—Quiero ser egoísta por una vez, ¿por qué no puedo hacerlo?—Amanda, no preguntes más. Admito todos mis pecados.Su voz era muy suave, como si ni siquiera él estuviera seguro de si se arrepentía. Si tuviera la oportunidad de volver atrás, probablemente haría lo mismo.Sabía que sus acciones eran imperdonables y que, al romper esa barrera, la relación entre ambos quedaría profundamente dañada. Pero lo hecho, hecho está, y no había forma de negarlo.—Puedes odiarme o culparme, pero ya es demasiado tarde. No voy a dejarte ir.El corazón de Amanda cayó en un abismo sin fondo.—¿Por qué yo? ¿Por qué tenía que ser yo?Ella lo cuestionó, con lágrimas en los ojos.Él palideció un poco más, apretó los labios y no dijo una sola palabra.Amanda cerró los ojos con desesperación y dolor. Una lágrima rodó por su mejilla.Ella había visto al mejor lado de Jorge, el hombre que siempre aparecía en sus momentos más oscuros, rescatándola del peligro, defendiéndola ante la opinión de las personas y tratán
William fue llevado a la villa. Estaba cubierto de sangre, su ropa destrozada; la tela blanca ya no mostraba su color original.Su cara estaba llena de golpes, y con un ojo tan golpeado que casi que ni podía ver.Yacía en el suelo, tosiendo sangre sin parar. Luego giró sobre sí mismo, se tumbó de espaldas y comenzó a reír a carcajadas.—Jorge… Jorge…Había perdido un diente frontal, lo que hacía que su voz sonara extraña, con un silbido molesto.—Deberías haberme llevado directamente a la Oficina de Contrabando, pero me mantuviste aquí por tu cuenta. ¿Es que quieres vengarte? ¿No eras el más acaso el más honesto? ¿No eras el que ponía la ley por encima de todo?—Te llevaré allí pronto, pero no ahora.Jorge respondió con una voz sombría.—No deberías haberle contado esas cosas.—Cof… no me culpes, pensé que ella ya lo sabía.Al escuchar esto, Jorge levantó el pie y lo presionó con fuerza sobre la herida de bala en la pierna de William, moviendo el zapato para agravar el dolor. La herida
Tony, que estaba al lado, observaba la escena y sintió un escalofrío, incapaz de evitar inhalar profundamente. ¿Jorge lo iba a matar?Jorge, mirando desde arriba a William, sacó una servilleta, limpió su camisa a la cual le había caído un poco de sangre con calma y luego la arrojó al rostro de William.—Tony, llévalo a la Oficina Anti Contrabando. Dile al director que estoy dispuesto a colaborar con ellos.Tony asintió de inmediato.Siempre había sido quien ayudaba a Jorge a manejar los asuntos del grupo y conocía muchos detalles sobre su tiempo como infiltrado.Sin que Jorge se lo dijera directamente, logró entender algo más: habían herido a su cuñada, y Jorge estaba decidido a acabar con todos los responsables del barco aquella noche. No dejaría a ninguno con vida.Ahora, los fugitivos restantes eran Santiago y el asesino K.Cuando Tony terminó el encargo y regresó, vio que Jorge estaba empacando cosas para salir, posiblemente en dirección al hospital. Últimamente pasaba más tiempo a
Amanda habló con calma, dejando a Catalina confundida. ¿Acaso había escuchado mal?¿Amanda quería irse? ¿En serio?La miró con recelo. —¿Por qué?—No me gusta tu hermano y no quiero tener nada que ver con tu familia. Así que quiero irme. Pero él no me deja, y no tengo otra opción.—¿Qué le diste a mi hermano? —Catalina respondió con frustración, mezclada con un poco de envidia.Ojalá toda la preferencia de Jorge estuviera dirigida únicamente a ella.Antes pensaba que Jorge ya la trataba de manera especial, que era única para él. Pero ahora se daba cuenta de que el verdadero objeto de su afecto y preferencia era Amanda. Lo que él le daba a ella era incomparable a lo que le ofrecía a Amanda: una devoción incondicional.Catalina sentía celos, rabia y frustración, pero no tenía forma de cambiarlo.¿Y ahora Amanda quería irse?Si Amanda se iba, podría volver a ganarse el amor de su hermano, quizás volver a vivir juntos.—¿Tienes alguna forma de ayudarme a salir? —Amanda, sin otra opción, re
Si una mujer caía en manos de secuestradores, ¿qué destino le esperaría?Amanda Melero estaba experimentando como ese grupo de personas quería convertirla en una puta.Le cubrieron los ojos con una venda negra y le taparon la boca con cinta adhesiva, atándola en una esquina como si fuera un animal.Su cuerpo estaba lleno de heridas, sin una sola parte de piel sana. La cuerda no medía más de un metro, por lo que, si trataba de huir, se estrangularía. De hecho, había intentado resistirse en varias ocasiones y lo único que había logrado era asfixiarse. Su rostro se había tornado morado y su voz se quebró al instante. ¡No tenía escapatoria!Al otro lado de la puerta, escuchó como los secuestradores maldecían furiosos, después de que hubieran intentado violarla y ella les hubiera mordido la garganta con furia.Con un poco más de fuerza, le hubiera roto la tráquea, y hubiese matado al secuestrador. Por eso la habían golpeado y la habían atado ahí, incluso la drogaron.No sabía qué era lo q
Aquel era un club que Lucas frecuentaba, donde solía beber y divertirse con sus amigos.Amanda no podía creer que las palabras del líder del grupo que la había secuestrado fueran ciertas, por lo que, sin poder controlarse fue a buscar a Lucas. Había estado con Lucas durante tres años, gracias a lo cual sabía el número del reservado que él frecuentaba por lo que directamente se dirigió hacia allí, donde lo encontró jugando a «verdad o reto». —Lucas, perdiste, ¿verdad o reto?—Verdad.—Bueno, ¿quién es la mujer que más quieres?—Venga, todos saben la respuesta. Claro que es Viviana.—¡Uy, uy…!Las voces de todos los que jugaban eran sumamente animadas.El rostro de Amanda, quien se encontraba al otro lado de la puerta, perdió todo su color. Ya no tenía más fuerzas y su mano se quedó suspendida en el aire, sin tener el valor suficiente para tocar el pomo, por lo que se limitó a escuchar. Parecía que había comenzado una nueva ronda y esta vez quien perdió no fue otra que Viviana. —Viv
Jorge extendió las manos lentamente hacia ella; sus dedos eran delgados y sus palmas eran cálidas y anchas.Al escuchar esa voz tan familiar, Amanda se quedó inmóvil, como si una cuerda invisible la hubiera atado.En ese momento, el pandillero borracho se acercó rápidamente, diciendo groserías: —Oye , te estoy hablando. ¿Por qué me ignoras? Ven aquí, parece que me necesitas… Sin embargo, antes de que terminara, Jorge, sin pronunciar palabra ni una sola palabra, usó el pequeño paraguas para someterlo fácilmente, antes de llamar a la policía, la cual acudió de inmediato. —Este hombre está acosando a una mujer y podría ser un reincidente. Llévenselo y denle una buena lección —dijo Jorge con firmeza.—Entendido, nos encargaremos de ello —respondió el policía, de manera respetuosa, antes de llevarse al borracho.Amanda debería haber aprovechado esta oportunidad para huir, pero, después de todo lo que había sucedido, se encontraba exhausta.—¿Necesitas que te lleve a casa? —La voz de Jorg
Jorge estaba hablando por celular, sin percatarse de su presencia.—Vale, te acompaño de compras el fin de semana. Ahora tengo que conducir, así que no puedo seguir hablando… —Hizo una pausa—. Sí, sí, como tú quieras. Jorge, siempre hablaba de manera directa y contundente, dando una imagen muy dura, de un hombre lleno de fuerza. Sin embargo, en ese momento, su voz era suave e, incluso, esbozaba una amplia sonrisa, que mitigaba el aire intimidante. Amanda lo miró, pensando que, tal vez, hablaba con una joven que le gustaba mucho. Sintiendo que había encontrado a un salvador, golpeó desesperadamente la ventana del auto. —¿Sí? —preguntó Jorge, un tanto sorprendido, tras bajar la ventanilla.¿Qué diablos hacía Amanda allí? —Eh… A ver, te llamaré otro día, ¿sí? Ahora estoy ocupado —dijo ansioso al teléfono—. Cuando nos veamos, puedes castigarme como gustes. Amanda pensó que realmente parecía que estaba hablando con alguien importante para él.—¿Qué te pasa? —preguntó Jorge, sin abri