“Nueva York”
Sophia se encontraba en la oficina trabajando como siempre lo solía hacer, hasta que una llamada que le comunicó la asistente interrumpió sus labores.
—Hola —respondió ella mientras recostó la espalda en la silla.
—Soy el detective Oliver Davis, ¿me estoy comunicando con la familia Adams? —Sophia arrugó sus cejas ya que no lograba comprender cuál era el motivo de aquella llamada.
—Así es, ¿en qué le puedo ayudar? —preguntó ella al instante.
—Lamento darle esa terrible noticia, pero el señor y la señora Adams han perdido la vida en un terrible accidente.
Luego de escuchar aquellas palabras el rostro de Sophia cambió repentinamente, ella sentía que el aire se agotaba y respirar le costaba. Esas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza.
—¿Qué?, pero... ¿qué ha dicho? —preguntó ella con sorpresa mientras se levantó de la silla—. Es imposible y difícil de creer, hace unos pocos minutos ellos estuvieron conmigo —aseguró Sophia con sus ojos húmedos.
—No le miento, en estos momentos acaban de levantar sus cuerpos y es mi deber dar aviso a su familia —Sophia rompió en llanto, colocó el teléfono sobre la mesa y salió de la oficina con su corazón desgarrado.
Sophia en medio de la preocupación tomó su teléfono móvil e intentó comunicarse con su hermana, pero por más que insistió en ponerse en contacto con ella nunca le respondió; al instante intentó contactarse con su novio, pero él tampoco le dio respuesta.
La situación era bastante impactante y más para ella que amaba con todas sus fuerzas a sus padres, necesitaba desahogar su dolor así que subió a su auto y condujo en dirección del apartamento de su hermana.
Una vez que llegó, descendió del auto y fue directo al ascensor, las lágrimas rodaban por sus mejillas sin pedir permiso alguno, todo su cuerpo temblaba, a pesar de las diferencias que habían entre las dos, en aquel momento Sophia sentía que su hermana iba a poder manejar la situación mejor de lo que ella lo iba a poder hacer, en estos momentos debían estar juntas.
El ascensor se detuvo, ella descendió dando pasos largos, debido a la preocupación Sophia no sé tomó la molestia de llamar a la puerta como siempre lo solía hacer, el apartamento pertenecía a sus padres y dentro de su bolso conservaba una llave, sin pensarlo dos veces la introdujo e ingresó para tratar de encontrar ayuda en su hermana.
En medio de su preocupación Sophia notó que sobre el sofá se encontraba el saco de un hombre, sobre la mesa unas copas desocupadas y junto a ellas una botella de licor.
Sophia continúo caminando sin darle importancia a aquellas cosas, al llegar a la habitación giro de la perilla, para ella no había nada más importante que comunicarle a su hermana sobre aquella terrible noticia.
Al abrirse la puerta, Sophia quedó con la boca abierta, sus ojos se abrieron del impacto, su respiración intentó detenerse, su llanto se detuvo por un instante al quedar frente de aquella escena que jamás llegó a imaginar, ella recostó sus manos sobre la pared buscando tener fuerza para no caer.
—Noah, Amelia... —murmuró entre dientes Sophia al ver a su hermana y a su novio completamente desnudos en la cama brindándose placer como si no existiera nada más que ellos dos.
La impresión era tanta que Sophia sin querer lanzó un florero al piso llamando la atención de su novio y de su hermana, quienes se detuvieron al instante y fijaron la mirada al mismo tiempo en Sophia.
—¿Pero qué rayos sucede aquí? —ella titubeó— ¿cómo me pudieron engañar de esta manera? —preguntó Sophia mientras que el llanto se apoderó de ella—. En cuanto a él, lo entiendo porque es un hombre que no lleva mi mismo apellido, mi misma sangre. Pero tú... tú eres mi hermana ¿cómo pudiste enredarte con el hombre que pronto se iba a casar conmigo? —agregó Sophia con la voz temblorosa.
—Ay por favor deja el show, solo mírate, no eres más que una gorda que pretende ser feliz con el hombre que mis padres compraron para ti, no eres lo suficiente para haber conseguido alguien sin que mis padres tuvieran que intervenir —comentó Amelia observando con desprecio a su hermana.
—¿Qué estás diciendo?, eso es falso, solo lo estás diciendo porque intentas burlarte de mí, ya había notado que sentías envidia hacia mí, pero esto... —Sophia levantó los brazos y con ambas manos señaló la escena que había en cama frente de ella— Esto es el colmo.
Una delgada vena brotó en la frente de Sophia sintiendo coraje en contra de su hermana.
—No tienes vergüenza, ni mucho menos respeto, presumes ante mí de tu estupendo cuerpo y con tantos hombres que te rodean pudiste haberte enredado con cualquiera de ellos, pero preciso tenías que entrometerte en la relación que tenía con un hombre maravilloso como lo es Noah, te has encargado de arruinar mi felicidad —Noah interrumpió soltando una sonora carcajada.
—Vaya que si eres ciega, solo estaba contigo por la cantidad de dinero que me dieron tus padres, me repudia estar a tu lado y más cuando debo tomar de tu mano, sin hablar del sacrificio que debo hacer para besarte, solo me produces asco —aquellas palabras fueron puñales en contra de Sophia.
—¿No sentías nada por mí?, me engañaste, aprovechaste que estaba enamorada perdidamente de ti y estaba dispuesta a colocarlo todo a tu disposición únicamente para que estuvieras feliz conmigo —habló Sophia mientras colocó las dos manos sobre su cabeza.
—Ya vete al carajo gorda ridícula, ya no te necesitamos, solo eres un estorbo, a pesar de que llevamos el mismo apellido para mí no eres mi hermana, pronto también nos desharemos de ti —aseguró Amelia.
—Se más cuidadosa con tus palabras, es gorda, ridícula y tonta, pero si llega a abrir la boca todos nuestros planes se irán al carajo —advirtió Noah a Amelia en baja voz, pero no tan baja porque Sophia alcanzó a escuchar.
Sophia salió de aquella habitación sintiendo que todo su mundo se había acabado, no quedaba duda alguna que aquel era su peor día, había perdido a sus padres, a su hermana y al hombre que amaba con todas sus fuerzas y estaba dispuesta a hacer lo que fuera por él.
Sophia subió al auto, su cuerpo temblaba, las lágrimas no se detenían, no tenía ni la más mínima idea a dónde ir, o con quien desahogarse ya que todo había terminado para ella.
La lluvia caía a cántaros, ella encendió el motor y arrancó a toda prisa sin un destino al cual llegar, lo único que pasaba por su mente eran los cuerpos desnudos de su hermana y del amor de su vida.
“Palermo - Italia”En el interior de la propiedad de la familia Morelli todos se encontraban agitados, ya que en el lugar se iba a llevar a cabo una reunión bastante importante y muy decisiva que afectaría el futuro de todos, en aquella familia tan poderosa se encontraba al frente Vittorio Morelli, un hombre de 67 años quien estaba próximo de perder la vida debido a su vejez.—Darío, Darío... —llamó con poca fuerza Vittorio a su abogado y hombre de confianza. —Sí señor, lo escucho estoy aquí a su lado —respondió Darío y se levantó de inmediato de aquel cómodo sofá donde acompañaba de manera fiel a su jefe. —Ayuda a levantarme de esta cama, quiero que cuando ellos lleguen me encuentren en la sala y no vean el deterioro de mi estado de salud —Darío asintió y de inmediato llamó a otros cuantos hombres para que se hicieran cargo de la orden del jefe. Unos cuantos minutos más tarde en la puerta principal se encontraban autos de lujo, del interior descendieron varios hombres, quien se en
“Nueva York”Luego de que Sophia condujera por largas horas sin sentido alguno decidió detenerse para pasar la noche en un hotel, su estómago gruñía del hambre y necesitaba pensar con calma y saber que hacer de ahora en adelante con su vida.Una vez que ingresó al hotel y llegó la hora de pagar por el servicio ninguna de sus tarjetas se encontraba con fondos, Sophia no lograba comprender lo que estaba sucediendo, en su bolso no tenía suficiente efectivo para pagar, así que sin otra salida tuvo que salir con la cabeza baja aguantando las burlas del personal de aquel hotel.Sophia decidió regresar a su apartamento, allí tenía dinero suficiente para sobrevivir mientras solucionaba el problema con las tarjetas; lo peor llegó una vez que se encontró en la entrada principal del edificio donde ella residía.—Señorita Sophia, nos han dado la orden de no permitirle el ingreso, según nos informaron usted ya no tiene ningún derecho de ingresar en este lugar, no se moleste con nosotros, solo hace
Sophia no podía creer lo que estaba viendo, con la mano que tenía libre limpió las lágrimas que cubrían sus ojos para fijarse una vez más en la persona que trataba de acercarse. —¡Alto!, por favor no continúe, juro que sí lo hace no dudaré en lanzarme —aseguró Sophia con la voz temblorosa, pero aquel hombre pasó por alto sus advertencias. —Lo pude ver todo, la persona que se estrelló contra su auto lo hizo a propósito, una vez que logró conseguir su cometido bajó del auto y subió a otro que esperaba por él —Sophia no lograba comprender aquellas palabras.—¿Qué está diciendo? —preguntó—. Si está actuando de esta manera para llamar mi atención e impedir que me lance del puente le aseguro que está equivocado —aseguró Sophia y se acomodó para lanzarse. —Me gustaría saber, ¿qué clase de problemas tiene una mujer como usted además del sobrepeso para que esté resuelta a lanzarse de este puente? —aquella pregunta hizo que Sophia negara con su cabeza.—Es claro que solo es un idiota más, he
Palermo - Italia.Luego de un largo viaje, Daniele se ha hecho cargo de las heridas de Sophia, ella no ha dejado de pensar en las consecuencias de haber aceptado un trato con un hombre que ni siquiera conocía, pero al mismo tiempo tomó valor para conseguir su venganza. —¿A dónde vamos? —preguntó Sophia a Daniele.—Aún no lo sé con exactitud, el jefe no suele darnos información que no es necesaria y que pone en riesgo su vida —respondió Daniele.—¿Quién es usted? —cuestionó Sophia.—Soy Daniele, el hombre de confianza, la persona que se encarga de la seguridad de Alessandro Morelli, si alguien intenta hacerle daño no vive para contarlo —aseguró Daniele y Sophia pasó saliva. El avión aterrizó en una pista privada, unas camionetas se encontraban allí disponibles para recogerlos, Sophia al observar a su alrededor comprendió que estaba caminando en el mismo infierno, los hombres que se encontraban a su alrededor no se molestaban en ocultar las armas, en sus rostros dejaban ver que no era
Sophia luego de bajar de aquella camioneta dio unos cuantos pasos, el lugar se encontraba decorado, trago saliva al notar la cantidad de personas que se encontraban esperando para su boda.En el lugar se encontraba Alessandro, Vittorio, Paolo, Dario y por supuesto todo el personal de seguridad de aquellos hombres poderosos, las miradas de odio y rencor entre Paolo y Alessandro eran bastante notorias que su abuelo lo lograba notar.Sophia parpadeó un par de veces al ver a lo lejos a Alessandro, él era un hombre peligroso, de una familia importante y era claro que tenía mucho poder y por eso se le facilitaba la idea de ayudarla a vengarse. Ella no podía negar que era sumamente atractivo, era un hombre que podía tener a la mujer que quisiera, pero ahora era ella la que estaba a punto de casarse. —Ya lo estás viendo abuelo, estoy cumpliendo con tus peticiones, a pesar de que detesto este tipo de compromisos lo estoy haciendo. Sabes muy bien que Paolo es el menos indicado para tener el co
Sophia se sentó en el borde de la cama, llevó la mirada de un lugar a otro, colocó las dos manos sobre su pecho la nostalgia se apoderó de ella, estaba en un lugar completamente desconocido, pero lo peor no era eso, era el hecho de recordar a sus difuntos padres y desear despedirse de ellos, recordar a su malvada hermana con su novio en la cama teniendo intimidad era una tortura para ella. Unas delgadas lágrimas rodaron por sus mejillas, su cuerpo comenzó a temblar, los fuertes deseos de regresar a su país eran tantos que no le importaba el trato que había acabado de hacer con Alessandro, en aquellos momentos Sophia solo quería lanzar aquel vestido de novia al piso y salir huyendo para desahogar aquel dolor que estaba destrozando su interior sobre los cuerpos de sus padres.Sophia se encontraba bastante agitada, los fuertes deseos de gritar y desahogar el sufrimiento que estaba pasando eran tantos que al cerrar sus puños lastimó las manos con sus uñas. Mientras tanto, Alessandro lu
“Nueva York”Luego de un largo e incómodo viaje, Sophia se encontraba sentada al lado de Alessandro yendo directo a una de sus propiedades donde iban a vivir su vida de casados.Mientras que iban de camino ella no podía dejar de pensar sobre la situación de su familia, al mismo tiempo recordó aquella escena que tuvo que ver luego de que salió del baño, Alessandro se encontraba recostado sobre la cama en tan solo ropa íntima dejando al descubierto su cuerpo sin mostrar ningún tipo de preocupación que ella lo observara.Aquella noche había sido la noche más incómoda, por poco tiempo lograba conciliar el sueño y cuando despertaba sintiéndose bastante nerviosa, no podía dejar de pensar en aquella aventura en la que se había involucrado al haber aceptado un trato con un hombre de dudosa procedencia, pero lo único que le hacía continuar adelante era poderse vengarse de su hermana y especialmente de su novio. Los autos se detuvieron, Alessandro descendió, mientras que ella se quedó allí sim
Sophia reventaba de ira en contra de su mala suerte, no podía creer que las cosas se estuvieran dando de esta manera, pensó que Alessandro le iba a dar prioridad a sus asuntos, pero simplemente ahora ella hacía aparte de aquel ridículo juego, donde ella simplemente era una pieza más de todo lo que él controlaba.Sophia sentía gran curiosidad por saber lo que estaba haciendo su esposo, la había dejado sola como si realmente no tuviera educación, llevó la mirada a su alrededor y decidió caminar un poco para conocer mejor el lugar donde su esposo pretendía que viviera por el resto de su vida. En medio del recorrido Sophia encontró habitaciones llenas de dinero, otras con paquetes extraños donde no le quedaba duda alguna que se trataba de sustancias prohibidas, luego de salir de aquellas habitaciones se encontraba bastante nerviosa, se dio vuelta y recostó la espalda contra la pared.«¿Con quién rayos te has metido Sophia?, es cierto que querías morir, pero no en el interior de una prisi