KIARA
Me mantengo de pie al lado de la camilla. Reagan sigue pálido y a mí me da no sé qué, que se someta a esta operación.
No puedo creer que él, mi chico de los ojos azules sea compatible con mi pequeña hermana, ya que de tantas personas que pudieron ser, justo es él quien tiene genes idénticos, que mi alma se alegre enormemente y salta de júbilo, porque Kelly tiene una opción de vivir y de responder bien al tratamiento que le van a imponer, pero por otro lado mi cabeza me recrimina lo mal que lo estoy haciendo, ya que ver su cara de angustia me remueve la conciencia y se me aprieta el pecho.
Siento que lo estoy obligando hacer algo que no quiere, prácticamente presionándolo a someterse a un miedo que no ha superado desde la muerte de su hermano, porque no debo ser adivina, para saber que de ahí es que viene su fobia.
—Estoy bien —me asegura con una sonrisa de boca cerrada, pero no le creo nada.
Lo han ingresado a una sala,
KIARA Hablamos de todo y nada a la vez. No sé qué tiene Reagan, pero me hace estar en casa, aun cuando estoy en un hospital y llevo tres días sin bañarme, ni dormir bien ni comer adecuadamente, pero el chico de los ojos azules como el cielo, no quiere que me separe de él ni para ir al baño hacer mis necesidades, cosa que cumplo a su gusto, no porque sea alguien que se somete a sus encantos, sino porque quiero estar a su lado, acompañándolo en cada paso que da. Me mantengo a su lado, acariciando su cabello, pero eso se ve empañado con la llegada de la rubia quien nos molesta, hasta cuando no tiene tiempo que perder, sin embargo, le agradezco un montón, porque Raven y Julián son quienes cuidan a mi pequeña, cuando yo no estoy. —¡Joder deberías ir a tomar una ducha, cuñis! —arruga la nariz—. Aquí comienza a oler a un poquito de estiércol, sin ofender, por eso yo me quedo con este capullo. Reagan la mira ceñudo, cuando saca un peq
KIARAEl departamento se llena de policías, que yo me siento en el sillón largo. Kelly no deja de abrazarme temblando de miedo, y a mí el estómago se me revuelve, por la amenaza tan directa que acabo de recibir.Reagan esta tenso, y no deja de discutir con el detective Andrew Smith, quien sigue todo el proceso de investigación. Al señor Rogelio lo sacaron ayer de la prisión, decretando prisión domiciliaria. Y todo se empieza a juntar, que comienzo a pensar lo peor, tanto así que la desconfianza se siembra en mi pecho.—¿Mi padre no puedo haber sido o sí? —Cuestiona Raven, mordiéndose la uña de su pulgar. Yo no le contesto nada, porque no sé qué responder a eso, pero la rubia no deja de moverse, está en shock igual que todos, en tanto Julián no deja de teclear algo en la laptop.—¡Es que me importa
KIARA Reagan va vestido con una camisa negra que se le apega a sus músculos definidos. La lleva arremangada hasta sus codos, luciendo su reloj Rolex de oro blanco y un pantalón de vestir del mismo color que su camisa. El cabello peinado hacia un lado, lo hacen lucir guapísimo, que babeo mentalmente, pero me regaño cuando noto su rostro tenso, el cual no me ayuda en nada a calmar mis nervios. Maneja su McLaren negro con una sola mano, en tanto yo juego con mis dedos. Voy sentada de copiloto mirándolo de reojos y escuchando la suave melodía que toca la radio. Después del desayuno no pude comer nada más, que tan solo me cambié de ropa para asistir al funeral de Maite. Así que el color blanco lo reemplace con un vestido sencillo de mangas cortas, de color negro que tiene dos lazos en el cuello y unos botines de cordones. Mi cartera sigue en mi regazo, que saco mi celular para fijarme la hora. Son las dos de la tarde, y la ceremonia fúnebr
KIARA Miro hacia el lado izquierdo y Reagan esta de abdomen con los ojos cerrados. Tan sereno como inerte, con su cara entintada en negro por el fuego abrazador, que intento arrastrarme hacia él, pero mi cuerpo se siente tan pesado, que apenas puedo estirar mi brazo para alcanzarlo, sin embargo, cuando lo voy a tocar, su silueta desaparece como niebla. Mi cabeza da vueltas y vuelvo a caer en el pavimento desorientada con mil preguntas acribillándome la sien. Preguntas que no se como responder. Mucha gente se aglomera a mi alrededor, pero una mujer de cabellos cobrizos, es la primera en auxiliarme. Gritos de ayuda de transeúntes, sirenas de ambulancia y bomberos, es todo lo que puedo escuchar mareándome con tanta cosa. Todo es tan confuso, que con ayuda de una chica me siento tratando de orientarme en donde estoy y que fue lo que sucedió. Me toco la frente y sangre sale de mi piel expuesta cerca de mi ceja derecha. Miro para todos lados asustada, pero no veo a Reagan. No lo veo po
REAGAN Despierto en un lugar extraño, cerrado y casi asfixiante. Estoy en movimiento, ya que mi cuerpo se sacude con cada bache que hay. Intento mirar para todos lados, pero caigo en cuenta de que tengo un saco negro sobre la cabeza. El miedo se me dispara en el sistema y todo llega a mi como un maldito rayo de claridad. Kiara comiendo helado y sonriéndome. Kiara abrochándose los zapatos. Kiara con cara de miedo y luego el estallido que voló todo en mil pedazos lanzándonos lejos. Un quejido abandona mis labios cuando intento moverme, pero mi cuerpo esta tan resentido que no hay caso de saber dónde estoy. El vehículo en el cual me trasladan va por un camino empedrado y todos mis músculos se maltratan más cuando salto en cada piedra o en cada freno que da. La cabeza no deja de darme vueltas, el olor a fuego y gasolina lo tengo en la punta de mi nariz, y tan solo veo oscuridad, que me desespera más el no saber hacia dónde voy. La piel también se me maltrata con las cuerdas qu
KIARA Me muerdo la uña de mi pulgar anoche no dormí nada, que todas las horas me quedé en vela buscando algún plan que trazar. Tomo mi celular y verifico si hay algo, pero nada. Ninguna llamada, ningún mensaje, ninguna señal, que empiezo a dudar de que se comuniquen por aquí pidiendo alguna recompensa o rescate por Reagan. Estas personas no son novatas ni principiantes, sospecho que por la forma de actuar y planear, claras señales de que saben cómo se trabaja una organización criminal y que tienen experiencias en esto de la extorsión, incluso deben estar en conocimiento de que la policía ha intervenido absolutamente todos los teléfonos y que mi seguridad se amplió a casi ser imposible de que alguien se nos acerque o nos den un mensaje oculto, para que solo yo conozca, si es que es así como juegan. Me levanto y me meto a la ducha, que el agua caliente ayuda a relajar la pesadez de mis hombros. Estoy tan tensa que me da miedo de que algo le suceda a mi bebé. Me vuelvo a tocar el vie
KIARA Después de lo que cuento casi veinte minutos, la camioneta se estaciona. Los encapuchados me sacan la tela negra de la cabeza y parpadeo varias veces acostumbrándome a la luz del lugar. El estómago me gruñe porque no he probado bocado desde ayer. Dos de sus hombres me toman de los brazos bajándome a las malas. —No voy a escapar —espeto tratando de forcejear, que por sorpréndete que suene me sueltan, pero se siguen manteniendo a mi lado, vigilando que no haga ningún movimiento estúpido. Tampoco lo haré, porque se cuál es mi desventaja. Tengo todas las de perder, ya que el menor de los males que me puedo llevar es una golpiza y en mi estado, no puedo. Se supone que no puedo estresarme ni recibir golpes duros, pero estoy aquí dejando prácticamente mi vida. El tercer hombre me guía, y puedo percatarme del lugar baldío que es. Miro la reja grande y oxidada que queda detrás de mí, la cual tiene cadenas gruesas para cerrar. Camino por el piso que es de tierra y un poco de polvo s
KIARA Respiro agitada sintiendo como sube y baja mi pecho. Miro mis manos y suelto el arma sintiéndome asqueada. El cuerpo de Renata se desploma en un sonido sordo, entre quejidos y sacudidas, que de apoco comienzan a expirar, la boca se le llena de sangre ya que el disparo fue en el cuello. Los brazos me tiemblan y caigo hacia atrás de trasero, arrastrándome más a la pared. La piel de mi rostro la siento manchada de su sangre tibia y los policías de fuerzas especiales, que traen cascos, armas y chaleco antibalas, entran apresurados alarmando a todo e invadiendo el lugar. Pero no puedo dejar de pensar que es demasiado tarde. Uno de ellos se va al cuerpo de Renata para tomarle el pulso en la muñeca y mira a otro negando con su cabeza. —Está muerta —dice y a mí se me viene el mundo encima aplastándome y rompiéndome el espíritu que trataba de mantener. Otro de ellos me intenta tocar, pero yo me alejo temblando. No quiero que nadie me toque. Me miro las manos y las veo manchadas de