Rocío caminaba con la cabeza erguida, sus tacones de diez centímetros resonando clic-clic en el suelo con cada paso.

Llevaba un cubrebocas que le cubría el rostro debido a sus labios hinchados.

Sin embargo, a través de sus ojos se percibía la hostilidad.

Jimena la observó y sintió que parecía un pavo real desplegando su plumaje. Probablemente, solo ella se consideraba una princesa altiva.

—Este es el set de filmación, no un lugar para gente ociosa —dijo Jimena sin mostrar ni un ápice de cortesía al ver a Rocío.

Al escuchar esto, Rocío observó el lugar donde solo había personal de trabajo y ninguna celebridad y no pudo evitar soltar una risita.

—Prima, ¿dónde está la celebridad? Escuché que la habías contratado, pero parece que te ha dejado plantada. ¿Acaso piensas filmar el anuncio sin ella? —dijo Rocío con burla.

Rocío aún no sabía que Jimena había resuelto el problema con la celebridad y había venido a ver el espectáculo.

Ella quería ver si Jimena era capaz de encontrar un reemplazo