—Vaya, justo lo que imaginaba que se encontraba debajo de esa ropa de anciana. —Fuera de control, Nel no pudo evitar seguir callada, solo dejándose llevar por el instinto.La recostó en la cama, mientras de manera hábil, le quitaba el resto de las prendas. Comenzó a besar su cuello y fue bajando por sus senos, los cuales saboreó como un niño pequeño. Nell casi sentía como mojaba la cama con su excitación. Pero no se detuvo y siguió bajando hasta llegar a su coñ0, el cual comenzó a follar con sus dedos de manera rítmica, mientras su boca seguía en senos. Pero cuando llevó su boca hasta su centro, ella no aguantó más, logrando que se retorciera de placer. Era una sensación deliciosa, la cual provocó en Nel el primer orgasm0 de la noche, el cual Ernest se bebió completo.—Mira como estoy por tí. —No supo en que momento se desabrochó la camisa, ni cuando ya estaba sin ella.Tampoco supo en qué momento el hombre se desabrochó su pantalón, pero de pronto se dio cuenta que ya estaba en el su
AndreaLa cena estaba a punto de salir del horno y Andrea se siente satisfecha de que la comida esté justo como le gusta a su esposo. Félix está a punto de llegar a casa y quiso prepararle algo especial pues le tiene una gran sorpresa. Aunque fue una decisión difícil, sabe que es momento de que ella ponga una pausa en su vida profesional. Estaba segura de que su esposo no iba a estar de acuerdo por completo, pero que a la larga, lo vería como una oportunidad de disfrutarse como pareja antes de que vengan los niños. ¡Si! Varios niños. Ambos están en un punto de su vida donde la necesidad de crecer la familia es ahora una prioridad para ella. Para ambos, sería la culminación de su gran amor. Una pequeña personita que viniera a su familia de dos para llenarlos de más amor, si es que eso es posible. Después de revisar por última vez el asado que deja cocinando, se toma unos minutos para encender la televisión y que le haga compañía. Comienza a recoger todo lo que dejó en la
AndreaAños atrásDespués de su gran decepción amorosa, Andrea cayó en una fuerte depresión. Así que decidió dejar de lado su sueño y tomar un tiempo antes de ingresar a la universidad ya que no se sentía con ánimos. En ese momento, el dolor era tan grande, que sentía que su corazón estaba muerto desde esa tarde que salió del departamento de Edward. Caminó sin rumbo y se sentó en una banca en la pequeña plaza que se encontraba de paso para sacar toda su decepción. No podía dejar de llorar. Se sentía tan rota y dolida. Necesitaba que Edu le dijera que todo era falso, que esa carta era mentira. Le marcó infinidad de veces y le envió muchos audios, pero ninguno tuvo respuesta. No sabe cuánto tiempo estuvo ahí sentada, pero al notar que estaba oscureciendo, decidió levantarse para ir a casa. Cuando llegó, sus padres estaban en la sala, y se notaban muy preocupados. Nunca tuvo secretos para ellos, así que les contó todo cómo había pasado. Su madre la abrazó, y la dejó llorar
Andrea—¿Qué piensas? —Félix desliza suavemente su dedo por el entrecejo de Andrea, pretendiendo borrar la ligera arruga que se forma en su rostro mientras ella está sumida en pensamientos. Andrea toma su dedo y lo muerde con delicadeza, provocándole una sonrisa.—¿Estás tratando de borrar mi tercer ojo? —pregunta ella en tono jocoso, levantando una ceja para acentuar la broma. Félix suelta una de sus carcajadas profundas y contagiosas, llenando el cuarto con su resonancia cálida.—¿Tercer ojo? ¿Acaso ahora eres el Dalai Lama? —responde él con una mirada divertida. Andrea no puede evitar reír y decide vengarse haciéndole cosquillas.—¡Tonto! Por supuesto que soy igual al hombre más santo del mundo. Si esa mujer puede ser considerada casi una santa, yo debo ser alguien celestial.Félix se recuesta de lado, apoyando su cabeza en una mano, observándola con atención y ternura.—¿A quién te refieres con “esa mujer”? ¿A la etérea “Madame O”? —pregunta, su tono cargado de curiosidad. Andrea,
Nelsy—¿Así que también te ocultabas en la clase alta? Bien hecho, señor Klein.Nelsy observaba la pantalla con una mezcla de incredulidad y desdén. Félix Kaplan, el famoso entrevistador, desplegaba su característico carisma mientras conversaba con E.J. Klein, el CEO que en los últimos años se había convertido en una figura prominente. A pesar del renombre que ella misma había alcanzado, aún no había recibido la invitación para participar en el programa. Sin embargo, aquello no la inquietaba. Sabía perfectamente su valor. Cuando llegara el día, su aparición generaría un impacto rotundo.Pero la voz de Klein era inconfundible. La reconocería en cualquier circunstancia, incluso si estuviera distorsionada. Había compartido un año entero con él, un año que prefería no recordar.El destino parecía jugar con ellos, colocándolos una y otra vez en escenarios similares. Él también había escalado hasta la cima, aunque de una forma distinta. Pero Nelsy no permitiría que ese pensamiento la distra
Andrea—Te noto distraída… ¿Te pasa algo? —La voz de su tía, cargada de preocupación, la sacó de sus pensamientos.Andrea forzó una sonrisa y negó con rapidez, aunque su mirada delataba la turbulencia interna.—No es nada, tía. Solo... un recuerdo de alguien que vino a mi mente, nada importante.Su tía, conocedora de su historia y las heridas del pasado, no necesitó más detalles para imaginar de quién hablaba. Tomó su mano con calidez, buscando ofrecerle consuelo.—¿Aún lo amas, querida? —preguntó con suavidad.Andrea desvió la mirada. No quería que su tía viera en sus ojos los vestigios de un amor que alguna vez la consumió por completo.—No lo he olvidado del todo. Tengo miedo de no poder hacerlo nunca. Pero Félix no lo merece. ¡Por Dios, tía! Es el hombre perfecto.La tensión en su voz era evidente, pero antes de que su tía pudiera responder, los recuerdos comenzaron a invadirla, llevándola de regreso a un momento crucial.FlashbackCuando Andrea empezó la universidad, dedicó todo
AndreaCuando su tía se retira, Andrea se queda sola. Mira la hora en su teléfono, consciente de que su esposo no tardará en llegar. Suelta un suspiro y cierra los ojos, pero el último recuerdo de Edward regresa, como siempre, sin previo aviso. Han pasado tantos años y, aun así, la herida sigue doliendo igual. Aunque ama a su esposo con todo su ser, ese rincón oscuro de su corazón se niega a cerrar. Es una cicatriz que, lejos de sanar, parece abrirse con cada evocación.Decidida a sacudirse esos pensamientos, Andrea se pone de pie y se dirige a la cocina. Ahora que tiene más tiempo libre, busca ajustar su vida a un ritmo diferente. Su principal objetivo es claro: conseguir ese embarazo tan deseado. Sin embargo, también sabe que su vida se tornará monótona si no encuentra una distracción.De regreso a su habitación, toma su laptop. Al abrirla, se encuentra con antiguos borradores de textos que nunca publicó. La pasión por las letras sigue viva, latente bajo el polvo de los años. En su
NelsyDespués de la fiesta, toda la familia, con excepción de Beatrice, quien afortunadamente tenía un compromiso y llegaría al día siguiente, decidió ir a pasar el fin de semana en su casa de la playa en Los Hamptons. Era una tradición que repetían cada año, pero para Nel, este viaje tenía un matiz agridulce. A pesar del fastidio que le provocaba saber que tendría que “complacer” a su esposo, encontraba un alivio en la idea de que Wallace y la tierna Lucy también estarían allí. Adoraba a esa niña con toda su alma, tal vez como una forma inconsciente de redimir el recuerdo de la hija que ella misma abandonó.En la playa, Lucy jugaba a hacer castillos de arena bajo la atenta mirada de su padre. Sus pequeñas manos moldeaban la arena húmeda mientras el viento desordenaba su hermoso cabello castaño.—Papito, ¿dónde está la tía? —preguntó la niña con la inocencia que la caracterizaba—. ¿Por qué no viene a hacer castillos y juntar caracoles? Pídele que venga papi a jugar con nosotros.Walla