GiaCuando Greco me dijo esa mañana que debía trasladarme al casino, hice un montón de preguntas que ninguna de ellas obtuvo respuestas. Sin embargo, él solo se limitó a decirme que llevase lo necesario, que aquí, en el departamento rodeado de al menos cinco de los hombres de seguridad de Carlo, no seguía siendo seguro. ¿Por qué el casino si lo era... y de que tendría que estar a salvo?Pronto lo supe…Se escuchó un disparo y luego el inicio del caos.Las ruedas crujieron sobre el pavimento y el auto terminó deslizándose alrededor de la plaza navona. Todo comenzó a suceder en cámara lenta y apenas tuve tiempo de reaccionar cuando Greco me empujó con brusquedad hacia adelante, ocultándome entre los asientos traseros.Aun así, pude apreciar como dos autos nos rodeaban y una docena de hombres de nuestro lado, se preparaba para desenfundar sus armas. Me cubrí los oídos al tiempo que los disparos sonaban e impactaban contra los vidrios blindados, provocándome fuertes sacudidas y quejidos a
Sebastian Uno de mis hombres infiltrados en la seguridad de los Ferragni me informó del enfrentamiento entre Carlo y su padre. También del atentado contra Gia y el forcejeo de Isabella contra los esbirros de Gerónimo por tratar de defender a su hermano. Por suerte, todos estaban bien, aunque suponía que cada uno estaba a punto de perder la cabeza. Las cosas ya se estaban saliendo de control y no había tiempo para perderlo. Debíamos actuar rápido y ser cuidadosos, de lo contrario, no saldríamos ilesos. No si no sabíamos que tan sucio podría estar jugándonos Gerónimo. —Informes. —Pedí a través del auricular mientras rodeábamos el coliseo. —Hay varios sospechosos en el perímetro. —Respondió Lorenzo de inmediato. —Distancia del casino. —Doscientos metros, señor. —Hizo una pausa—. Estimo de tres a cuatro. —Nos han fichado. —Mascullé con los dientes apretados—. Haremos el intercambio de auto al suroeste del coliseo. Contamos con veinticinco segundos. —¡Muévanse, muévanse! —Bramó mi
SebastianTodos los medios hablaban acerca de la ceremonia de compromiso que se llevaba a cabo ahora mismo en el hotel Ferragni. Una íntima pedida de mano entre familiares y amigos más cercanos que provocaba el cotorreo de la gente y del próximo enlace entre los Ferragni y los Vitale.¡Una bomba mediática! Se hablaba en todos los canales televisivos y yo estaba a punto de perder los estribos echar abajo todo lo que se me atravesase. Por eso Carlo cogió el control del televisor para apagarlo.—Se lo que estás pensando, Sebastian… —Dijo advertido—. Es un evento con al menos veinte hombres custodiando cada rincón del hotel, sería un suicidio.Lo era, por supuesto que sí.—¿Y piensas detenerme? —Pregunté tras llegar a mirarnos fijamente.—Seria lo más sensato, ¿no crees? —Sonrió, y sorbió del trago en su mano—. Pero supongo que mi advertencia no te haría ni rechistar.—Supones bien. —Suspiré y me recargué a la espalda del sofá. Pensé poco e hice los cálculos—. Tengo a cuatro de los míos i
SebastianIsabella entró a la suite sin poder percatarse de mi presencia, ni la de forma en la que yo la observaba embelesado desde las sombras de aquella habitación.Comenzó por quitarse los zapatos y luego alcanzó la cremallera de su vestido. Sus dedos rozaron el inicio de su espalda y luego se detuvo a medio camino. Ladeó la cabeza y esbozó una seductora sonrisa que yo no pude evitar compartir.—Si me ayudaras, sería un poco más fácil… —Dijo en un delicado y suave susurro que me invadió el cuerpo entero.Joder, olvidaba lo perspicaz que podría ser aquella mujercita algunas veces.Avancé lento hacia ella e ignoré las ganas terribles que tuve de devorarla cuando comenzó a jugar con la seda de su vestido, dejándose caricias por todos lados.Caricias que yo me moría por ofrecerle…Llegué a ella enterrando mis dedos en el recogido de su cabello y tiré de él provocando que la maniobra me diese total y completo acceso a su cuello. Habría pasado mi vida entera impregnado a ese aroma que la
Bella Cuando supe que Sebastian se había ido antes de que alguno de los guardias del hotel pudiese alcanzarlo, creí que todo habría acabado para nosotros. Pero me confié demasiado y por eso no vi venir la fuerza con la que Sandro me lanzó contra la pared. Solté un quejido tras recibir el impacto y ahogué otro cuando sus dedos se envolvieron alrededor de mi cuello y casi me elevaron del suelo. —¿Crees que puedes verme la cara de idiota? —Toda su cercanía se pegaba a mi cuerpo de una forma en la que su aliento me rasgaba la piel. Cerró los ojos un instante e inhaló el aroma de mi cuello—. Eres una pequeña y m*****a zorra. ¿En nuestra propia ceremonia de compromiso? ¿En serio, Bella? —Déjame en paz. —Traté de forcejear, pero él impidió cada uno de mis intentos y me sacudió con más fuerza. Casi escuché mis huesos crujir dentro de mi propia piel. —Yo tengo más derechos que él a poseerte… Así que tomaré ahora mismo lo que me pertenece. —Masculló con los dientes apretados y arrastró una
¡INPORTANTE! Si por casualidad llegaron a leer este capitulo el dia de ayer y sienten que esta repetido, ha ocurrido un error con el orden... Por lo que deben volver al 54 que es el correcto y volver a este. Lamento muchisimo los inconvenientes, pero vale la pena cada palabra. . . .GiaRoma se entregaba a la madrugada y yo supe que no conseguiría conciliar el sueño, por eso no lo intenté. Me refugié en el pequeño jardín del casino luego de haber pasado un par de horas en la habitación de Enzo y compartiendo un silencio grato con Greco. La bala no había profundizado y la recuperación seria rápida.Lo que me tranquilizó… Su vida valía tanto como la mía y él había puesto la suya todo el tiempo en riesgo por mí.La gélida brisa me envolvió al tiempo que me sentaba en una de las banquetas. No me encontré tan sola como esperaba, algunos de los hombres de seguridad merodeaban esa zona y yo no supe si aquello podía significar algo bueno.La supervivencia de Mauro traía consigo demasiados es
GiaLlovía, y resultaba bastante extraño tratándose de una temporada del año como aquella. La primavera ya no se sentía tan viva con antes, al contrario, arrastraba con ella el olor a sufrimiento y la presencia de muchísima sangre.Temblé, Greco me miró y yo guardé mis pensamientos donde no pudiesen cobrar vida propia.Aquel silencio atormentaba y casi rayaba la desesperación. En cualquier momento aquellas cuatro paredes terminarían por consumirme. La cabeza me daba vueltas y las manos me temblaban, producto de los nervios y la angustia por no saber que era lo que pasaba.De pronto escuché un par de voces, ladeé la cabeza y descubrí que Greco había prendido el televisor. Cambiaba de un canal a otro, futbol, cocina, política y…—¡Espera…retrocede! —Le pedí, pero no esperé a que lo hiciera y le arranqué el control de las manos.Cambié el canal y de pronto y descubrí a una reportera emitiendo en vivo la noticia de algún acontecimiento de última hora. Pero no fue eso lo que me detuvo a mi
Gia—Tendrás una consulta con una de las dependientas, Está arreglado. Solo procura ser discreta y pasar desapercibida Gia. Me estoy jugando el pellejo con esto. —Esas habían sido las palabras de Greco después de parquearse una cuadra antes de la tienda.Asentí, nerviosa. Y luego nos quedamos un par de minutos dentro del auto mientras él de alguna forma conseguía arreglarlo todo a través de su móvil.—Ah, y otra cosa… —Cogió mi mano que temblaba y colocó un pequeño dispositivo. Alcé la mirada y arrugué la frente—. Con esto podrás comunicarte conmigo en caso de… —Hizo una pausa y cogió aire—. Solo úsalo si es necesario, ¿de acuerdo?—¿Estaré en peligro?—En la tienda solo están las mujeres de ambas familias. Por supuesto, Sandro también, por eso te pido prudencia.Volví a asentir y me preparé mentalmente para saltar fuera del auto.Caminé despacio y me di el tiempo suficiente para aplacar mis nervios. Me sudaban las manos y el corazón me palpitaba loco contra el pecho. Pero todo lo que