—Nosotras también te echamos de menos, Cimbel.-Respondió Zai, con una enorme sonrisa.Las mujeres del pabellón habían cambiado. Veinte años no pasan en vano.Zai llevaba su rojiza cabellera completamente trenzada, mientras Mem se había rapado la blanca suya casi completamente. Y Burya…bueno, la rusa traía su dorada cabellera más larga y reluciente que nunca. Por lo demás, todas mostraban en sus rostros las esperadas señas de la edad.—Ha sido un gran shock para todos, el pueblo está eufórico de júbilo, muchos consideran el regreso de la diosa como una señal de buena fortuna.—¿Cuánto tiempo vas a quedarte? ¿Has visto los grandes cambios en la ciudad?¿ Sabes que…?—Rusa.- gruñó Mem.Umara sonrió en lo que mordía un panecillo. Oh, sí, el tiempo había pasado indudablemente, pero las chicas seguían siendo las mismas.***—Eres terrible Cítiê.—Era necesario.—¿Estás segura?—Completamente.Burya tamborileó con sus dedos sobre la madera de la mesa. Umara se había retirado hacía unos instan
Umara bebió de la jarra, la fresca agua parecía mejorar la ardiente sed que la atenazaba pero no la quitaba por completo. Se tensó al instante al sentir el masculino cuerpo que se pegaba a su espalda, al tiempo que un brazo de hierro rodeaba su cintura. Alessios escondía su rostro en sus cabellos, inhalando su aroma.—Después de tanto tiempo sigues oliendo igual.- susurró en su oído haciéndola estremecer, al tiempo que depositaba un húmedo beso en su cuello.- hueles a tierra mojada y a lluvia.En un movimiento brusco, Alessios cerró la plateada gargantilla alrededor del cuello de ella y se apartó. Umara tragó en seco. Acariciando la fría prenda con sus dedos.—¿Qué es esto, Señor?- susurró nerviosamente.Alessios la contempló con expresión pétrea.—¿No te atreves a adivinar qué podría ser?- masculló.Umara volvió a acariciar la plateada gargantilla que rozaba la piel de su pecho, causando que se le pusiera la piel de gallina.—Es plata mágica obviamente.- explicó Alessios, cruzando su
Umara: Me encamino al establo, he preguntado por mi escolta y los guardas de Palacio me han informado que el Emperador les envío allí a pasar la noche. Las ironías del destino no conocen límites. —Si le contamos a madre se pondrá histérica, ya sabes cómo es.- protestó Lysander. —Y si no le contamos nos castigará cuando lo descubra.- masculló Alessia. Dirigí mi mirada hacia los cielos. Mis hijos, mis mellizos, han sido un imán constante para los problemas desde el día en que dieron sus primeros pasos. —¿Castigarnos? Oh, por favor hermana, ya estamos demasiado grandes para que madre nos castigue, será peor, nos desterrará.- se mofó Lysander. —No lo sé. – susurró Alessia, su voz sonaba nerviosa, sus palabras entrecortadas.- es posible que madre nos arranque la piel a tiras si descubre lo que sucedió entre nosotros y el príncipe. Sus palabras me hicieron dar un respingo y retroceder un paso. ¿Príncipe? Pensé. ¿Qué príncipe? En pocos pasos entre al establo, encontrando a mi par
Un mes antes:En las elevadísimas montañas del Norte era demasiado fácil perderse. Las altas cumbres se extendían por millas y millas y no servía de nada guiarse por la posición de los astros porque los montes estaban configurados en posición de meseta y sus escarpadas rocas te forzaban a caminar en círculos entre ellos hasta perder la cordura.Según las leyendas sólo los nómadas eran capaces de cruzar las filosas cumbres sin que peligrasen sus vidas, pero nuestro muchacho en cuestión no era un nómada, lamentablemente.Assian disfrutaba probando sus límites. Escapar de las estrictas reglas y los protocolos de palacio y vivir aventuras era su pasatiempo principal, sin embargo esta nueva correría le estaba resultando difícil en lo extremo.Llevaba semanas en su forma animal y eso no era bueno. Sabía , por las crónicas imperiales que su madre tanto se empeñaba en hacerle leer , que algunos de sus antepasados habían perdido su humanidad al permanecer demasiado tiempo en la piel del lobo p
Hasta hacía instantes, habían estado jugando como cachorros que se conocían de toda la vida. Al parecer, los lobos de ambos no tenían reparos a la hora de interactuar, sin embargo, en sus formas humanas se miraban con desconfianza.Alessia había aprendido de su madre, la líder de los nómadas, que a veces, si quieres respuestas y confianza de una persona debes estar dispuesto a darlas tú primero. Aclarándose la garganta, comenzó.—Mi nombre Alessia, soy hija de la chamán de las tribus nómadas del norte. Mi hermano y yo nos separamos hace tres días y lo espero aquí. ¿Y tú?¿Quién eres y cómo has llegado a estas montañas?Assian no salía de su asombro. Una nómada, había encontrado una nómada. Según se contaba, esa gente había desaparecido por completo hacía veinte años sin embargo, él tenía una justo enfrente. Y no una cualquiera, sino una cambia-formas, como él.La contemplaba con curiosidad y por un momento pensó contarle la verdad pero desechó la idea.—Mi nombre es Assian, soy un exp
Aquella noche se echaron juntos, hacía demasiado frío y a la loba le castañeteaban los dientes. Mientras más tiempo pasaban juntos, más extraño se sentía Assian. Sabía que debía regresar al sur, pero se rehusaba a dejarla sola. Por mucho que la chica juraba estar esperando a su hermano, en su opinión, estaba perdida, pero era demasiado orgullosa como para pedir ayuda.Sin embargo, al amanecer, se descubrieron uno en los brazos del otro y en sus formas humanas.Alessia no lo podía explicar. Sentía una gran atracción por aquel forastero. Dormir contra su cuello, contra su pecho le resultaba pacífico.—Volviste a tener la pesadilla.- explicó el, pasándole la mano por la cabeza.- llorabas y gemías en sueños. Intenté consolarte, cambiando a mi forma humana y en minutos tú también lo hiciste aunque permaneciste dormida.Alessia tragó en seco.—Gracias.- susurró.—¿Podrías contarme?- ofreció él.- mi madre dice que los problemas compartidos pesan menos.Alessia suspiró.—Desde que era una niñ
Una semana antes del regreso de Umara a la capital:—Algo le sucede al cachorro.- comentó Zai, bebiendo de su té favorito.—¿A qué te refieres?- preguntó Burya, masticando un pastel.—¿No lo han notado? Desde que regresó de su última correría se la pasa melancólico, y distraído.—Ahora que lo mencionas, sí… me ha extrañado grandemente que desde hace casi un mes no se escapa a dar sus paseos por el reino. Y sí, se le ve…no sé, ¿triste?Cítiê escuchaba la conversación de las demás mujeres del concejo con atención. Ella también había notado que Assian llevaba un tiempo comportándose extraño. Había pensado que tal vez las constantes reprimendas de su padre habían terminado por hacer mella en su espíritu juvenil y despreocupado, sin embargo, ahora creía que la aflicción que se había apoderado de su hijo se debía a otra cosa.—Nuestro cachorro está enamorado.- comentó, y las demás la miraron con espanto.—¿Cómo lo sabes? ¿ La has visto?¿ Quién…?- balbuceó Burya.Cítiê sonrió, bebiendo de su
Assian elevó un hombro sin darle mucha importancia a aquello y salió del sitio de su caballo.Kabir llamó a otros peones y entre todos comenzaron a mover el heno para los forasteros.Assian salía del establo cuando un estremecimiento lo recorrió.¡Olía a ella!Y era imposible. La fierecilla que lo había engatusado, usado y luego abandonado estaba lejos, muy lejos.Demasiado lejos. Además, allí en el establo solo había hombres.Assian abandonó el establo, pateando una piedra del suelo. Tal vez ya iba siendo hora de intentar olvidarla en serio, tanta melancolía parecía estar afectando su mente.***El capataz del establo rió a carcajadas.—¿Oh, el príncipe? Todo un galán con las mujeres. No hay sirvienta que se le resista. Vosotros también, al ser jóvenes y varoniles deben tener sus doncellas suspirando tras vosotros, de seguro.Había venido a traerles la cena y se había quedado a beber con ellos. Alessia y Lysander mantenían sus rostros ocultos por órdenes de su madre. Umara les había