Durante el par de horas que duró el vuelo, me sentí torturada, jamás me había subido a una avioneta, recoste mi cabeza sobre el hombro de mi padre.Me sentía profundamente avergonzada por obligar a mi padre a que abandonara toda su vida, él se limitó a acariciar mi cabeza suavemente.Cuando la avioneta empezó a bajar, pude ver que la isla era pequeña, tenía fe que ahí podría ser feliz junto a mi padre y mi hijo, me era obligatorio aferrarme a eso.Para esa hora, los guardias ya estarían despiertos, Massimo ya tenía que estar enterado, y furioso, jurando que me haría pagar por esto.Temblé un poco al pensar en ello, el ama de llaves extendió su brazo para tomar mi mano y así pudiera bajar de la avioneta, en cuanto lo hice, pude sentir la brisa del mar sobre mi rostro.Era el aire más limpió que jamás había respirado, inhale profundamente, mi padre pasó su brazo sobre mis hombros.—Logré vender en tiempo récord la casa, hija, había un viejo amigo que hacía tiempo la quería, así que no
EmilieLos siguientes días no tuve tiempo libre como para pensar en Massimo, mi padre y el ama de llaves, quién por cierto nos pidió que de ahora en adelante le llamemos nana, discutían la mayor parte del tiempo.No podían llegar a un acuerdo sobre que negocio poner, se convertirían en socios, unieron su capital, cada uno insistió en darme la mitad de su dinero, querían asegurar mi futuro y el de mi hijo.Al principio me negué, pero ante su insistencia terminé accediendo, dejando claro que les pagaría más adelante, esperaba poder hacerlo.La casa se compraría igual, a partes iguales, pero decidieron que la eligiera a mi gusto, tendría que ser alguna de las dos únicas disponibles.La primera casa que nos mostraron, no tenía mucho espacio, necesitábamos que tuviera varias recámaras, y de ser posible, un jardín enorme.La segunda casa era perfecta, situada en lo alto de una colina, justo dónde terminaba el pueblo.Tenía un terreno muy grande, pues el antiguo dueño era criador de caballos
Los siguientes días fueron para adaptar la casa a nuestro gusto, mi hijo crecería tal vez no rodeado de excesivos lujos, pero sí con comodidad y mucho amor, mi padre insistió en poner seguridad por toda la casa el niño.—Pero papá, aún falta mucho para que camine, tómalo con calma —le dije mientras sonreía al ver lo ilusionado que estaba.—Mi nieto crecerá muy rápido, no ves lo enorme que está, cuando menos lo pienses ya estará caminando, es más, corriendo por toda la casa, hay que asegurarnos que no se vaya a caer, este barandal debe de estar firme, pondré algunas puertecillas para que no pase a dónde no es debido.Terminé dejándolo en paz, agradecí profundamente por mi pequeña familia.Franco se esmeraba en agradarme, no quería romper su corazón, quería que desechará toda esperanza de tener algo más conmigo, un hombre tan noble como él, merece una mujer que lo ame profundamente.—Franco, necesito hablar contigo.—Claro, dime.—Quiero agradecerte todo lo que haces por mí.—Sabes que
Un escalofrío me recorrió la piel al ver la expresión de Nana. La noticia sobre la mujer del restaurante la había impactado más de lo que pensé. Tal vez no debí decirle, su edad la hacía vulnerable a este tipo de emociones fuertes.—Nana, ¿Estás bien? Anda, te ayudaré a llegar hasta el sillón, te sentirás mejor al sentarte, dije con dulzura, mientras la tomaba por el brazo, arrepentida por haberla asustado.—No es nada, hija, solo es que estaba distraída y al escucharte me he asustado, esa mujer quizás sea una turista que se ha perdido, ya ves que vivimos muy cerca de la playa.Reflexioné sobre sus palabras, quizás tenía razón y yo estaba haciendo una tormenta dentro de un vaso de agua.Tal vez yo asuste más a la mujer al acercarme de esa manera a su auto, por eso se alejó de prisa, sonreí al imaginarlo.Pero es que en cuanto a la seguridad de mi hijo, era mejor prevenir que lamentarse, de ninguna manera iba a permitir que le pasara algo que lo pusiera en riesgo de algún modo.El rest
El aire se sentía cargado de tensión, como si una tormenta estuviera a punto de estallar. Sentí que el suelo se deslizaba debajo de mí, no por el shock o la sorpresa, sino por una furia ardiente que comenzó a hervir dentro de mí cuando me enfrenté a la mujer que decía ser mi madre. Ella mantenía una calma que me resultaba irritante, casi ofensiva. Su serenidad no encajaba con la narrativa de mi vida, una vida que había estado llena de luchas y desafíos desde que tenía memoria.—Emilie, sé que es difícil de entender, pero mi ausencia no fue una elección fácil. Las circunstancias me obligaron...—¿Circunstancias? —la corté, incapaz de contener el desprecio en mi voz. La idea de que pudiera justificar su abandono con una simple palabra me llenaba de indignación.Ella intentó acercarse, extender su mano en un gesto que pretendía ser de consuelo, pero yo retrocedí. No podía permitirme caer en su juego, no cuando cada fibra de mi ser me advertía de su falsedad.—Escucha, Emilie, todo lo qu
MassimoMe sentía agotado, había buscado incansablemente a Emilie y a mi hijo, me preguntaba cómo era su estado de salud desde que había nacido, y si su madre estaba en las condiciones de alimentarlo y cuidarlo como era debido.La imaginaba bailando en algún lugar de mala muerte, mientras dejaba en algún rincón oscuro a mi hijo para que no fuera visto, aquello me provocaba una gran incertidumbre.Esas terribles imágenes me torturaban diariamente a través de pesadillas, luego recordaba que el ama de llaves se había marchado con ella, y por momentos sentía consuelo al imaginar que ella cuidaba a mi hijo.Me encontraba encerrado en mi despacho, sintiéndome como león enjaulado, había despedido a todo el personal encargado del mantenimiento y servicio, la casa permanecía oscura, de pronto abrieron la puerta, y una figura entró encendiendo la luz enseguida.Cerré los ojos cegado por la repentina iluminación, al abrirlos vi que mi padre estaba parado frente a mí, completamente furioso, en re
MassimoEn ese momento, nuestras miradas se cruzaron a través de la ventana. Los ojos de Emilie se abrieron con sorpresa y shock al verme allí. Pude ver cómo su cuerpo se tensaba, apretando instintivamente a nuestro bebé contra su pecho como si quisiera protegerlo de mí.No pude soportarlo más. Salí de mi escondite y me acerqué a la puerta con pasos temblorosos. Toqué suavemente, mi corazón latiendo desbocado en mi pecho. Después de unos momentos que se sintieron eternos, Emilie abrió la puerta. Su rostro estaba pálido y sus ojos llenos de recelo.—Emilie… —susurré con voz entrecortada. —Yo... lo siento tanto...—¿Qué haces aquí, Massimo? —preguntó ella con frialdad. —¿No has hecho ya suficiente daño?Cada palabra era como una puñalada en mi corazón, pero sabía que me lo merecía.—Necesitaba verte, pedirte perdón… —supliqué. —Sé que no lo merezco, pero...—Tienes razón, no lo mereces, —me cortó Emilie con dureza. —Después de todo lo que me hiciste pasar, de cómo me humillaste y me tr
EmilieLos primeros días en mi nuevo trabajo pasaron en un borrón de actividad. La mansión de Luca era vasta, y había mucho que aprender. Pero me lancé a mis tareas con determinación, decidida a probar mi valía.Un día, mientras estaba limpiando el estudio de Luca, accidentalmente tiré una pila de bocetos. Maldije en voz baja mientras me apresuraba a recogerlos.—Déjame ayudarte con eso —escuché una voz desde la puerta.Alcé la mirada para ver a Luca, apoyado contra el marco de la puerta con una sonrisa divertida.—Lo siento mucho —digo apresuradamente —debí haber sido más cuidadosa —ya me esperaba una reprimenda de su parte por ser tan torpe.Pero Luca simplemente se arrodilló a mi lado, ayudándome a recoger los papeles dispersos. —No te preocupes, Emilie. Son sólo bocetos.Mientras ordenamos los dibujos, no pude evitar quedarme impresionada por su talento. —Estos son increíbles, Luca. Tienes un don.Él sonrió, pero noté un toque de tristeza en sus ojos. —Gracias. Aunque a veces me p