Especial:

A la mañana siguiente Cítiê se nos unió durante el desayuno. La mujercita estaba evidentemente feliz, sonreía a cada dos por tres y no regañaba a las chicas contantemente por su constante bullicio, como es su costumbre. Burya la contemplaba suspicaz, Zai y Mem susurraban entre sí y Sarab devoraba un racimo de uvas sin importarle un bledo lo que ocurría a su alrededor.

— Pasaste la noche con el emperador ,¿verdad?-increpa Burya de súbito.

Zai se atragantó con el vino que bebía y Mem le dio unas palmaditas en la espalda. Cítiê sonrió levemente, mirando a la rusa a los ojos.

—¿Es tan evidente?-preguntó Cítiê apenada.

—Oh,si. Esa sonrisa de tonta solo la vemos en tu cara cuando pasas la noche con nuestro señor.

Cítiê frunce el entrecejo.

—Como si ustedes no regresaran perdidas de felicidad luego de haber estado en su cama.-farfulla.

—¿Es cierto lo que comentan las doncellas, que Cassandra tiene prohibido venir a fastidiarnos?- suelta Mem.

Las demás mujeres reunidas en la mesa dirigen sus
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