Punto de vista de Alan:Me sentí demasiado asombrado y feliz cuando Estefanía me invitó a cenar a su departamento.Hoy no ha dejado de sorprenderme ni por un segundo y por muy inseguro que esté, con respecto a como me perciben sus sentimientos, presiento que aún tengo una oportunidad y que la secretaria Monroe, no me ha desterrado para siempre de su corazón.Nunca había estado aquí después de que ella se mudó, solo anteriormente cuando lo compre para dárselo y revisar que fuera perfecto para ella y el niño.Entré por la amplia sala iluminada cálidamente. Este departamento tenía un diseño de concepto abierto, donde la sala se juntaba de forma armónica con el comedor y la encimera de la cocina, creando un único ambiente que permitía tener vista a prácticamente todo el departamento menos a los dos cuartos y el baño.Estefanía lo tenía decorado con una gama de colores atemporales, pero con toques cálidos como algunos cojines de colores vibrantes o unas plantas naturales en la amplia terra
Nunca creí que en mi vida pensaría que una mujer en chándal y camiseta de tirantes, se vería sexy y tentadora, pero justo ahora esa era la única idea que tenía en mi cabeza.Al cabo de unos minutos de pactar mis próximas visitas con Mateo, Estefanía salió de su habitación vistiendo un cómodo chándal de franela rosa, con una fresca camiseta de tirantes blanca y unas cómodas pantuflas que imitaban a algún tipo de bicho raro peludo, con bolas moradas.Su cabello rojo recogido en una alta coleta despreocupada.Esta es otra de las facetas que nunca había visto de Estefanía y debo admitir que me estaba encantando, como cada cosa nueva que he ido descubriendo de ella, durante estos meses que he estado involucrándome en su vida.- ¿Me ayudas, entonces?- me preguntó ya dejando de lado ese tono profesional con el que me habla en la oficina y se le nota más relajada y en confianza, lo cual es perfecto y siento como la valentía va creciendo en mí.Dejamos a Mateo muy entretenido con sus animados,
Salí del cuarto, luego de acomodar las cosas como mismo me las había encontrado, intenté disimular lo mejor posible, mi desconcierto y mi ansiedad y concentrarme en ayudar en la cena.- Te quedan muy bien las pantuflas, qué casualidad son el mismo pie- me dijo mirándome y terminando de acomodar las pechugas de pollos con los vegetales en la bandeja del horno, llevaba un delantal verde que decía:“Cuidado con la tía cocinera, la única capaz de quemar el agua en el mundo”.Me dio mucha gracia a pesar de la situación, me imagino que Mateo lo habrá elegido, no tenía idea de como cocinaba Estefanía, nunca había tenido el honor de probar su comida.- Puedes agregarlas al zapatero de la entrada, para que cada vez que venga, cambiarme los zapatos- le respondí como si nada, tratando de disimular mi nerviosismo, pasando un paño por un poco de desorden en la meseta, esperando que no me diera una respuesta cortante y sarcástica.- Está bien, ahí te las voy a guardar- me respondió en voz baja, cas
Salimos a la terraza, donde dos cómodos muebles de mimbre carmelita nos esperaban.Estefanía abrió el cristal de la cubierta y la refrescante brisa entró, mientras yo abría diestramente la botella de vino tinto y llenaba un poco nuestras copas.- Por esta maravillosa y encantadora tarde- le digo brindando con ella y es con total seriedad, a pesar de darme cuenta, una vez más, de lo estúpido que había sido todos estos años, por todo lo demás que he vivido estas últimas horas, me siento más que agradecido con la vida.Ella brinda conmigo y tomamos un sorbo de esta deliciosa bebida mientras Estefanía mira pensativa hacia las luces distantes de la ciudad y yo, sin poder evitarlo, me quedo mirando como tonto su hermoso rostro.- Gracias Alan, gracias por todo- me dice de repente tomándome por sorpresa y mirándome directo a los ojos.Yo me quedo sin saber que responder a eso, y aunque en el fondo no dude ni un segundo de la inteligencia de Estefanía, tenía la esperanza de que no descubriera
Ese fin de semana, a pesar de la depresión de ser rechazado flagrantemente, mi abuela se puso extremadamente pesadita e insistente para que fuera a almorzar con ella a su mansión.Así que aquí estoy bajándome de mi Audi R8 color blanco.Llevo un look casual de pantalones beige de Ralph Lauren, una camisa de algodón manga larga en tono pastel de Hugo Boss, por encima un suéter fino de Brunello Cucinelli, con su cuello en V color gris.Mis cómodos mocasines de cuero Gucci, en tono café, mis gafas de sol de Tom Ford para protegerme del sol y mi cabello castaño oscuro, peinado, despreocupadamente elegante.Miré mi Rolex y determiné que había llegado a tiempo, si hay algo que odiaba la Sra. Elba Kingsley es la impuntualidad.Subí las anchas escaleras de mármol blanco de la entrada, debo decir que esta mansión con un estilo entre lo clásico y lo posmoderno, era algo así como una coca cola en el desierto, porque en Manhattan este no era para nada el estilo de las edificaciones, donde reinaba
- ¡Agarra ese hongo… ten cuidado con esa flor que te puede comer… salta…corre hacia la tubería!- le decía emocionado las indicaciones del juego a Mateo, que jugaba muy entusiasmado a Super Mario Bros en el Nintendo Switch que le había regalado y hoy nos habíamos pasado toda la mañana del domingo jugando- ¡eso, campeón, así se hace!- le dije alborotando su cabello y él agarraba el mando y se reía genuinamente como todos los niños que juegan videojuegos.Estábamos los dos sentados en la sala del departamento de Estefanía y unas semanas después de que hice mi promesa, al fin pude cumplirla y tener tiempo libre del trabajo para venir a enseñarle a jugar.Me dio mucha satisfacción ver su carita de asombro cuando abrió la caja del equipo, lo tocaba con mucha delicadeza como si fuese de cristal y pudiese romperlo al mínimo toque.Podía ver la emoción en sus ojos cuando le explicaba el funcionamiento y después como se jugaban los diferentes juegos, pero al final se decidió por Super Mario Bro
En todo el trayecto a la casa nadie habló una palabra y era obvio el ambiente deprimente, nada que ver con la alegría y relajación que teníamos hace solo unas horas.Miraba por el espejo retrovisor a Estefanía, pero ella no me miró ni por un segundo, estaba muy concentrada observando el paisaje exterior, pero yo sabía que su cerebro debería estar trabajando a mil, porque además su ceño fruncido, la delataba.Ya había dejado de derramar esas pequeñas lágrimas que salieron de sus ojos al inicio, pero eso era lo peor, no porque quisiera que estuviese llorando, daría lo que fuera porque sus lágrimas solo fueran de pura alegría, pero la conozco muy bien.Así, con esa actitud de intocable e invencible, solo estaba construyendo un muro de hierro a su alrededor que le permitía defenderse, pero que no dejaba entrar tampoco a nadie.Esa era de las peores cosas que tenía la secretaria Monroe, como había tenido que hacer frente sola a todos los problemas de su vida, entonces aunque tuviese la per
- Estefanía hablemos por favor- le digo persiguiéndola en su caminata sin sentido, una vez que termino mi conversación con Williams.- No, escúchame tú Alan, cada vez que pienso que puedo sacar la cabeza de esta relación tan tóxica que he mantenido por años contigo, algo sucede que vuelve a hundirme de nuevo en este bucle sin fin de problemas y agonía- me dice girándose con rabia y enfrentándome.Yo me quedo estupefacto porque no entiendo que tiene que ver su relación conmigo, con el hecho de que se hayan filtrado sus fotos.Aunque por supuesto ni muerto le voy a rebatir en estos momentos, en realidad yo no la obligué a que se tomara esas fotografías, ella lo hizo con sus razones más que justificadas, pero al fin y al cabo nadie le puso un cuchillo al cuello y la obligó.No obstante a eso, me quedo callado y espero para escuchar todas las cosas que tenga que decirme, porque ahora mismo, con el cabreo que tiene, creo que me va a costar mucho trabajo que me escuche.Al menos que me use