Dicha y furia

Una semana paso, Jena estaba de pie, ocupándose del cuidado de su hijo, pero sin ningún signo de debilidad o algún reflejo de cansancio, su cuerpo habia recuperado toda fuerza y naturalidad.

En un par de horas estaba acondicionada una de la habitaciones para su bebe, con un enorme oso de felpa, una cuna de madera fina, una cómoda llena de ropa, los mellizos y Alison se encargaron de ordenarla, un enorme cesto lleno de juguetes que Derek se encargó de proveer, y una silla mecedora para que Jena arrullara al pequeño Imperión sin fatigarse.

La puerta blanca volvió a cerrarse, no hubo preguntas ni reclamos, Conan toma la llave y la guardo donde nadie tendría acceso y así mismo nadie volvería a entra en esa habitación.

Ver la actitud de Conan al respecto de esa habitación le demostró que Débora aun le importaba, que aun cuando se hubieran jurado amor eterno, y que ella hubiera dado a luz a un hijo suyo no era suficiente para que la olvidara.

Decidió no tocar el tema, lo que ahora menos bus
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