Pasaron unos minutos en los que Gabriel lloró como nunca antes, sacando todo ese dolor que sentía por su abuela, por su padre, también por su madre, quién sufrió indirectamente la situación, y por ese pequeño, que siempre intentó ser suficiente para ver feliz a su familia. —Ahora me siento culpable contigo —mencionó, poniéndose de pie. —¿Conmigo? —preguntó Allie, sin entender y con el corazón acongojado, por haber visto a Gabriel romperse ante la cruda historia de Martha. —Sí, fui injusto contigo desde el primer día que te conocí y egoísta, pensaba solo en mi bienestar y nunca me importó nada más. —Aunque no lo creas, lo entiendo —suspiró—. Estabas resentido, no sabías todo lo que Martha había pasado y te dolía imaginar que no buscó a tu padre. —Tal vez, pero eso no es una justificación —comentó avergonzado—. ¿Podrás perdonarme algún día? —Es complicado, además, a veces sigues siendo un idiota —bromeó, intentando robarle una sonrisa. —Allie Curtis —dijo, poniendo una rodil
Tras una última ronda de las enfermeras para revisar a Timmy, Allie se acostó a su lado y le leyó un cuento, como tanto le gustaba al pequeño que lo arrullara. Gabriel los miraba enternecido y sin poder comprender cómo es que su corazón latía con tanta fuerza en su pecho; sus pensamientos lo estaban llevando por lugares inhóspitos para él y eso, además, lo tenía sumamente abrumado. La vibración en su pantalón lo alertó de una llamada, por lo que se puso de pie y salió en silencio de la habitación para contestar. Alzó una ceja, al ver que era el abogado al teléfono. —Hola, Leonard —contestó—. ¿A qué debo el honor de tu llamada? —Hola, Gabriel. Me enteré que estás acompañando a Allie en el hospital y, aunque me sorprende un poco, quería decirte que tienes mi permiso para quedarte fuera esta noche —mencionó, sorprendiendo al castaño, quien había olvidado ese pequeño e importante apartado de las cláusulas. —Lo había olvidado por completo, hemos estado todo el día aquí —confesó. —No
Habían pasado algunos días en los que Gabriel y Allie pasaban el tiempo que tenían libre, juntos. Se quedaban en la misma habitación y visitaban a Timmy, aunque intentaban ser discretos, todo el mundo podía notar la química entre ellos. —Buenos días —saludó Gabriel, somnoliento.—Me parece que en cualquier momento me van a despedir del trabajo —mencionó Allie, vistiéndose con su uniforme al salir de la ducha. —¿Por qué?—Llevo días llegando tarde o justo a la hora de entrada —respondió, avergonzada. Gabriel se puso de pie y la abrazo.—Si eso pasa, sería perfecto, pasaríamos todo el día juntos. —¿Y cuando tú trabajes?—Me acompañas, así te aburriras conmigo fotografiando modelos. —Claro, debe ser muy aburrido ver chicas hermosas y perfectas posando para ti. —Y presumidas, exigentes y muy egocéntricas —agregó, haciéndola reír. —Nos vemos por la tarde —Se despidió, dándole un beso que Gabriel no dudo en alargar. —Pensándolo bien, otro día que llegue tarde no pasa nada —bromeó y
La vibración de un celular lo hizo despertar y cuando se dio cuenta que era el suyo, decidió levantarse sin despertar a Allie, y se fue a su habitación a contestar. —¿¡Cómo estás, greñudo!? —preguntó Becky, al otro lado del teléfono—. ¿Cómo va todo con Allie, abriste los ojos ya? —Hola, chicos —contestó, aún adormilado—. Mejor de lo que podría haber imaginado —Sonrió al recordar la noche anterior. —¡Qué esperas para contarnos, somos todo oídos! —exclamó su amiga, por lo que comenzó a contarle desde que ellos se fueron de la mansión hasta la noche anterior, dándole más énfasis al tema del diario y su abuela. —No sabes cómo me alegro de que, al fin, hayas conocido la verdad sobre tu abuela, Gabo —espetó Neil—. Pudimos notar lo buena que era, por cómo se expresaban todos de ella en la mansión. —No sabes cómo me hubiese gustado que mi padre leyera el diario, creo que su vida podría haber sido diferente y quizás me hubiera hecho más caso… —No te recrimines por la ineptitud de tu padre
Allie se quedó unas horas disfrutando de la paz que le generaba estar rodeada por la naturaleza. No quería llorar más, ella era una mujer fuerte y estaba segura que saldría de esto, pero definitivamente tenía que alejarse de Gabriel, y renunciar a la herencia era la única manera de hacerlo. Regresó al coche y condujo a su casa. Apenas entró, Timmy corrió a sus brazos. —¡Allie! —La abrazó con fuerza—. ¿Gabriel viene contigo? —Hola, pequeño —Saludó—. No, en esta ocasión vengo sola —respondió con un nudo en la garganta. —Hola, hija —Se acercó su madre para abrazarla—. ¿Cómo estás? —preguntó y al mirarla con más calma, se dio cuenta que había estado llorando. Entraron a la cocina y Allie se dejó caer en la silla, lucía completamente devastada. —Mamá, ya termine de comer —anunció Timmy—. ¿Puedo ir a mi habitación? —Claro, hijo. —Hermanita, ¿quieres jugar conmigo? —Sí, pero primero voy a comer —contestó, aguantando las ganas de llorar. —¿Qué te pasa, Allie? —interrogó su madre
Cuando Vera entró a la casa con Timmy, no pudo ocultar su alegría al ver a su hija brillar de nuevo. Gabriel había hecho bien en buscarla, pues Allie estaba obstinada en que lo que ella había oído era la verdad y algo le hacía pensar que el muchacho era incapaz de hacerle algo como eso.Conversaron y compartieron unas horas más junto a su familia, hicieron dormir juntos a Timmy y ya entrada la noche, volvieron a la mansión, donde todos la recibieron felices, aún sorprendidos por lo que sea que haya hecho el greñudo para convencerla de volver.Por supuesto, Leonard se enteró gracias a Emma, quien no dudó en avisar que Allie había vuelto, devolviéndole el alma al cuerpo al abogado, ya que seguía sin saber cómo la convencería para que no desistiera de la herencia.—No sabes cuánto me alegra que volvieras, Allie —dijo Faith—. Ni te imaginas cómo estuvieron los ánimos en casa, en tu ausencia —mencionó entre risas.—¿Ah, sí? —preguntó la castaña, divertida.—No le hagas caso, está exagerand
Charlotte y su hijo León se despidieron después de un rato, esperando volver verse en la fiesta de cierre, al finalizar la semana de aniversario en Irondale. —¿Quieren seguir con la película? —preguntó Gabriel. —León, me cayó muy bien —dijo Faith, con una enorme sonrisa, ignorando por completo a su amigo.—Creo que sí nos dimos cuenta —bromeó el castaño.—No es lo que te estás imaginando —rebatió sonrojada, poniendo sus brazos en jarras. —Claro, al igual que lo nuestro tampoco lo era —contestó el greñudo, abrazando a Allie. —Es mucho más complicado, él es millonario y yo…—Y tú eres una chica preciosa, que se merece lo mejor del mundo —aseguró Allie.—No es eso. Martha me dejó un fideicomiso para que pueda estudiar sin problemas, pero somos muy diferentes. —Sí, lo son —afirmó Gabriel, ganándose la mirada de las dos mujeres frente a él—. Tengo entendido que León les provoca bastantes dolores de cabeza a sus padres, en cambio tú, eres una chica responsable y estudiosa. —Todo puede
Allie abrió los ojos y observó por la ventana el paisaje bajo sus pies. Grandes montañas nevadas, pequeños poblados y frondosas arboledas, plantaciones y bosques, teñidos de rojos, marrones y verdes. —Es precioso —murmuró para sí misma. —No más que tú —respondió Gabriel, a su lado, tomándole la mano y llevándola a sus labios. —Pensé que habías dormido, igual que yo —dijo Allie, acomodándose sobre la butaca del avión. —Lo hice, pero me desperté poco antes que tú —Le sonrió. —Me estoy volviendo una perezosa —Se quejó. —Has descansado y no me puedo sentir más feliz de ello, ya que has trabajado demasiado durante mucho tiempo y era momento de hacer una pausa —explicó, besándole una vez más el dorso de la mano. Una hora después y con las uñas de Allie enterradas en la mano de Gabriel, aterrizaron en el aeropuerto de Bismarck. —Si me devuelves la mano, podré ayudarte a levantar —bromeó el castaño, logrando que Allie, le hiciera una mueca de disculpas. —Aún no me acostumbro a los av