—¡Quiero denunciar a Jorge por infringir la ley mientras era policía y haberme forzado a hacer lo indebido con él!—Cometió un crimen, y quiero que pague ahora por ello en prisión...Las palabras estaban atoradas en su garganta. Aunque Amanda las había ensayado mil veces en su mente mientras caminaba hacia la comisaria, no podía pronunciarlas, como si estuviera en blanco, aunque sabía exactamente lo que quería decir.Richard, que estaba a un lado, comenzaba a preocuparse.—¿Cuñada? ¿Qué significa esto? ¿Qué es lo que quiere denunciar exactamente...?—Quiere acusarme de negligencia en mi deber... —Jorge dio un paso al frente, no queriendo poner en una posición difícil a Amanda, y tomó la iniciativa para hablar.Amanda estaba sorprendía de la situaciónEl corazón de Amanda dio un vuelco. No podía creer que Jorge lo hubiera dicho por su cuenta.Ella no sabía qué hacer, pero su reacción instintiva fue taparle la boca.—¡Es… es una bromaEstoy bromeando! ¿Hoy tienes tiempo?que inocente ere
—Quiero ser egoísta por una vez, ¿por qué no puedo hacerlo?—Amanda, no preguntes más. Admito todos mis pecados.Su voz era muy suave, como si ni siquiera él estuviera seguro de si se arrepentía. Si tuviera la oportunidad de volver atrás, probablemente haría lo mismo.Sabía que sus acciones eran imperdonables y que, al romper esa barrera, la relación entre ambos quedaría profundamente dañada. Pero lo hecho, hecho está, y no había forma de negarlo.—Puedes odiarme o culparme, pero ya es demasiado tarde. No voy a dejarte ir.El corazón de Amanda cayó en un abismo sin fondo.—¿Por qué yo? ¿Por qué tenía que ser yo?Ella lo cuestionó, con lágrimas en los ojos.Él palideció un poco más, apretó los labios y no dijo una sola palabra.Amanda cerró los ojos con desesperación y dolor. Una lágrima rodó por su mejilla.Ella había visto al mejor lado de Jorge, el hombre que siempre aparecía en sus momentos más oscuros, rescatándola del peligro, defendiéndola ante la opinión de las personas y tratán
William fue llevado a la villa. Estaba cubierto de sangre, su ropa destrozada; la tela blanca ya no mostraba su color original.Su cara estaba llena de golpes, y con un ojo tan golpeado que casi que ni podía ver.Yacía en el suelo, tosiendo sangre sin parar. Luego giró sobre sí mismo, se tumbó de espaldas y comenzó a reír a carcajadas.—Jorge… Jorge…Había perdido un diente frontal, lo que hacía que su voz sonara extraña, con un silbido molesto.—Deberías haberme llevado directamente a la Oficina de Contrabando, pero me mantuviste aquí por tu cuenta. ¿Es que quieres vengarte? ¿No eras el más acaso el más honesto? ¿No eras el que ponía la ley por encima de todo?—Te llevaré allí pronto, pero no ahora.Jorge respondió con una voz sombría.—No deberías haberle contado esas cosas.—Cof… no me culpes, pensé que ella ya lo sabía.Al escuchar esto, Jorge levantó el pie y lo presionó con fuerza sobre la herida de bala en la pierna de William, moviendo el zapato para agravar el dolor. La herida
Tony, que estaba al lado, observaba la escena y sintió un escalofrío, incapaz de evitar inhalar profundamente. ¿Jorge lo iba a matar?Jorge, mirando desde arriba a William, sacó una servilleta, limpió su camisa a la cual le había caído un poco de sangre con calma y luego la arrojó al rostro de William.—Tony, llévalo a la Oficina Anti Contrabando. Dile al director que estoy dispuesto a colaborar con ellos.Tony asintió de inmediato.Siempre había sido quien ayudaba a Jorge a manejar los asuntos del grupo y conocía muchos detalles sobre su tiempo como infiltrado.Sin que Jorge se lo dijera directamente, logró entender algo más: habían herido a su cuñada, y Jorge estaba decidido a acabar con todos los responsables del barco aquella noche. No dejaría a ninguno con vida.Ahora, los fugitivos restantes eran Santiago y el asesino K.Cuando Tony terminó el encargo y regresó, vio que Jorge estaba empacando cosas para salir, posiblemente en dirección al hospital. Últimamente pasaba más tiempo a
Amanda habló con calma, dejando a Catalina confundida. ¿Acaso había escuchado mal?¿Amanda quería irse? ¿En serio?La miró con recelo. —¿Por qué?—No me gusta tu hermano y no quiero tener nada que ver con tu familia. Así que quiero irme. Pero él no me deja, y no tengo otra opción.—¿Qué le diste a mi hermano? —Catalina respondió con frustración, mezclada con un poco de envidia.Ojalá toda la preferencia de Jorge estuviera dirigida únicamente a ella.Antes pensaba que Jorge ya la trataba de manera especial, que era única para él. Pero ahora se daba cuenta de que el verdadero objeto de su afecto y preferencia era Amanda. Lo que él le daba a ella era incomparable a lo que le ofrecía a Amanda: una devoción incondicional.Catalina sentía celos, rabia y frustración, pero no tenía forma de cambiarlo.¿Y ahora Amanda quería irse?Si Amanda se iba, podría volver a ganarse el amor de su hermano, quizás volver a vivir juntos.—¿Tienes alguna forma de ayudarme a salir? —Amanda, sin otra opción, re
La puerta se abrió, y Catalina salió corriendo mientras se cubría la mejilla, llorando desconsolada.Una de las asistentes de Amanda asomó la cabeza dentro de la habitación y vio a Amanda tumbada en la cama, claramente la vencedora.—Señorita Amanda, ¿va a descansar? Dentro de poco será la hora del almuerzo. ¿Por qué no come primero y luego descansa?—Estoy cansada, dormiré ahora mismo.Amanda se cubrió la cabeza con la manta, abrazó una de las almohadas y su voz, apagada, se escuchó desde dentro.La asistente no se atrevió a insistir, cerró la puerta con cuidado y se retiró para no molestarla.Mientras tanto, Amanda, en viva piel, aceleró el paso y abandonó rápidamente el hospital.Ya había firmado su alta, y las asistentes no tenían motivo para seguirla.Jorge había enviado a alguien para recogerla, pero al adelantar su salida, no había nadie esperándola en la entrada.Subió rápidamente al primer taxi que encontró.—¿A dónde la llevo? —preguntó el taxista.—Al aeropuerto, por favor.
Jorge vio a Catalina bajo la manta, y su rostro cambió al instante. La agarró de la muñeca con fuerza y la sacó de la cama de un tirón.Catalina, tambaleándose, logró ponerse de pie. Cuando se encontró con los ojos oscuros de Jorge, su corazón comenzó a temblar.Recordaba la única vez en su infancia cuando había escapado de casa y Jorge la encontró cerca a un callejón. Había estado furioso, pero esta vez la fuerza con la que la tomaba, a él no importaba si lastimaba.Tenía miedo, pero también sentía celos. ¿Por qué Amanda había llegado en tan poco tiempo y había robado todo el afecto que él le tenía? ¿no se alegraba de verla?¿Por qué entonces lo hacía?—¿Dónde está Amanda?—Amanda… Amanda se escapó… Yo fui hoy a buscarla para hablar, pero ella me amenazó con un cuchillo. Me dijo que, si no hacía lo que quería, me cortaría. ¡No tuve otra opción!—Si se escapó, ¿entonces por qué no me llamaste?—¡Tenía mucho miedo de lo que la loca esa pudiese hacerme! Sabes cómo es Amanda. Nadie puede
La azafata habló con cortesía.Amanda miró la puerta del avión, que acababa de abrirse de nuevo, y el miedo se apoderó de ella.No podía bajar.Tomar otro vuelo incrementaba las posibilidades de que Jorge la encontrará. Si permanecía en Ciudad Sol, Jorge la encontraría.—Mi pasaporte no tiene ningún problema. ¿No podría resolverlo una vez que llegue al destino? Podría cooperar con la embajada.—Lo siento mucho, señora. Si no baja del avión, no podremos despegar, y eso retrasará el viaje de los demás pasajeros.Al escuchar esto, las personas alrededor comenzaron a murmurar.Amanda miró a su alrededor, encontrándose con miradas de reproche por todas partes.No tuvo más opción que bajar del avión, viendo cómo su oportunidad de escapar despegaba sin ella.Pero se calmó rápidamente; sabía que quedarse quieta no era una opción. Tenía que salir del aeropuerto lo antes posible.Caminó con rapidez hacia la salida, pero pronto notó a varios guardias de seguridad vestidos de negro. Bajó la cabeza