OLIVIA

Dos días después

"¡Enciérrenla y no dejen ni que vuelva a ver el sol, no se lo merece!" Nick le gritó a los policías de Nueva Aldea. Sus ojos eran fríos como el hielo, llenos de odio.

Uno de los policías me metió bruscamente en una celda mugrienta y maloliente antes de cerrar los barrotes de golpe. Me giré para mirar a Nick y Sandra. Estaban juntos, parecían muy amigos... o amantes. Ella era la razón por la que él se había vuelto contra mí, aunque no entendía por qué.

Habíamos crecido juntos, lo habíamos hecho todo juntos. Nos habíamos cuidado las espaldas mutuamente. Y ahora estaba al lado de mi marido mientras me metía en la cárcel por algo que claramente yo no había hecho. Hace unas horas, estaba preparando la cena para mi marido, esperando a que volviera del trabajo. Incluso después del incidente con Sandra en la cocina, y a pesar de que las cosas habían cambiado entre nosotros desde que Sandra volvió, aún tenía esperanzas de que pudiéramos arreglar este malentendido. Entonces ocurrió esto.

La forma en que Nick me había mirado cuando llegó con la policía también me rompió el corazón. Nunca había visto tanto odio en sus ojos. Parecía que Sandra había destrozado mi matrimonio y lo había puesto en mi contra, mintiéndole descaradamente. Y él le había creído cada palabra.

Había intentado suplicarle, tratar de hacerle entrar en razón. "¡Nick, por favor! Yo no he hecho esto. Sandra está mintiendo. No sé por qué me hace esto. Por favor, créeme. Yo no la empujé, ni maté a su bebé, ni tampoco te robé. Sabes que nunca haría algo así,” le había insistido, pero él no me había escuchado. Al día siguiente volvió del hospital con la policía, acusándome de haberle robado.

No sabía cuándo fue que las cosas se habían puesto tan feas entre nosotros que él dejó de confiar en mí. Una vez fuimos felices, haciendo planes para nuestro futuro. Entonces dejé entrar una serpiente en mi casa, y se volvió contra mí.

Intenté suplicarle a Sandra también. "Sandra, por favor. Dile la verdad. Dile que yo no te hice nada. No sé por qué te has vuelto así contra mí. ¿Por qué le mentiste así? Sabes que nunca haría nada de eso. No te empujé, y ni siquiera sabía que estabas embarazada. ¿Por qué hiciste esto? ¡Dime la verdad!"

En lugar de sincerarse, Sandra había llorado y me había dicho, "Olivia, eres tan cruel. Incluso ahora me culpas por lo que hiciste. ¿Qué he hecho yo para merecer esto de ti? Era tu amiga y te quería mucho. Pero nunca te preocupaste por mí. Sabías que estaba embarazada, y aún así me empujaste. ¡Ni siquiera le conté a Nick cuando empezaste a robarle! Guardé tus secretos, ¿y así es como me lo pagas?"

Entonces sentí que toda esperanza se desvanecía. Nada de eso era cierto, pero Nick le había creído cada palabra.

Sandra lloró y se giró hacia él. "No debería haberte contado nada de lo que hizo. Es culpa mía que se comporte así. Olvida todo lo que te he dicho y escucha a tu mujer."

Se giró hacia mí y sonrió sin que él la viera. "Olivia, me iré. Volveré al extranjero. Siento haber arruinado tu matrimonio. Te perdono por todo, y sé que no querías empujarme. Pero deberías confesar todo el dinero que robaste. Estoy segura de que Nick te perdonará y podrán arreglar las cosas."

Los ojos de Nick se ablandaron cuando miró a Sandra. Él se creía todas las mentiras que ella estaba diciendo, y mi corazón se rompió cuando lo vi mirarla de esa manera. Esa suavidad solía estar reservada solo para mí, su esposa.

"No te pongas triste, Sandra. Tú no eres la que me ha estado engañando, robando y conspirando a mis espaldas," le dijo Nick con suavidad. "Tú no le dijiste que tomara esas pastillas para evitar tener a mi bebé, ni la empujaste por las escaleras." Luego se giró hacia mí y me dijo, "Te prometo, Olivia, que pagarás por todo. Mientras yo viva, nunca tendrás paz."

La temperatura de mi cuerpo bajó rápidamente y me recorrió un escalofrío, sabiendo que hablaba en serio. Nunca pensé que pudiera hacerme algo así o decirme cosas tan odiosas, y no pude evitar que se me saltaran las lágrimas.