—¿Señorita? ¿Está usted segura de esto? Tal vez… Solo tal vez debamos buscar otra manera de hacer su inversión, podemos vender sus joyas, podemos idear una forma en la que el oro que ha invertido en algunos vestidos y algunas joyas sean liquidadas y con ello… Levante mi mano y observe a Anya, quien tenía un gesto lleno de preocupación, mientras caminábamos en medio de todo este centenar de gente.
—No lo haré, ¿Qué hay de una dama sin joyas? Eso no puedo permitirlo, es como si me quitaras media alma sin mis preciosas… ¿Entendiste? —Hice una voz parecida a Smigol el del señor de los anillos, cuando dije la última palabra, pero ella solo me observo como si estuviese loca, cosa que es muy común en ella, y solo siguió al parecer preocupada por lo que estaba planeando hacer el día de hoy.
La verdad es que hay más personas de las que imagine incluso mis padres habían llegado hace un rato, claro estaba que yo me había alejado de los, no es como si les importara, pero al fin y al cabo ellos parecían encantados con los nuevos rumores que circulaban en todo el reino, pues según había escuchado yo era la amada prometida del duque y este había defendido mi honor de una manera tan épica que la familia de aquella chica de la cual ya ni recuerdo su nombre ahora estaba en quiebra y ella había sido casada con un pobre caballero para poder mitigar un poco los chismes y mejorar el estatus de la familia para tener contento al Duque, la verdad es que no tenía la menor idea de que había pasado, yo estaba tan concentrada en el hecho de mi oro y mis nuevos tesoros, ósea mi gato que no había prestado mucha atención a los chismes, sin contar que no había sabido nada del Duque en estos días, la verdad no es que me importe mucho, de hecho es todo lo contrario, entre menos nos veamos es mucho mejor.
Aunque las invitaciones a fiestas de té y de más no paraban de llegar, pero no importaba ahora tenía mi cerebro concentrado en otra cosa, me meteré en problemas con la sociedad más adelante, pues planeo arruinar tanto mi reputación que al final el Duque no le queda más que terminar conmigo este año, pero para ello debía asegurar mi plan B, pues en caso de que todo se me salga de las manos pueda estar segura de que cuando inicie mi nueva vida lo haga como deseo y no de una manera miserable, por lo que ahora debía encargarme de completar mi plan A, aquel que he estado organizando desde días atrás, pero Anya como siempre no parece tener fe en mí, de hecho la veo nerviosa y llena de ansiedad no deja de mencionar aquella pregunta y no deja de poner aún más nerviosa de lo que ya me encuentro, pues esto es una gran apuesta, un cincuenta, cincuenta y aunque sé cómo es el resultado en la historia, no puedo confiarme.
—Pero señorita, la verdad es que me preocupa, usted no ha montado un caballo en toda su vida, si pierde será una completa vergüenza, además del hecho que las damas no compiten en cosas como estas y usted puede tener problemas con sus padres si todo sale mal…—Asentí a las palabras de Anya y la observe fijamente, mientras ella parecía haber albergado algún tipo de esperanza en ese instante, pues yo parecía haber comprendido lo que ella decía.
—Tienes razón Anya, no puedo exponerme de esa forma, si lo hago corro el riesgo de que pueda llagar a formar un problema innecesario…—Anya asintió con convicción y pareció haber sida bendecida por aquel dios patético que adoran en este lugar.
—Por esa razón debes conseguir una máscara, además que me inscribirás con el nombre de Naimi, sin contar con el hecho de que debemos encargarnos de que nadie se percate que soy yo, por lo que debemos tener una distracción para poder escapar de todos y no descubran que seré yo quien compita…—Y el rostro de Anya había decaído de manera casi monumental, tanto así que hizo una mueca y una expresión en la que parecía querer llorar, pero no me importo, solo seguí caminando hacia el palco donde debería estar, pero entonces un sonido externo me saco de mi camino, allí se encontraba un hombre gordo y lleno de diamantes por doquier pisoteado a un pobre chico, este bajaba la cabeza mientras le pegaba con un látigo y lo insultaba una y otra vez, maldito miserable, lo que más me molestaba es que nadie hacia nada, nadie se encargaba de defender a ese pobre chico, claro esas malditas diferencias sociales, aquellas en las que por tener dinero se creen con el derecho a maltratar a los demás, la verdad es que en mi tiempo y en estos no habían muchas diferencias, todos eran iguales, lo único que podía decirse que no dejaba que los ricos se comportaran como unos imbéciles como estos, es porque bajo una estructura tan definida, existe algo como la presión social y con ello ser considerada un imbécil completo era algo que temía, pero en este momento no era de tal forma, por lo que era muy normal ver este tipo de actos.
Pero no baje mi guardia, no estaba dispuesta a ello, tal vez esto sea bueno, si me meto en otro escándalo el Duque puede llegar a molestarlo, por cierto no lo he visto, concéntrate Elizabetth, solo concéntrate, sí sé que es raro decir ese nombre, pero al fin y acabo esa justamente soy, tengo que acostumbrarme, por esa razón camine llena de decisión hacia el lugar, mientras escuchaba a Anya llamarme una y otra vez y yo claro estaba la ignoraba, pobre mujer deberías rendirte ahora mismo, la verdad es que solo te llevaré a la desgracia, pero ella parece no impórtale, pues podía sentir como seguía cada uno de mis pasos, y al llegar junto al hombre y sostener su brazo con él que golpeaba el látigo, este levanto su mirada la cual estaba llena de furia, mientras parecía estar dispuesto a soltarse de mí y golpearme con el mismo látigo.
—¿Qué se supone que haces niña? ¿Qué no respetas a tus mayores? ¿Quién eres para detenerme a mí? ¿Quién te crees? —No importaba quien era, no estaba dispuesta a permitir que siguiera golpeando al chico, por lo que hablé ahora con más autoridad y le demostré que sus gritos y su horrible cara no me intimidaban.
—La pregunta aquí es ¿quién se cree usted para golpear a un pobre chico de esta manera? ¿Por qué considera que puede hacer algo tan horrible y esperar que nadie lo detenga? —El hombre sacudió su mano intentando zafarse de mí, y me dio un leve empujón y escuche una exclamación de Anya, pero este imbécil no pareció comprender que yo también era una aristócrata, o tal vez lo sabía, pero tenía el ego tan alto que no le importaba.
—Castigo a un sirviente porque así lo deseo, no le interesa así que lárguese de una buena vez a menos que desees que te golpee a tú también mujer estúpida, no pienses que me costara mucho darte una buena reprimenda…—Sin duda alguna este hombre necesitaba que le dieran una lección, pues él no tenía idea con quien se metía, por lo que sonríe hacia él y puse mis manos en la cadera mientras lo retaba con la mirada.
—Atrévase a levantar ese látigo de nuevo y yo le cortaré la mano…—Entonces el río, rio fuertemente, mientras que yo fruncí el ceño, pues parecía que este bastardo de verdad no me estaba tomado en serio, parecía que solo le estaba contando alguna broma que mi parecer no era nada divertida.
—Ya lárgate niña, este maldito sirviente ensucio mi zapato y por ello debe pagar.
—Pero qué bastardo, ¿por esa razón está haciendo esto? Aquello me hizo enojar aún más, así que con mucho más gusto me atravesé en su camino, mientras pude percibir que Anya me tomaba de la mano y me daba pequeños jalones como quien indicaba que deseaba que yo le diera camino a ese bastardo, pero no estaba dispuesta claro que no, por lo que hable ahora más determinada.
—Será mejor que te vayas tú, porque yo soy cinta negra, además de una excelente competidora de esgrima, y mi madre me metió en todas esas cosas estúpidas de gimnasia que se le ocurrió, por lo que soy muy versátil…—El hombre dio un paso atrás y me observo aterrado, sabía que mis palabras le darían mucho miedo, sabía que con explicarle uno de mis pequeños talentos sería suficiente, pero entonces al escucharlo me quede un poco sorprendida, pues no entendiera muy bien de lo que hablaba.
—Su majestad… Yo… Yo solo estaba regañando a esa mujer… Yo… Su majestad…—Observe hacia mí, espalda, y allí estaba el Duque vincent Maquenssi, mi supuesto prometido, aquel que ahora tenía una mirada aterradora y su espada fuera de su funda, mientras el hombre parecía realmente intimidado.
—¿Quién te has creído al gritar a mi prometida? ¿Quién te has creído al amenazar a mi prometida? Esto no lo perdonaré…
—Señor… Por favor…— Noté como el hombre de aquella vez, que estuvo en la fiesta de té con nosotros, hablaba a sus oídos, y el Duque solo asentía y hablaba ahora más calmado, yo recuerdo quien es este, el hombre era llamado Colin, la mano derecha de Duque y su más fiel y habilidoso caballero, en la historia, además del caballero negro claro estaba, Colin se enamora de la protagonista principal, pero ella está tan cegada por su amor hacia el Duque que solo lo ignora, en lo que este vive solo hasta el final, hasta que en medio de una trampa de Elizabeth él muere por proteger a la protagonista y con ello esta solo llora porque no quiere quedarse sola con el cadáver del caballero, tanto así que cuando llega el bastardo de Vincent hacia ella, la pareja solo deja el cadáver hay tirado, y solo un gesto amargo surca de los labios del Duque y sin más se marcha dejando al pobre caballero sin siquiera darle una sepultura pulcra, que bastardos, todos dos sin duda.
—Su majestad el Duque usted no comprende, ella se interpuso en mi castigo hacia el plebeyo, yo solo…
—Silencio, no eres nadie para tratar a un ser vivo de tal manera, no permitiré que los aristócratas crean ser mejores que nadie, por lo que recibirás tu castigo por tus actos… Guardias…—Los hombres de armadura llegaron y sin más se llevaron al hombre que gritaba una y otra vez por piedad de su majestad el Duque, pero este solo lo ignoraba y posicionaba su espada en su lugar, mientras sus ojos muy lindos por cierto se conectaban con los míos, y me observaba fijamente, por lo que yo algo nerviosa de ver tal mirada en aquel, esperaba algo que no sabía que era, solo gire sobre mis talones y fui hacia el chico que parecía tener más o menos mi edad, solo que en verdad se veía muy delgado, deba mucho sentimiento ver a una persona de esa forma.
—¿Estás bien? —Ofrecí mi mano con una pequeña sonrisa en lo que este me mostró sus hermosos ojos y yo logre comprender todo lo que ocurría, no me jodas, esto es mucho mejor de lo que imagine y eso que lo hice sin pensar si lo hubiese planeado estoy segura de que no saldría de tal manera.
—Muchas gracias señorita, creía que moriría en aquel momento, por lo que estoy sublimemente agradecido por salvar mi vida, por favor, por favor déjeme servirle hasta el día de mi muerte…
—No lo creo, Colin encárgate de este plebeyo…—Pero quien se cree este bastardo, antes de que el perro faldero del Duque se interfiera, yo coloque mi brazo y levente una ceja mostrándome muy decidida en el hecho de que no permitiría que eso ocurriera.
—Eso lo decido yo su majestad, el Duque, además… He de aclarar que no necesitaba su ayuda hace un momento, yo sola hubiese podido, no se imagina lo buena que puedo ser defendiéndome sola, así que puede seguir su camino, yo tengo cosas que hacer… Anya…—Escuché un “si señorita” de parte de Anya, pero mi mirada estaba concentrada en el Duque, quien tenía una leve sonrisa, la cual solo ignore y hale ahora dándole una fija mirada al chico frente a mí —Encárgate de que él sea llevado a la mansión Sandringham, además de que le den comida y le brinden un baño, él desde ahora será mi sirviente, además consigue lo que te pedí hace un rato por favor —El chico sonrió con dicha, mientras Anya me observaba llena de sorpresa, pero aun así asintió sin decir una sola palabra, seguramente por el hecho de que estaba el Duque allí, porque de ser de otra manera ya estaría regañándome y diciéndome lo mala que era en hacer planes.
—Elizabeth, ese hombre…
—Muchas gracias por ayudarme su majestad el Duque, ahora si me permite tengo cosas que hacer y tengo entendido que competirá, le deseo suerte, aunque estoy segura de que no lo necesitara…
—Hice una reverencia y caminé lejos de él y tenía un gran sonrisa en mi rostro, pues aquel chico era nada más y nada menos que el gran caballero Negro, era quien peleo codo a codo con el Duque en la guerra y este consigue el título de caballero negro además del título de Conde, gracias a sus magistrales acciones en la guerra, además del hecho de ser el segundo villano en la historia original el mayor contrincante de Vincent y sin duda uno de mis seguros para poder vivir en esta jodida historia tétrica.
Tic, tac, tic, tac, así sonaba mi cerebro en este momento, como el maldito sonido de un reloj y lo más curioso es que no tengo ni uno, pero así mismo sonaba mi cabeza, no podía creerlo, Anya no llegaba y yo tenía que escapar, más cuando se trataba de mis padres que no paraban de hablar del increíble prometido y el hecho de que él ganaría aquella competencia y qué haba indicado que el dinero ganado lo entregaría a la caridad, por poco me da un paro cardiaco, que me perdone ese dios de este mundo, pero le prometo que le devolveré el dinero cuando sea rica y poderosa, por lo menos eso creo, no es una promesa en sí, pero yo necesito ese oro, necesito ese dinero, por lo que cuando le gane yo invertiré aquello en quitarle el futuro al protagonista, ya que después de todo yo lo necesito más que él, cuando conozca a la protagonista yo estaré lejos y los dejaré vivir su romance sin ningún problema, mientras yo con todo el dinero que ganaré me daré una gran vida, tal vez si tengo suerte conozca
De todas aquellas posibilidades, yo llegué a contemplar el hecho de ser descubierta por nada más y nada menos que mi famoso prometido, llegó a pensar en el hecho de piedra tal vez no lo sé, ser expuesta de manera bastante brutal por este y que reaccionara de manera brusca e incluso iniciar a gritarme a decirme que no soy más que una molesta y me dijese que carajos estaba haciendo ahora, pero no, nada de eso, él estaba tranquilo mientras me miraba con aquellos ojos suyos que he de decir que son hermoso, y parecía esperara con ansia en ver la reacción y qué actitud tomaría, él parecía saberlo perfectamente, solo esperaba mi reacción por diversión, por la anécdota, como dacia algunos comediantes, ahora soy yo la anécdota al parecer, carajo, ese hombre sí que es una molestia. —Su majestad, su majestad, pero qué dicha es verlo, la verdad es que no imagine que usted estaría aquí presente…—Qué palabras tan tontas, ¿no pensó que estaría allí? ¿Entonces qué pensó? Él estaba compitiendo por di
El jardín era muy bueno para relajarme, más cuando me acostaba en el pasto verde y observaba el cielo, mientras Darvin se ascotaba en mi pecho y los dos nos relajábamos como si fuésemos mendigos en medio de una buena semana, no más que satisfechos, así creo que estábamos los dos, yo con el hecho de que había conseguido el dinero suficiente para poder cumplir todos mis planes y el por qué había conseguido una buena ración de carne, una carne de la mejor calidad la compre a pesar de que Anya se había opuesto, pero que puedo decir, no puedo dejar a mi pobre gatito morir de hambre, aunque Anya difiere, ella suele decir que con lo que le dan en la mansión Sandringham es más que suficiente, que puedo decir yo soy una completa consentidora con mis animales, lo que diera por tener aquel caballo, estoy segura de que Trueno estaría más que encantado en su nuevo hogar, pero como siempre Anya no me lo permitió, algo que he de decir que me tiene muy triste, completamente lamentable si me pregunta,
—Su majestad el Duque no sabe cuánto le agradecemos estar en la subasta, por cierto ya nos hemos contactado con el antiguo propietario del cabello y ahora es todo suyo y le hemos ofrecido una gran suma de dinero tal cual como usted ha indicado…—Asintió lleno de satisfacción por aquello, sin duda alguna era lo que necesitaba, ahora cuando lleguen las joyas a la mansión Sandringham también podrá llegar aquel caballo y ella estará más que satisfecha, pues vi su rostro al ver como este era llevado por la casa de subasta en día de la competencia. Es curioso que ahora todo gesto que ella haga me parezca digno de admirar, de detallar, que me sienta incómodo cuando ella se viste de manera hermosa que me quede en silencio y en la distancia solo pare a observarla y poder notar con detalle su rostro y recordarlo cuando estoy lejos, aquel gesto lleno de paz que me hacía pensar que el mundo podía ofrecerte algo mejor, o aquel gesto lleno de dicha cuando obtenía una joya nueva o incluso una moneda
Podría enumerar las peores citas de la historia, claro esta era la peor que había llegado a tener, lo peor es que ni siquiera era una cita, era más bien una invitación a comprar, qué desastre, y que estaba tan dichosa por el hecho de que había conseguido tantas joyas y ahora apreciaba que iba a morir a manos de hombres extraños unos brutos que no hacían más que hablar en voz alta lo que planeaban hacer, seguramente creían que yo estaba aún dormida, pero aún no conseguía saber de quién se trataba aquel que estaba tras de los grandes gorilas que me habían secuestrado y según tengo entendido planean asesinarme, porque es más que claro que ellos no son los autores principales de este tipo de evento, más cuando ellos hablansobre que hacer conmigo antes de morir y su patrocinador no se enojara. ¿Habrá sido una trampa de parte del Duque? ¿Habrá el enviado asesino para deshacerse de mí desde ahora? Posiblemente, me trajo y me ilusionó con joyas para hacerme creer que era un buen prometido y
Salí de terrible bosque con Elizabeth en brazos, mientras la bestia me seguía de cerca. Allí me encontré al nuevo sirviente de Elizabeth, este había indicado que vendría conmigo en cuanto había llegado a la misión del Conde Sandringham, y al ver que aquella bestia no estaba dispuesta a seguirme para poder encontrar el rastro de su ama no me quedo otra alternativa que aceptar la ayuda del sirviente, quien parecía hacer un excelente trabajo con el prisionero, además de darle órdenes a la bestia la cual sin ningún problema había aceptado cada orden, desde el hecho de guiarnos hacia Elizabeth, hasta el hecho de no hacerle daño cuando la encontrara, todos según órdenes de aquel que aún no sé su nombre, pero a pesar de todo no me agradaba mucho.—Mi señorita… Bastardo ¿Cómo pudiste hacer tal cosa a mi señorita? —Un golpe fue dado de parte del plebeyo al hombre, el cual según pude ver estaba herido en la parte baja, de no ser atendido este morirá pronto y aquello es algo que no podía permiti
Mis ojos pesaban y mi cuerpo dolía demasiado, tanto que cuando intente moverme no pude evitar dar un gemido lleno de dolor y maldecir una y otra vez, pues la verdad que odio tener dolores, o tener siquiera un pequeño rasguño, soy alguien cobarde, no lo niego, una vez fui a una fiesta en la playa, allí caí contra una pelota inflada y no sé cómo llegue a cortarme la mejilla, el caso es que termine hecha un desastre, tanto que maldije una y otra vez, mientras Karel no hacía más que reír por el hecho de no ser más que una tonta, jamás olvidaré aquel día, más cuando el chico que me gustaba solo me observo con tristeza y era obvio que no me buscaría más adelante, al ver mi mejilla tan hinchada que mi rostro se veía como el del jorobado de Notre Dame—ah… Kar… me duele la cabeza, me duele el cuerpo, creo que no iré jamás a correr, no haré ejercicio jamás yo…—Señorita… Señorita…—Abrí mis ojos con lentitud y la realidad me dio una fuerte cachetada en el rostro, no me jodas, ella no es Kar, ta
En este momento me sentía como una completa idiota, una que había actuado como de costumbre y no comprendía la profundidad de los asuntos que me rodeaban, el Duque había encerrado a mi padre, a su amante y a su hijo, un hijo, no puede ser verdad, esto solo me hacía sentir terrible, aquel no era mi padre, pero la Elizabrth original nunca supo aquello, siempre creyó en el amor verdadero e irrompible de sus padres, aquel que la motivo a que el Duque la amara, aquel que incluso cuando veía todo imposible ella siempre perdido por todo, pues soñaba con que el Duque algún día la amaría como su padre a su madre que serian una pareja tan unida como lo eran la Condesa y su esposo, que ella tendría hijos de aquel Duque, tan hermosos como ellos, que llegarían a ser felices para siempre.Al final los sueños de Elizabeth no fueron más que tonterías, no fueron más que una ilusión, una ilusión que ahora se mostraba ante mí como algo imposible, como algo que nunca se haría realidad, pues a los que ell