Capítulo 241
Una ola de profunda frustración llenó el pecho de Jimena. Este hombre siempre había sido frío y despiadado. En tres años, rara vez lo había visto enojado. ¿Cómo podía estar ahora tan obstinado y molesto?

Ella quería irse, pero Hernán le bloqueó el camino.

Irritada, Jimena habló con tono sarcástico: —Señor Hernán, si tanto quieres saber, te lo diré. Él puede darme toda la confianza y sinceridad que tú no puedes.

Hernán quedó atónito.

—Hernán, no sé si puedes entender esto, pero probablemente no, porque tú no tienes corazón.

La voz de Jimena se elevó con cada palabra, y su mirada se volvió cada vez más fría: —Admite esto, Hernán. Siempre has sido egocéntrico y arrogante. Ahora que he dejado de orbitar a tu alrededor, te sientes molesto. No es necesario que actúes aquí. Por favor, vete.

Mientras hablaba, abrió la puerta, claramente dispuesta a echarlo en este momento.

Hernán se quedó en el lugar, negándose a irse.

No había venido a escuchar esas palabras.

—¿Por qué te casaste conmigo?

Jim
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