— ¿También quieres ayudarme a hacer pipi? — Amanda intentó moverse, pero Jorge la sostuvo, llevándola hasta el baño y, sin dudar, empezó a ayudarla a bajarse los pantalones.— ¡No, de veras no hace falta!— Tienes la herida en el abdomen. Si te agachas, te dolerá. Déjame ayudarte. Además, ¿todavía te da pena con todo lo que hemos pasado?Jorge arqueó una ceja, mirándola con picardía. Aunque lo que decía era cierto.Ella había perdido su pureza en aquel terrible entonces, y él fue quien la ayudó a vestirse y asearse después de aquel horror. También habían compartido momentos íntimos en los que ella lo había ayudado con sus necesidades.No habia resquicio a ese tipo de miramientos.Pero, aun así, Amanda se sentía muy avergonzada.— Si te da vergüenza, cierra los ojos. Cuando me dispararon, tú fuiste quien me cuidaste, ¿recuerdas?— Yo… de veras puedo sola.Amanda sentía su rostro arder, llena de vergüenza, pero Jorge no cedía y permanecía a su lado, sin intención de marcharse.Su cara es
— Amanda lloró un buen rato, hasta que, agotada, finalmente se calmó.— Lo siento… lo siento mucho, he ensuciado tu camisa.— Su llanto había empapado la camisa de Jorge, dejando una gran mancha húmeda.— No te preocupes, es mejor que hayas llorado y liberado de eso. Todo ha quedado atrás.Jorge le limpió el rostro suavemente, como si fuera una pequeña, pero con la cara llena de lágrimas y maquillaje corrido.— ¿Tienes hambre? Voy a prepararte algo de comer.Jorge estaba a punto de irse cuando su celular vibro. Era una videollamada de su abuelo.— No quiero verte a ti, quiero ver a mi nieta.Apenas contestó, el abuelo de Jorge hizo un gesto de desdén, como si no quisiera ni mirarlo.Jorge, resignado, giró la cámara hacia Amanda.— Hola abue.Amanda lo saludó dulcemente.Al ver los ojos enrojecidos de Amanda, el anciano se preocupó de inmediato.— Amanda, ¿ese mocoso te ha hecho llorar? ¿Por qué estás así, con los ojos hinchados?— No, no, me lastime el pie un poco hace un rato. No tien
— Jorge, con su porte sereno y elegante, lucía también bastante impresionante con su atuendo.Con la camisa de tantos detalles, parecía un joven aristócrata.— ¿Quién te eligió la ropa?— Consulté con Tony. Me dijo que, si llevábamos ropa a juego, el abuelo no tendría dudas de que nuestra relación es sólida.— Tiene sentido. Voy a cambiarme.Amanda llevaba una blusa blanca con delicados motivos de flores. Las mangas terminaban en un pequeño adorno de flecos que combinaba a la perfección con el collar que llevaba al cuello.Se recogió el cabello de manera sencilla, usando un discreto pasador.Cuando salió, Jorge no podía apartar la vista de ella. Lucía tan radiante, como si hubiera salido directamente de una pintura.— ¿Qué tal me veo?— Hermosísima.Jorge se acercó y, sin pensarlo, la rodeó con su brazo, tomándola de la cintura.— ¿Qué es lo que haces?— Amanda se puso nerviosa.— Tienes que acostumbrarte desde ahora. No quiero que te pongas nerviosa frente al abuelo y nos descubra.Di
— Tony estaba manejando y, al llegar a un semáforo, se disponía a arrancar. Pero de pronto, un niño salió corriendo sin mirar, cruzando la calle con el semáforo en rojo.Tony se asustó y giró el volante bruscamente, evitando un accidente.Por el fuerte movimiento, Amanda se golpeó contra el pecho de Jorge, apoyando su mano en su cintura.Estaban tan cerca que pudo escuchar claramente un quejido.Algo en su cabeza hizo clic. Una vez recuperada, levantó la camisa de Jorge y vio un gran moretón en su cuerpo.Instintivamente, quiso bajar la prenda un poco más para ver la extensión del daño.— Tony está aquí. Espera para quitarme la ropa.— Amanda se quedó pasmada ante las palabras de Jorge.— Cuñada… yo sigo aquí, ¿no?— Tony también estaba atónito, sin saber dónde meterse.— No, no, lo están malinterpretando. Solo quería ver su herida.— Y yo me refería a la herida en la cintura. ¿En qué estás pensando?Jorge sonrió con picardía, mirándola.— Yo pienso lo mismo que Jorge. — añadió Tony, s
— Entonces dime, ¿Amanda se ha quejado de ti alguna vez? — Jorge se llevó la mano a la frente, frustrado. ¿Qué había hecho para darle al abuelo la impresión de que era impotente allí abajo? ¿Todo por haberse quedado dormido un día y dejar que Amanda madrugara sola?— No, nunca se ha quejado. — respondió entre dientes. Admitir una y otra vez su "impotencia" no era nada agradable.— Amanda es una muchacha muy noble. ¿Qué otra mujer toleraría algo así?— Abuelo, ¿podemos dejar este tema para otra ocasión? Amanda nos está esperando afuera.— Está bien, está bien, no insisto más. Pero, de cualquier manera, tienes que cuidar a Amanda como es debido. Ella es la única nieta política que tengo. Apenas me enteré de que su ex era ese tal Lucas Cardenal, me dio un coraje. No me aguanto a la vieja abuela de Lucas.— La mujer con la que quería casar a su nieto ahora es mi nuera. ¡Ni muerta va a estar tranquila, y yo no pienso dejar que me gane! ¿Entendiste? Cuida bien a Amandita, y si la pierdes, te
— Su voz grave y ronca, tal cual sonido de un violonchelo, tenía esa textura profunda y seductora, casi embriagadora.Amanda se sacudió de su ensimismamiento rápidamente.— Pues… solo pensaba que el diseño de esa tela es muy bonito, nada más.Pasó la página con rapidez, intentando evitar su mirada.— Estoy algo cansado.Jorge rodeó su cintura con ambos brazos y dejó caer casi todo el peso de su cuerpo sobre la espalda de Amanda.— Permíteme descansar un rato recostado sobre ti.Dicho esto, realmente se quedó dormido, usando a Amanda como si fuera su gran almohada.Amanda apenas se atrevía a moverse, con miedo de despertarlo. El tiempo pasaba lentamente, y su espalda ya se sentía rígida, la cintura le dolía, pero no se atrevía a moverse ni un centímetro.Jorge, aún medio dormido, no pudo evitar sentirse algo frustrado. ¿Dónde estaba la joven atrevida y valiente que solía conocer? Ahora se comportaba tal cual gatita asustada.— ¿Estás cansada?— ¿Ya te despertaste?— Sí, ya.Su voz sonab
Amanda nunca le habia dicho a Lucas que estaba en el hospital. No tenía idea de cómo se había enterado, y ahora venía a acusarla de querer llamar su atención. Sabía que Lucas siempre había sobreestimado, pero esto ya era demasiado.— Te juro que nunca he visto a alguien con un ego tan inflado — replicó Amanda, preparándose para responderle. Justo en ese momento, su abuela salió de la casa, con una expresión de disgusto.— ¿Con qué ojos ves tú que Amanda vino aquí solo para agradarme a mí? — le reprochó, molesta.— Abuela, ¿todavía no lo superas?— Ya no me importa lo que hagas. Haz lo que quieras con tu vida. Si quieres estar con Viviana, pues adelante. Pero el día que te quedes sin nada, quiero ver si ella sigue a tu lado, dispuesta a pasar penurias contigo.— Viviana es diferente. Ella de verdad me ama y nunca me dejaría — afirmó Lucas con seguridad.La abuela alzó los ojos al cielo y tomó la mano de Amanda.— Amanda, ¿qué has hecho para que este pendejo piense que sigues interesada
Lucas sintió que se había convertido en el payaso de la historia, y su dignidad como hombre habia sido escupida— ¿Te molesta acaso tanto que ella se haya casado conmigo? ¿Esperabas que te siguiera amando de una manera obsesiva, haciendo locuras por ti para llamar tu atención, mientras tú, desde tu puto pedestal, le decías que solo amabas a Viviana? ¿Te sientes tan virtuoso, tan fiel a un solo amor?Jorge lo miraba con frialdad mientras continuaba:— Lucas, si ya terminaste con Amanda y estás tan convencido de que solo quieres a Viviana, entonces demuestra un poco de autoestima. No hagas el ridículo como si no supieras perder.— ¿Me estás acaso llamando cobarde?— Si así exactamente lo dices. Y si no te gusta, podemos resolverlo como varones. Te aseguro que te dejaré claro cuál es tu lugar.Jorge, con su metro noventa, hombros anchos y físico trabajado, no era alguien fácil de intimidar. A diferencia de los que se ejercitaban solo por estética, él había forjado su fuerza en situaciones