—¡Cuéntamelo todo! —exigió Sara.Abrí los ojos y parpadeé varias veces porque la mujer estaba en la entrada de la mansión Hidalgo. No me esperaba que me visitara ese día, aunque sí recordaba haberle dado mi dirección en algún momento.—S-Sara...—Amiga, no has ido a la biblioteca y casualmente cuando vas, yo estoy libre —resopló—. Así que decidí venir a verte, ¿cómo estás? ¿Cómo llevas lo de tu hermana? —susurró lo último, viendo hacia todos lados.Reí por su actitud. Se estaba asegurando de que nadie escuchara la conversación. Por desgracia, Salomé era la única que estaba en la casa ese día, sin contar a los empleados.—Entra, vayamos a la sala. Salomé no suele estar ahí porque no le gusta el color del papel tapiz —comenté, haciéndola pasar.Ella me siguió y frunció el ceño. Ya yo estaba acostumbrada a lo caprichosa y quisquillosa que era mi hermana, por lo que no le daba importancia.—Tienes una hermana muy loca... —expresó.Estábamos a punto de cruzar el umbral de la puerta que llev
Cena familiar.El momento que más odiaba del día, porque tanto mamá como Salomé solían molestarme. Por suerte, mi padre me defendía, lo cual era reconfortante.Había pasado un día desde la visita de Sara y conociendo a Salomé, no se iba a quedar callada con lo que sucedió. Ella siempre buscaba la forma de joderme.Removí la ensalada en el plato, para luego agarrar el cuenco de arroz y juntar ambos. Me mordí el interior del labio.—Me parece oportuno comentarles que nuestra querida Aurora —Enfatizó mi nombre con rabia—. Trajo ayer a un extraño que me lastimó.Apreté el tenedor en mi mano con fuerza. Inhalé hondo para calmar mis sentidos, tenía que comportarme y no generar más problemas de los que ya tenía.Salomé nunca se quedaría con la boca cerrada y era capaz de exagerar las cosas solo para perjudicarme a mí.Mi madre fue la que ahogó un suspiro en cuanto la escuchó, como siempre, iba a apoyar a su hija mayor. Llevó ambas manos a su boca con horror al verme.—¿Aurora? ¿Estás loca? ¡
*Narrado por Jean*—¿Te puedes apurar? Salomé llegará en cualquier momento y tú todavía no estás listo —exigió mi madre, entrando a mi habitación sin permiso.—Por lo menos toca la puerta —Me quejé.Yo estaba en bóxer, pero no me daba vergüenza porque se trataba de mi madre y como mucho, ella me vería con decepción. Eso hizo, se cruzó de brazos antes de negar con la cabeza en desaprobación.—¡Hoy es un día importante! —exclamó—. Todavía ella vendrá hasta aquí, cuando tú eres el que debería ir a buscarla a su casa.—¿Y quién fue la que quiso venir? —reproché, agarrando mi ropa—. Ella.—¡Te críe para que fueras un caballero con las mujeres, Jean! —comentó, con ambas manos en la cintura.—No puedo serlo si se trata de una mujer que no me gusta —zanjé, terminando de vestirme.Caminé hacia el espejo. No iba a soltar nada de mi relación con Aurora, pero mi madre por lo menos tenía que entender que Salomé jamás me gustaría y era un simple compromiso sin amor.Acomodé mi corbata y me eché un
Había llegado al edificio para iniciar un nuevo día de trabajo. En cuanto llegué a la recepción, Sakura se encontraba con una mano en la boca, viendo algo en su celular que la tenía en en total shock.Me acerqué, ni siquiera se había dado cuenta que yo había llegado, por lo que opté por darle un leve susto piadoso.—¡Bu! —solté, colocando mis manos en la mesa.No se sorprendió.Al contrario, me miró con aflicción y tomó una de mis manos por encima de la mesa. Esa acción solo me dejó más confundida de lo que estaba y con los ojos abiertos.—Ay, Aurora... Cuánto lo siento —expresó—. No imaginé que fueran tan rápido.Sus cejas estaban hundidas y se notaba la preocupación. Yo fruncí el ceño y aparté mi mano porque la realidad es que no la estaba entendiendo.¿Acaso vio un muerto?—No sé a qué te refieres —dije.—¿No has visto las noticias? —preguntó, con la voz apagada.Negué con la cabeza. La pelinegra me mostró su celular y quedé con la boca abierta por lo que vi. Bueno, de todas formas
Después de que Marcus salió del baño, yo también me dispuse a hacer lo mismo e ir a la oficina de Jean. Iba unos minutos tarde, pero no creí que me regañaría.Ya se me estaba subiendo a la cabeza eso de ser la pareja de mi jefe. En otras circunstancias, me echaría un tremendo regaño por llegar tarde.Sonreí.No tardé mucho en pisar la oficina. Él estaba de pie en medio de la habitación, con ambas manos en los bolsillos y la vista fija en el techo. Me pareció extraño verlo así.¿Estaba triste? ¿Molesto? ¿Decaído?—¿Jean? ¿Estás bien? —pregunté.Me preocupaba. Me acerqué a él para colocar una mano sobre su hombro en símbolo de apoyo. No iba a contarle lo de mi mareo repentino para no preocuparlo.Marcus tenía razón al decir que Jean tenía tanta carga encima y yo me quejaba por cómo era mi familia, sin saber cuánto estaban presionándolo a él para que hiciera todo perfecto.Bajó la mirada, regalándome una sonrisa forzada que me apretujó el corazón.—No sabes cuánto te he estado esperando
Llegamos al edificio y Salomé no esperó ni un segundo para bajarse del auto. Se dirigió solita a la recepción, yo me quedé atrás, pero pude ver que le estaba exigiendo a Sakura que la dejara entrar, cosa que la pelinegra se negaba.—Lo siento, pero debe tener cita previa para poder verlo, no quiero problemas como la última vez —habló Sakura, apenada.Salomé golpeó el mesón con su mano. Terminé de llegar a su lado, por lo que me sobresalté en cuanto hizo eso.—¿Sabes con quién estás hablando? ¡Soy su prometida! ¡Tengo el derecho de verlo con o sin cita! —exclamó, furiosa con la pobre Sakura.Decidí intervenir porque no quería que despidieran a mi amiga por culpa de los berrinches infantiles de Salomé.—Sakura, ella viene conmigo... ¿Vale? —dije, comprimiendo una sonrisa.—De acuerdo, en ese caso la dejaré entrar —murmuró, decaída por el mal momento que pasó.Luego me disculparía, porque Sakura no se merecía ningún maltrato. Miré de reojo a mi hermana, quien había soltado un bufido de f
El día con Salomé no estuvo tan mal, hice mi trabajo como de costumbre, solo que sin interactuar de manera romántica con Jean para evitar sospechas.Ella estuvo tranquila, tanto como para hacerme dudar de si lo estaba haciendo porque Jean se lo pidió, o tramaba algo. Al final, ambas nos fuimos a casa y un nuevo día había llegado.Yo me levanté temprano para ir a la farmacia que quedaba cerca de la biblioteca, así pasaba saludando a Sara y comentándole mis preocupaciones.Planeaba comprar una prueba de embarazo para aclarar mis dudas, ya estaba empezando a sentir un poco de ansiedad por no saber qué le pasaba a mi cuerpo.—¿A dónde vas? —cuestionó una voz ronca.Era mi padre.Estaba sentado en la sala con su celular en la mano. También tenía puesto unos lentes que solo utilizaba para ver letras muy pequeñas.—Iré a la biblioteca, ya me conoces —respondí.—Es muy temprano, por lo menos deberías desayunar aquí —comentó.Mi padre no era tan malo como mi madre. Él solía mostrar una ligera
Después de tener una charla con Sara y haberme enterado de que en mi vientre llevaba el fruto de mi amor por Jean, regresé a casa para alistarme.Por suerte, mi padre y Salomé ya se habían ido a la empresa H&G, por lo que la única que se encontraba en casa era mi madre y las sirvientas.Ella estaba sentada en la sala, justo como estuvo papá al yo salir. Deseaba que no me prestara atención como solía hacerlo, pero por obras del destino, no fue así.—Aurora, últimamente se te ve diferente —Me inspeccionó con sus ojos.Esos ojos café me penetraban hasta el alma. Me obligaban a bajar la mirada por lo intimidada que me sentía.¿Cuándo fue la última vez que ella me regaló una sonrisa sincera?Pura mala cara me ponía.—¿A qué te refieres, madre? —pregunté, haciéndome la tonta.Ella no se había dado cuenta, ¿o sí? Ni siquiera se me notaba la panza aún, ¿cómo podía? ¿Instinto maternal?—Sales mucho más que antes, le das malas respuestas tanto a tu hermana como a mí, y por no olvidar que le has