—Por eso, hiciste bien en golpearla.Mientras decía esto, él se acercó, y su aliento cálido rozó la mejilla de Amanda, una combinación entre canela y café molido.Su corazón comenzó a latir con fuerza, sus orejas se pusieron rojas, y dio un paso hacia atrás.Su cerebro quedó en blanco por unos segundos; por un instante, pensó que Jorge iba a besarla, no pudo sentir más que asco, él la mantenía privada de su libertad, de nuevo.Él la miraba con seriedad, con una intensidad ardiente en los ojos.Ya no intentaba ocultarlo; su mirada era seductora, como si quisiera devorarla, dejando nada de ella intacto.El corazón de Amanda latía tan rápido como si fuera un tambor.Desvió la mirada apresuradamente. —Jorge, ¿estás siendo fiel a tu profesión? Sabes que estás infringiendo la ley. ¿No tienes miedo de…?—¿Miedo de qué? —preguntó él, levantando una ceja—. Puedes denunciarme por acoso e intento de violación. Admitiré mi culpa. Solo tienes que hacerlo, pero no vas a poder detener esto que sé que
Si una mujer caía en manos de secuestradores, ¿qué destino le esperaría?Amanda Melero estaba experimentando como ese grupo de personas quería convertirla en una puta.Le cubrieron los ojos con una venda negra y le taparon la boca con cinta adhesiva, atándola en una esquina como si fuera un animal.Su cuerpo estaba lleno de heridas, sin una sola parte de piel sana. La cuerda no medía más de un metro, por lo que, si trataba de huir, se estrangularía. De hecho, había intentado resistirse en varias ocasiones y lo único que había logrado era asfixiarse. Su rostro se había tornado morado y su voz se quebró al instante. ¡No tenía escapatoria!Al otro lado de la puerta, escuchó como los secuestradores maldecían furiosos, después de que hubieran intentado violarla y ella les hubiera mordido la garganta con furia.Con un poco más de fuerza, le hubiera roto la tráquea, y hubiese matado al secuestrador. Por eso la habían golpeado y la habían atado ahí, incluso la drogaron.No sabía qué era lo q
Aquel era un club que Lucas frecuentaba, donde solía beber y divertirse con sus amigos.Amanda no podía creer que las palabras del líder del grupo que la había secuestrado fueran ciertas, por lo que, sin poder controlarse fue a buscar a Lucas. Había estado con Lucas durante tres años, gracias a lo cual sabía el número del reservado que él frecuentaba por lo que directamente se dirigió hacia allí, donde lo encontró jugando a «verdad o reto». —Lucas, perdiste, ¿verdad o reto?—Verdad.—Bueno, ¿quién es la mujer que más quieres?—Venga, todos saben la respuesta. Claro que es Viviana.—¡Uy, uy…!Las voces de todos los que jugaban eran sumamente animadas.El rostro de Amanda, quien se encontraba al otro lado de la puerta, perdió todo su color. Ya no tenía más fuerzas y su mano se quedó suspendida en el aire, sin tener el valor suficiente para tocar el pomo, por lo que se limitó a escuchar. Parecía que había comenzado una nueva ronda y esta vez quien perdió no fue otra que Viviana. —Viv
Jorge extendió las manos lentamente hacia ella; sus dedos eran delgados y sus palmas eran cálidas y anchas.Al escuchar esa voz tan familiar, Amanda se quedó inmóvil, como si una cuerda invisible la hubiera atado.En ese momento, el pandillero borracho se acercó rápidamente, diciendo groserías: —Oye , te estoy hablando. ¿Por qué me ignoras? Ven aquí, parece que me necesitas… Sin embargo, antes de que terminara, Jorge, sin pronunciar palabra ni una sola palabra, usó el pequeño paraguas para someterlo fácilmente, antes de llamar a la policía, la cual acudió de inmediato. —Este hombre está acosando a una mujer y podría ser un reincidente. Llévenselo y denle una buena lección —dijo Jorge con firmeza.—Entendido, nos encargaremos de ello —respondió el policía, de manera respetuosa, antes de llevarse al borracho.Amanda debería haber aprovechado esta oportunidad para huir, pero, después de todo lo que había sucedido, se encontraba exhausta.—¿Necesitas que te lleve a casa? —La voz de Jorg
Jorge estaba hablando por celular, sin percatarse de su presencia.—Vale, te acompaño de compras el fin de semana. Ahora tengo que conducir, así que no puedo seguir hablando… —Hizo una pausa—. Sí, sí, como tú quieras. Jorge, siempre hablaba de manera directa y contundente, dando una imagen muy dura, de un hombre lleno de fuerza. Sin embargo, en ese momento, su voz era suave e, incluso, esbozaba una amplia sonrisa, que mitigaba el aire intimidante. Amanda lo miró, pensando que, tal vez, hablaba con una joven que le gustaba mucho. Sintiendo que había encontrado a un salvador, golpeó desesperadamente la ventana del auto. —¿Sí? —preguntó Jorge, un tanto sorprendido, tras bajar la ventanilla.¿Qué diablos hacía Amanda allí? —Eh… A ver, te llamaré otro día, ¿sí? Ahora estoy ocupado —dijo ansioso al teléfono—. Cuando nos veamos, puedes castigarme como gustes. Amanda pensó que realmente parecía que estaba hablando con alguien importante para él.—¿Qué te pasa? —preguntó Jorge, sin abri
Aterrorizada, Amanda se apresuró a llamar al médico y el anciano rápidamente fue trasladado de emergencia a la UCI, mientras la dirección del asilo se encargaba de contactar con urgencia a los familiares. Por su parte, Amanda esperaba ansiosa fuera de la sala, y, después de una hora, alguien llegó a toda prisa.—¿Jorge? —preguntó, sorprendida—. ¿Qué haces aquí? Jorge también quería hacer la misma pregunta. Sin embargo, la enfermera se apresuró a explicar: —Es una voluntaria de nuestro asilo, al abuelo le agrada muchísimo su compañía. Últimamente, él ha mencionado que tiene dificultad para respirar y que se despierta a menudo por la noche. No esperábamos que empeorara tan rápido...Jorge, muy preocupado, le preguntó por el estado de su abuelo sin darle más importancia a Amanda. Fue entonces cuando ella se enteró del nombre completo del anciano: Luis Toledano. Más tarde, el abuelo fue trasladado a la sala de operaciones para una intervención de emergencia, de la cual salió cuatro ho
Viviana escuchó con atención, le lanzó una mirada a su mejor amiga, antes de acercarse a Amanda y, tomándola de la mano con entusiasmo, decir:—Amanda, ¿en serio viniste a felicitarme? Sabía que me habías perdonado. Ninguna otra felicitación vale tanto como la tuya. Solo tu bendición puede hacerme realmente feliz. —Viviana mostraba una expresión inocente con sus ojos brillantes. «¡Qué buen espectáculo, ¿verdad?!», pensó Amanda. —La verdad es que te equivocas. Solo he venido a comer. No sabía que Lucas estaba aquí. Tras decir esto, Amanda intentó marcharse, pero Viviana la sostuvo con fuerza. Y, dejando caer unas cuantas lágrimas, aparentando tristeza, dijo: —Todavía no quieres perdonarme. Sé que te he fallado, por eso haré lo que me pidas. Si es necesario, te pido disculpas otra vez.Antes de que Amanda pudiera responder, Viviana se tambaleó y cayó estrepitosamente al suelo. Tras esto, comenzó a sollozar de manera incontrolable, llamando la atención de todos los que pasaban por
Amanda dejó de sonreír de golpe al detallar lo que susurró Jorge. ¿Cómo pudo decir algo así? Se giró y se encontró de lleno con el pecho de Jorge. Instintivamente, alzó la mano y lo tocó, sí, realmente eran muy fuertes, sus dedos sintieron la figura de su músculo... Fue como si una descarga eléctrica recorriera su cuerpo y rápidamente retiró la mano, retrocediendo un poco, pero Jorge la sujetó con firmeza de la cintura y la acercó de nuevo. La dominante presencia del hombre la envolvía por completa, haciéndola sentirse atrapada, su respiración se aceleró. —Si quieres intentarlo, no me importa. — Jorge la miró fijamente, su voz tenía un poder especial. Las palabras hicieron al instante sentir su rostro arder y la sangre hervir de inmediato. —Lo siento mucho... sólo estaba bromeando, no era mi intención ofenderte, — balbuceó ella. —Tranquila, no pasa nada… Pero si alguna vez lo necesitas, búscame cuando quieras… Será un gran honor.Jorge, de repente, cambió de tono y la soltó, mant