Capítulo 240
Bajo la influencia del alcohol, Hernán casi sin dudarlo se giró y salió corriendo.

Rubén se quedó perplejo por un momento y luego se apresuró a seguirlo.

Hacía años que no veía a su jefe en un estado tan desanimado. Si lo dejaba salir así y le pasaba algo, mañana mismo podría ir a comprar un terreno en el cementerio.

Ambos subieron al coche. Hernán aún conservaba la lucidez suficiente para saber que no podía conducir en estado de embriaguez. Se recostó en el asiento del copiloto con los ojos bajos, dejando entrever una tensión que sugería futuros conflictos.

—Conduce, ve a su casa.

Rubén no se atrevió a decir una palabra y rápidamente condujo hacia el edificio de Jimena.

Durante todo el trayecto, Hernán mantuvo un silencio perturbador, y la atmósfera gélida que transmitía ponía a Rubén nervioso.

Con la urgencia de su jefe, pasaron todos los semáforos en verde y pronto llegaron al edificio de Jimena.

Rubén no pudo decir ni una palabra antes de que la puerta del coche se cerrara de un po
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