hubo sus roces con los recién nombrados gener
Umara:—Había oído que una nómada era esposa del Emperador y que esa mujer era capaz de realizar grandes prodigios. Como no te encontré entre las víctimas de la matanza creí que tal vez habías escapado y arribado aquí. He estado en la ciudad desde hace una semana, intentando comprobar si la Luna eras tú o no, incluso pedí una audiencia en Palacio, pero me la concedieron para dentro de un mes.Mis mejillas se tiñen de rojo.—Lo cierto es que madre me vendió a un mercader de esclavos, y él me trajo aquí.Padre contrae su rostro en una mueca de horror. Ahora que le tengo más cerca soy capaz de notar más claramente las profundas líneas que el sufrimiento y el largo viaje han creado en su rostro.—Debiste sufrir lo indecible.—Tal vez, pero pareciera que han pasado miles de años desde entonces.—Ember nunca fue capaz de apreciarte, hija mía.- susurra, colocando su mano sobre la mía, refiriéndose a madre.- siempre prefirió a Ursu y a Mira por lo hermosas que eran consideradas. Eran mis hija
Umara dio un paso atrás, en cuestión de segundos Cassandra se había movido de su posición contra la pared , llegando peligrosamente cerca de ella, incluso con los barrotes de por medio.Tragó en seco.El aspecto de Cassandra era deplorable, estaba sucia y despeinada, su piel tenía un color paliducho, enfermizo. Sus ojos estaban hundidos y sus labios resecos y cuarteados. No quedaba rastro de la mujer altanera y hermosa que tantas veces había intentado humillarla.—No necesito tu lástima.- espetó la prisionera entre dientes.-habla, ¿por qué has venido a atormentarme?Umara se mordió el labio inferior, insegura de cómo formular la pregunta.—¿Somos estériles?- susurró.- ¿desde cuándo has envenenado a las chicas del harén?Cassandra recorrió a Umara con la mirada, desde la punta de sus suaves y enjoyadas zapatillas hasta las diminutas perlas que adornaban sus cabellos.—No.- murmuró Cassandra.- todos mis planes, todas mis estratagemas fueron frustradas por mi propia ignorancia. De no ha
Luego de un refrigerio del cual no pudo disfrutar casi nada y de un baño con sales aromáticas, Umara salió al jardín trasero que ella había ayudado a retablecer. Las flores se mecían al compás de la brisa vespertina exhalando una verdadera cacofonía de aromas.De la fuente de mármol volvía a brotar agua, pura y cristalina y por doquier las luciérnagas bailaban al ritmo de la brisa. Cerca, en una de las ramas del gran árbol ululaba un búho.Pasaron los minutos, los cuales se tornaron horas y a las cinco horas justas de su espera el corazón de Umara se tornó de piedra.No quería ni imaginar que él no había venido porque estaba con otra…¿pero qué otra explicación había para su ausencia?Andando de un lado para el otro dentro de los aposentos imperiales, Umara enfrentó una vez más la cruz principal de su existencia. Alessios no era suyo solamente, nunca lo había sido y nunca lo sería. Delante de sí se abrían los años que habrían de venir, en una constante sucesión de días ocultando su lab
SEGUNDA PARTE:Veinte años después.Alessios:Grandes cambios ha sufrido el imperio en los últimas décadas. Grandes cambios de los cuales ella tiene toda la culpa.Poco a poco todos los territorios conquistados pasaron a ser provincias imperiales, lo cual le otorgó a su gente voz y voto en los planes y proyecciones a futuro. Los esclavos, fueron liberados paulatinamente, sustituyendo sus trabajos forzados por la labor de siervos, pagados por sus señores.Por supuesto que hubo resistencia a los cambios, más de un noble amenazó con mi muerte y más de un esclavista incumplió la ley; todos fueron comida para los cuervos. Además, el progreso no se logró en unos pocos días, se alcanzó lentamente, y con el paso de los años.Si de algo se pudiera enorgullecer ella, es de lograr lo imposible, no lo niego, nunca lo ocultaría; ordené la abolición de la esclavitud para complacerla. Estaba convencido de que esa noticia la alegraría enormemente, y pensé…que tal vez…la haría regresar a mí.—¿Piensas