80. Deseo incontrolable

Bella

Gia y el bebé estaban a salvo y eso supuso un gran alivio para todos nosotros. Quizás por eso no puse objeciones cuando llegó el momento de marcharme, aunque se tratara de una despedida demasiado dolorosa, tuve que hacerle frente.

—Nos veremos pronto, cariño. —Había dicho Guadalupe tras envolverme en un íntimo abrazo.

Detrás de ella, me esperaba Sebastian. Con sus preciosos ojos azules llenos de anhelo y los labios semiabiertos en espera de los míos.

Me fui a por ellos sabiendo que seriamos la escena a mirar de todos los que estaban en la garita, aunque Mauro fuese el primero en ruborizarse y apartar la mirada, no aferré con fuerza a los hombros del hombre que amaba y tiré de él a mi boca en un beso que guardaba muchísimas ganas. Ninguno de los dos esperamos que aquel gesto provocase una revolución inmediata dentro de nosotros.

Y es que tener que despedirnos, resultaba casi agobiante. No queríamos vivir toda la vida despidiéndonos el uno de la otra, pero por ahora, solo teníamo
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