Jorge apretó los puños con fuerza al escuchar esas palabras.Levantó la mirada y la fijó en los ojos de ella, sin un rastro de remordimiento, como convencido de lo que iba hacer.—No me divorciaré, a menos que esté muerto, no te quiero perder.—Jorge... —Ella temblaba de la ira—. No puedes detenerme, y tampoco intentes usar a tu abuelo para amenazarme. Ese es tu abuelo, no el mío. ¿Por qué debería preocuparme por ti, un ser impulsivo y violento?Amanda recordó cómo, a pesar de estar enferma y agotada, ella había hecho todo lo posible por mantener las cosas en orden, hasta el punto de producirle jaquecas por el agotamiento.¿Y el resultado? Él cooperó estrechamente con la policía. Si no hubiera renunciado, probablemente habría ganado otra medalla de honor.Todos estaban actuando, excepto ella, que había dado todo de corazón. Ahora, deseaba poder arrancarse el corazón que no parecía caber en su pecho por volver a confiar en un hombre.Jorge se levantó lentamente, mirándola desde arriba.
—Ya te lo dije, no me provoques. No tienes idea de cómo soy en realidad. Amanda, te he perdonado muchas veces, pero esta vez fuiste tú quien vino a buscarme, no tengo razón para dejarte ir. Ya lo dije, tengo mucha paciencia. Algunas cosas o no se hacen, o se hacen a la perfección.—No te preocupes, esto será común de ahora en adelante y con el tiempo te acostumbraras Jorge terminó de hablar y se dio la vuelta, alejándose sin mirar atrás, el sonido de al menos dos candados fue escuchado al cerrarla la puerta.Cuando él se fue, Amanda se dejó caer sobre la cama, completamente paralizada.Su ropa estaba empapada de sudor.¿Quién era él? Aparentemente justo y valiente, pero en realidad… obsesivo, sombrío, demente…No se atrevía a pensar más.Pronto notó que había enfermeros vigilándola, en realidad eran hombres de la familia Toledano, lo que hacía muy difícil que pudiera salir del hospital.Estaba preocupada, buscando una manera de escapar, cuando inesperadamente se percató que en la cami
Amanda llevaba mucho tiempo acumulando resentimiento contra Catalina. La agarró del cabello y le dio varios golpes con el puño. Catalina, con su pierna herida, no tenía fuerza para resistirse, y solo podía gritar de dolor.Poco después, la puerta de la habitación se abrió. Amanda se sacudió la bata con tranquilidad y salió como si nada hubiera pasado.Catalina, acurrucada en la esquina, tenía el rostro hinchado, la nariz sangrando y el cabello completamente desordenado.Con las manos temblorosas, cogió su teléfono y marcó el número de Jorge.—Hermano, Amanda me ha golpeado… ¡ella… ella me lastimó!Estaba llorando y quejándose, pero, de repente, Amanda, que iba caminando delante, se giró y caminó hacia ella y le dio una patada en el estómago. Catalina del golpe soltó el celular que cayó al suelo y no pudo continuar hablando.Media hora después, Jorge llegó al hospital. Ya había visto el video de las cámaras de la habitación en el auto y sabía que esta vez Catalina no había provocado a
—Por eso, hiciste bien en golpearla.Mientras decía esto, él se acercó, y su aliento cálido rozó la mejilla de Amanda, una combinación entre canela y café molido.Su corazón comenzó a latir con fuerza, sus orejas se pusieron rojas, y dio un paso hacia atrás.Su cerebro quedó en blanco por unos segundos; por un instante, pensó que Jorge iba a besarla, no pudo sentir más que asco, él la mantenía privada de su libertad, de nuevo.Él la miraba con seriedad, con una intensidad ardiente en los ojos.Ya no intentaba ocultarlo; su mirada era seductora, como si quisiera devorarla, dejando nada de ella intacto.El corazón de Amanda latía tan rápido como si fuera un tambor.Desvió la mirada apresuradamente. —Jorge, ¿estás siendo fiel a tu profesión? Sabes que estás infringiendo la ley. ¿No tienes miedo de…?—¿Miedo de qué? —preguntó él, levantando una ceja—. Puedes denunciarme por acoso e intento de violación. Admitiré mi culpa. Solo tienes que hacerlo, pero no vas a poder detener esto que sé que
Si una mujer caía en manos de secuestradores, ¿qué destino le esperaría?Amanda Melero estaba experimentando como ese grupo de personas quería convertirla en una puta.Le cubrieron los ojos con una venda negra y le taparon la boca con cinta adhesiva, atándola en una esquina como si fuera un animal.Su cuerpo estaba lleno de heridas, sin una sola parte de piel sana. La cuerda no medía más de un metro, por lo que, si trataba de huir, se estrangularía. De hecho, había intentado resistirse en varias ocasiones y lo único que había logrado era asfixiarse. Su rostro se había tornado morado y su voz se quebró al instante. ¡No tenía escapatoria!Al otro lado de la puerta, escuchó como los secuestradores maldecían furiosos, después de que hubieran intentado violarla y ella les hubiera mordido la garganta con furia.Con un poco más de fuerza, le hubiera roto la tráquea, y hubiese matado al secuestrador. Por eso la habían golpeado y la habían atado ahí, incluso la drogaron.No sabía qué era lo q
Aquel era un club que Lucas frecuentaba, donde solía beber y divertirse con sus amigos.Amanda no podía creer que las palabras del líder del grupo que la había secuestrado fueran ciertas, por lo que, sin poder controlarse fue a buscar a Lucas. Había estado con Lucas durante tres años, gracias a lo cual sabía el número del reservado que él frecuentaba por lo que directamente se dirigió hacia allí, donde lo encontró jugando a «verdad o reto». —Lucas, perdiste, ¿verdad o reto?—Verdad.—Bueno, ¿quién es la mujer que más quieres?—Venga, todos saben la respuesta. Claro que es Viviana.—¡Uy, uy…!Las voces de todos los que jugaban eran sumamente animadas.El rostro de Amanda, quien se encontraba al otro lado de la puerta, perdió todo su color. Ya no tenía más fuerzas y su mano se quedó suspendida en el aire, sin tener el valor suficiente para tocar el pomo, por lo que se limitó a escuchar. Parecía que había comenzado una nueva ronda y esta vez quien perdió no fue otra que Viviana. —Viv
Jorge extendió las manos lentamente hacia ella; sus dedos eran delgados y sus palmas eran cálidas y anchas.Al escuchar esa voz tan familiar, Amanda se quedó inmóvil, como si una cuerda invisible la hubiera atado.En ese momento, el pandillero borracho se acercó rápidamente, diciendo groserías: —Oye , te estoy hablando. ¿Por qué me ignoras? Ven aquí, parece que me necesitas… Sin embargo, antes de que terminara, Jorge, sin pronunciar palabra ni una sola palabra, usó el pequeño paraguas para someterlo fácilmente, antes de llamar a la policía, la cual acudió de inmediato. —Este hombre está acosando a una mujer y podría ser un reincidente. Llévenselo y denle una buena lección —dijo Jorge con firmeza.—Entendido, nos encargaremos de ello —respondió el policía, de manera respetuosa, antes de llevarse al borracho.Amanda debería haber aprovechado esta oportunidad para huir, pero, después de todo lo que había sucedido, se encontraba exhausta.—¿Necesitas que te lleve a casa? —La voz de Jorg
Jorge estaba hablando por celular, sin percatarse de su presencia.—Vale, te acompaño de compras el fin de semana. Ahora tengo que conducir, así que no puedo seguir hablando… —Hizo una pausa—. Sí, sí, como tú quieras. Jorge, siempre hablaba de manera directa y contundente, dando una imagen muy dura, de un hombre lleno de fuerza. Sin embargo, en ese momento, su voz era suave e, incluso, esbozaba una amplia sonrisa, que mitigaba el aire intimidante. Amanda lo miró, pensando que, tal vez, hablaba con una joven que le gustaba mucho. Sintiendo que había encontrado a un salvador, golpeó desesperadamente la ventana del auto. —¿Sí? —preguntó Jorge, un tanto sorprendido, tras bajar la ventanilla.¿Qué diablos hacía Amanda allí? —Eh… A ver, te llamaré otro día, ¿sí? Ahora estoy ocupado —dijo ansioso al teléfono—. Cuando nos veamos, puedes castigarme como gustes. Amanda pensó que realmente parecía que estaba hablando con alguien importante para él.—¿Qué te pasa? —preguntó Jorge, sin abri