Manjar de los dioses:

Achino los ojos, en lo que acaricio su nuca.

—¿Lo aceptas ,entonces…- susurro esperanzado.- …lo declaras ante los dioses?

Arruga el entrecejo y me mira dudosa.

—¿Que debo aceptar, Señor?

Mi lobo gruñe, frustrado.

—¿Aceptas que soy tu dueño? ¿Declaras ante los dioses que soy tu amo y Señor?¿ Me reconoces como tu amado?

Se le llenan los ojitos de lágrimas y no lo comprendo. ¿Por qué llora? Debería estar feliz, al fin y al cabo las cosas entre nosotros vuelven a estar en orden.

—Sí.- susurra compungida- sois mi amado, mi amo y mi Señor.

***

No hubo terminado de pronunciar las palabras Umara, cuando ya Alessios estaba nuevamente sobre ella, reclamando su boca con renovada pasión y brío. Despojándola velozmente de sus ropas y adorándola con su boca y sus manos.

Es así como las domina. Pensó Umara al borde de estallar en llanto. Las enloquece con sus caricias, las esclaviza con sus besos…¡Oh, no!

Las manos del emperador separaron los muslos de ella y acto seguido su ardiente boca conectó co
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