Tu eres su padre

—¿De qué estás hablando? —el fuego y la rabia que parecía estarse apagando, volvió a encenderse aún más abrasador.

—Conan no me hagas...

—¡Habla! —habia cometido una imprudencia, no era el momento de usar esa carta, —¡¡Habla!! —la sacudió de los brazos.

—No tengo nada que decir… —dijo con suavidad, cubriéndose del feroz lobo que brotaba impetuoso.

— ¿Cómo te atreves a difamar a mi esposa?

La empujo, sin medir sus fuerza, la joven gitana no tenía cara para confrontarlo, no tenía nada que decir jamás habia visto a Jena coqueteando con Edmundo, ni a él cerca de Jena, era tanta su frustración que hablaba sin darse cuenta que no tenía pruebas.

Tan mojigata era Jena que lo más probable es que Edmundo solo era un canalla mentiroso que la acosaba.

—Lo siento Conan, no debí hablar, después de todo no tengo ninguna certeza de nada.

Se impulso un paso para ir a confrontarla, se contuvo, la cabeza estaba caliente los celos y la rabia se apoderaron de su cuerpo como un torbellino.

Derek no era un
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