¡INPORTANTE! Si por casualidad llegaron a leer este capitulo el dia de ayer y sienten que esta repetido, ha ocurrido un error con el orden... Por lo que deben volver al 54 que es el correcto y volver a este. Lamento muchisimo los inconvenientes, pero vale la pena cada palabra. . . .GiaRoma se entregaba a la madrugada y yo supe que no conseguiría conciliar el sueño, por eso no lo intenté. Me refugié en el pequeño jardín del casino luego de haber pasado un par de horas en la habitación de Enzo y compartiendo un silencio grato con Greco. La bala no había profundizado y la recuperación seria rápida.Lo que me tranquilizó… Su vida valía tanto como la mía y él había puesto la suya todo el tiempo en riesgo por mí.La gélida brisa me envolvió al tiempo que me sentaba en una de las banquetas. No me encontré tan sola como esperaba, algunos de los hombres de seguridad merodeaban esa zona y yo no supe si aquello podía significar algo bueno.La supervivencia de Mauro traía consigo demasiados es
GiaLlovía, y resultaba bastante extraño tratándose de una temporada del año como aquella. La primavera ya no se sentía tan viva con antes, al contrario, arrastraba con ella el olor a sufrimiento y la presencia de muchísima sangre.Temblé, Greco me miró y yo guardé mis pensamientos donde no pudiesen cobrar vida propia.Aquel silencio atormentaba y casi rayaba la desesperación. En cualquier momento aquellas cuatro paredes terminarían por consumirme. La cabeza me daba vueltas y las manos me temblaban, producto de los nervios y la angustia por no saber que era lo que pasaba.De pronto escuché un par de voces, ladeé la cabeza y descubrí que Greco había prendido el televisor. Cambiaba de un canal a otro, futbol, cocina, política y…—¡Espera…retrocede! —Le pedí, pero no esperé a que lo hiciera y le arranqué el control de las manos.Cambié el canal y de pronto y descubrí a una reportera emitiendo en vivo la noticia de algún acontecimiento de última hora. Pero no fue eso lo que me detuvo a mi
Gia—Tendrás una consulta con una de las dependientas, Está arreglado. Solo procura ser discreta y pasar desapercibida Gia. Me estoy jugando el pellejo con esto. —Esas habían sido las palabras de Greco después de parquearse una cuadra antes de la tienda.Asentí, nerviosa. Y luego nos quedamos un par de minutos dentro del auto mientras él de alguna forma conseguía arreglarlo todo a través de su móvil.—Ah, y otra cosa… —Cogió mi mano que temblaba y colocó un pequeño dispositivo. Alcé la mirada y arrugué la frente—. Con esto podrás comunicarte conmigo en caso de… —Hizo una pausa y cogió aire—. Solo úsalo si es necesario, ¿de acuerdo?—¿Estaré en peligro?—En la tienda solo están las mujeres de ambas familias. Por supuesto, Sandro también, por eso te pido prudencia.Volví a asentir y me preparé mentalmente para saltar fuera del auto.Caminé despacio y me di el tiempo suficiente para aplacar mis nervios. Me sudaban las manos y el corazón me palpitaba loco contra el pecho. Pero todo lo que
BellaGrité y luego caí sobre mis rodillas.—¡Gia! —Chillé tan alto que creí que se me desgarraría la garganta.Quise correr hasta ella, fue mi intención, pero Sandro lo impidió rodeándome por la cintura y estampándome de vuelta contra la pared.No importó que forcejeara, ni siquiera que sollozara de un modo que abordaba el peor de los dolores. Una artimaña como aquella no tenía compasión por nada ni por nadie.Se alimentaba del sufrimiento ajeno. Por eso disfrutó que la intención de aquel disparo cumpliese su objetivo.Gia se desplomó en el piso al tiempo que Enzo evitaba su cabeza se golpeara contra el pavimento. Un instante más tarde, llegó mi hermano a la escena. Su impresión fue tan grande, que al principio dudó, luego se lanzó a por ella y la cargó en peso como si pesase menos que una pluma.Me paralicé, sus ojos todavía no se cerraban, pero la sangre no dejaba de salir de su cuerpo. Todo de mi hermano estaba manchado de ella…Se la llevaban y yo quería ir con ella.Mordí el bra
BellaMe metí al agua y arrastré conmigo el recuerdo de una masacre. Una que difícilmente conseguiría borrarse.Todo de mi olía a pólvora, sudor y los restos de unos terribles temblores. Cerré los ojos y pretendí que, con aquel hecho, desapareciese todo. Que los remiendos de aquella tarde se fuesen por el drenaje como espuma y sales marinas. Me sumergí sabiendo que aquello no conseguiría llevarse nada, pero al menos el silencio que producía estar debajo del agua aliviaba. Por un instante, pensé en cómo se sentiría si mis pulmones comenzaban a llenarse de agua.¿Me arrepentiría en el último instante? ¿Lo lograría? Si lo intentaba… no quedaría espacio para el arrepentimiento. Estaría hecho y me llevaría conmigo el fin de todo esto.Un ambicioso poder que ponía en riesgo las vidas de las personas que amaba…Si no tendría una vida feliz, ¿para qué quería vivirla?Quizás habría acabado con todo eso si Analía hubiese durado un par de segundos más en entrar a mi baño. Tal vez mi existencia
SebastianEl final estaba a la vuelta de la esquina, ¿seriamos capaces de soportarlo?El murmullo de las constantes de las maquinas coincidió con la vibración de mi móvil. Un nuevo mensaje de texto.Rigo, uno de mis hombres infiltrados y que ahora trabajaba para la seguridad de Sandro. Sabía que no podía usar la comunicación por este medio si no queríamos levantar sospechas, a menos que fuese relativamente importante.Lo era, y por eso me enderecé.12:20 am“Emilio Praga. Llevo a Isabella conmigo”Joder. Su presencia aquí, en un momento tan delicado como el que estábamos atravesando, podía significar muchas cosas.Como descubrir que su propio hermano no estaba muerto y que yo le había mentido todo este tiempo.—¿Ocurre algo? —Mauro sabia bastante bien como ser silencioso, por eso no le percibí detrás de mí.—Asuntos personales. —Respondí sin miramientos.—¿Es mi hermana parte de tu vida personal?Me giré, su tono de voz coincidía demasiado bien con la expresión que albergaba su rostro
Bella La realidad me reclamaba despertar, pero me aterrorizaba la sola idea de ello. Si lo hacía, la supervivencia de Mauro me alcanzaría y yo no estaba lista para aceptarlo. Sabía que me habían trasladado a una habitación luego del incidente en el pasillo, también que me habían sedado y cocido la herida de al menos cuatro centímetros de largo y uno de profundidad. Quizás por eso comencé a sentir el picor en la piel y las ganas de arañarme hasta que parara. Súbitamente, percibí el fuerte cambio de temperatura. El frio comenzaba a atravesar la tela de mi ropa y se instaló en mi cuerpo provocándome temblores involuntarios. Luego escuché un suspiro que no era mío. Me estremecí. Había alguien más dentro de aquella habitación. Si abría los ojos, sabía que podía encontrarme con la presencia de mi hermano en cualquier rincón. Por eso me obligué a apretar los parpados con mucha fuerza y contener el aire hasta que mi cuerpo decidiera entregarse a la somnolencia. No lo conseguí. Alguien en
SebastianIsabella empujó las puertas de la habitación y se arrastró hacia el exterior mirando para todos lados. Buscaba una salida, lo que fuese que la mantuviese lejos de nosotros.El llanto había cedido. Ahora albergaba la culpa, la incertidumbre y los miedos.Empezó a respirar acelerada, como si buscara con fuerza una bocanada de aire que allí estaba, pero creía perdido.Entendía perfectamente lo que estaba sintiendo. Entendía que después de las lágrimas, era momento de enfrentarse al fuerte impacto de lo que aquello significaba.Tragué saliva al tiempo que se envolvía a si misma con sus brazos. Temblaba, todo de ella lo hacía, y a mi me destrozó encontrarme con aquella mirada rota de su parte, como si toda su existencia se estuviera rompiendo a pedazos y nada quedaba, solo el vacío. Sus ojos marrones ahora lleno de lágrimas no derramadas me pedían un montón de cosas que quizás yo ahora no podía darle. Suplicaban que todo lo confesado no fuese cierto, me preguntaban en silencio si