Se quitó su última prenda disponible, dejando a la vista a un socio bastante sorprendente. Abrí los ojos porque era la primera vez que veía uno real.Cara a cara.Le dije a mi corazón que se calmara, porque estaba segura de que Jean me trataría con cariño y amabilidad en todo el proceso.Se colocó el preservativo y volvió a inclinarse encima de mí para darme un largo beso con lengua que me encendió más de lo que estaba.Con una de sus manos empezó a frotar lento mi intimidad, jugando con cuidado en esa parte tan sensible llamada clítoris. Me estaba acostumbrando a ese delicioso placer que me causaban sus dedos.Me aferré a su espalda, por suerte mis uñas no estaban muy largas para lastimarlo. Él se aseguró de que mi parte íntima estuviera lo suficientemente húmeda antes de siquiera intentar entrar.Y lo logró.—No dudes en decirme si algo te molesta, ¿de acuerdo? —indicó.Asentí en respuesta.Su aliento chocó con el mío. Empecé a sentir a su amiguito adentrándose poco a poco. Estaba s
El día en donde nos hablarían sobre el acuerdo familiar había llegado. No quise comentárselo a Jean hasta que supiera de qué se trataba.Tal vez él también estaría al tanto para cuando yo me enterara. Salí de mi habitación con una ropa casual y el cabello recogido para que no molestara durante la cena.Por alguna razón, mi corazón estaba ansioso porque sentía que se trataba de algo muy grande. ¿Por qué otra razón lo ocultarían durante años?Llegué al comedor, en donde solo estaba sentada Salomé, quien me quedó viendo con malicia y no dudó en sacarme el dedo grosero por pura inmadurez.Rodé los ojos y me senté muy lejos de ella, aunque eso no evitaba el poder escuchar su estresante voz.—Por fin papá dejará el cargo y me lo dará a mí —soltó.—¿Te dijo eso?—No, pero estoy segura de que hablarán de ello en la reunión —sonrió, victoriosa—. ¿De qué crees que trate el acuerdo si no es sobre mí? —añadió.—Pues ya lo veremos, ¿y si en realidad están planeando dejarte sin nada? —La molesté.L
*Narrado por Jean*Aurora se había ido al baño, pero sabía que en el fondo estaba muy dolida por lo ocurrido y no volvería. Me sentía fatal por no haberle contado, pero no esperaba que mis padres acordaran una cena con los Hidalgo.Fue inesperado para mí. Tenía que resolver las cosas con Aurora porque mi intención no era hacerle daño, mucho menos acabar con la bonita relación que teníamos.¿Pero cómo iba a lograrlo? Si mi plan B todavía estaba lejos de poder llevarse a cabo.Suspiré.Habíamos terminado de comer y lo que más me entristeció fue haber visto que el plato de Aurora seguía intacto, pero ninguno de sus familiares se preocupó en ir a buscarla.—Salomé, ¿por qué no le enseñas la casa a Jean? Después de todo, pronto tendrá que vivir aquí —sugirió Eduard, con calma.Carajo.La castaña soltó un ligero chillido de emoción que trató de disimular al cerrar sus puños.En teoría, mis padres me estaban lanzando hacia la familia Hidalgo sin importar que perdieran el apellido Zelaznog en
Me dolía el corazón. No había logrado dormir en toda la noche y a pesar de haber recibido muchas llamadas y mensajes de Jean, decidí no responderle.Él iba a casarse, esa era la realidad. Yo no podía hacer nada para cambiarlo, ¿ir en contra de nuestros padres? Eso solo nos perjudicaría a ambos.Me estaba alistando para ir a trabajar. Me vi una última vez en el espejo. Tenía el cabello recogido en una cebolla para calmar mis alocados rulos. Traté de echarme bastante corrector debajo de los ojos para camuflar las ojeras de los mismos.Salí de mi habitación, dispuesta a pasar por la cocina para llevarme al menos unas tostadas. Me iría en taxi, ya que Salomé solía usar al chófer de la familia, dejándome atrás.—Disculpe, señorita, ¿no va a desayunar con su hermana? —preguntó una sirvienta, haciendo una reverencia.—¿Puedes guardarme unas tostadas en la lonchera? —inquirí—. Pero no vayas a decirle a ellas que estoy aquí. Me iré más temprano —murmuré, mirando a través del umbral de la puert
Sus labios me deleitaron como nunca antes. La pasión que emanaba de ambos se había duplicado desde la última vez. No sabía por qué me era tan difícil controlar mi cuerpo cuando se trataba de Jean.Mis manos actuaron por cuenta propia y rodearon su cuello por instinto, como si estuvieran listas para hacer eso, programadas para atraerlo.Su lengua se abrió paso dentro de mi boca. En ese momento no me importó que estuviéramos en la oficina porque la adrenalina era superior gracias a ese detalle.—Te amo, Aurora... Y jamás dejaré de hacerlo —Jadeó, sobre mis labios.Yo también quería decirle lo mismo, pero estaba concentrada en sus brillosos ojos, los cuales me comían como si yo fuera un delicioso dulce para él.Me cargó, trayéndome recuerdos de aquel día apasionado en su escritorio. Me subió en el para que mis piernas se abrieran, dándole paso a su zona más caliente.A pesar de que Jean tenía el uniforme puesto, el bulto entre sus piernas se hizo presente con un simple beso que nos dimos
Me encontraba en la biblioteca leyendo en la mañana de mi día libre. Habían pasado unos días desde que tuve intimidad con Jean y era como si nuestra relación se hubiera fortalecido más.Por otro lado, tenía que estar soportando los comentarios emocionados de Salomé sobre su boda, si supiera que Jean estaba buscando la manera de romper ese compromiso, no estaría tan feliz.Por más que tratara de enfocarme en la historia que estaba leyendo, no podía. Mi mente seguía pensando en las cosas que habían pasado en los últimos días.Por desgracia, Sara no estaba en la biblioteca y en su ausencia dejó a su ayudante, un joven que no me di el tiempo de conocer.—Aurora, ¿puedo sentarme? —Una voz conocida hizo que me sobresaltara.Quedé aturdida durante los próximos segundos porque no se trataba de Jean.Ese rubio cabello bañado en gel brillaba gracias a la luz del bombillo que teníamos encima. Tragué saliva y me acomodé en una postura más firme y menos floja.¿Por qué él aparecía de repente?Nunc
—¡Aurora! ¡Serás mi dama de honor! —exclamó Salomé, derribando la puerta de mi habitación.Había pasado un día desde lo sucedido con Oscar en la biblioteca y era de noche. Estaba en mi habitación, peinando mi cabello como de costumbre después de haber tomado una ducha.Me sobresalté en cuanto la castaña entró a la fuerza. No tumbó la puerta literalmente, pero el golpe fue estruendoso para mis oídos.Yo tenía la toalla puesta encima, mientras que la ropa que me iba a poner reposaba sobre la orilla de la cama.—¿De qué estás hablando? —inquirí, con el ceño fruncido.¿Dama de honor de Salomé? ¿Estaba loca? A esa mujer no le bastaba con joderme tantos años de mi vida, mendigando su amor.Ella entró como si fuera su habitación y esa sonrisa de entusiasmo no desaparecía. Me arrebató el peine de las manos y lo tiró en la cama, dejándome boquiabierta.Así mismo, tomó mis manos.—¡Qué serás mi dama de honor, tonta! —repitió—. No aceptaré un no por respuesta, Aurora. No sabes lo emocionante que
Llegué al trabajo un poco tarde porque me había quedado dormida. En la recepción se encontraba Sakura, quien me regaló una sonrisa en cuanto me acerqué.—Aurora, veo que ya no tienes ojeras —dijo.—¿Es un cumplido? —reí, apoyándome sobre el mostrador.—Oh, lo siento... No pretendía ofenderte —Sacudió ambas manos—. Espero que hayas arreglado las cosas con Jean, no volvimos a hablar de eso.—Tranquila —sonreí—. Digamos que estamos bien, así que no te preocupes.—Cualquier cosa, sabes que estoy aquí para apoyarte —expresó, con ternura.Sus ligeros hoyuelos se hicieron presentes y como sus ojos eran pequeños, se cerraron por la sonrisa. Sakura era una mujer agradable y cariñosa, estaba segura que no tenía enemigos.—Lo aprecio muchísimo.Firmé la hoja y me dispuse a caminar hacia el ascensor. La puerta de hierro iba a cerrarse una vez que estuve dentro, pero unas gruesas manos se interpusieron, dejándome aturdida.Me hice a un lado, a pesar de que la cabina estaba completamente vacía y ca