KIARA Después de lo que cuento casi veinte minutos, la camioneta se estaciona. Los encapuchados me sacan la tela negra de la cabeza y parpadeo varias veces acostumbrándome a la luz del lugar. El estómago me gruñe porque no he probado bocado desde ayer. Dos de sus hombres me toman de los brazos bajándome a las malas. —No voy a escapar —espeto tratando de forcejear, que por sorpréndete que suene me sueltan, pero se siguen manteniendo a mi lado, vigilando que no haga ningún movimiento estúpido. Tampoco lo haré, porque se cuál es mi desventaja. Tengo todas las de perder, ya que el menor de los males que me puedo llevar es una golpiza y en mi estado, no puedo. Se supone que no puedo estresarme ni recibir golpes duros, pero estoy aquí dejando prácticamente mi vida. El tercer hombre me guía, y puedo percatarme del lugar baldío que es. Miro la reja grande y oxidada que queda detrás de mí, la cual tiene cadenas gruesas para cerrar. Camino por el piso que es de tierra y un poco de polvo s
KIARA Respiro agitada sintiendo como sube y baja mi pecho. Miro mis manos y suelto el arma sintiéndome asqueada. El cuerpo de Renata se desploma en un sonido sordo, entre quejidos y sacudidas, que de apoco comienzan a expirar, la boca se le llena de sangre ya que el disparo fue en el cuello. Los brazos me tiemblan y caigo hacia atrás de trasero, arrastrándome más a la pared. La piel de mi rostro la siento manchada de su sangre tibia y los policías de fuerzas especiales, que traen cascos, armas y chaleco antibalas, entran apresurados alarmando a todo e invadiendo el lugar. Pero no puedo dejar de pensar que es demasiado tarde. Uno de ellos se va al cuerpo de Renata para tomarle el pulso en la muñeca y mira a otro negando con su cabeza. —Está muerta —dice y a mí se me viene el mundo encima aplastándome y rompiéndome el espíritu que trataba de mantener. Otro de ellos me intenta tocar, pero yo me alejo temblando. No quiero que nadie me toque. Me miro las manos y las veo manchadas de
KIARAEl corazón me salta del pecho, retumba con mucha fuerza casi como si se me fuera a paralizar de tanto que late, mientras Renata no deja de perseguirme. Me acorrala a una pared fría y sucia y me amenaza diciéndome todas aquellas bajezas y humillaciones que se repiten hundiéndome en el piso, porque me hieren tanto, que comienzo a creerme que no valgo.La rabia, la ira y todo en mi colapsa que vuelvo a disparar.Sus ojos verdes inertes me persiguen y termino en un mar de sangre que me empieza ahogar, nado y nado, tratando de llegar a la superficie para poder respirar, pero su espectro me toma del pie y me jala más a las profundidades de las aguas color carmesí, mi boca y mis pulmones se llenan de sangre y todo en mi se desespera, porque no respiro, que termino gritando y luchando para que nadie me toque y para que me dejen en paz de una vez por todas.Me enderezo en la cama pegada al respaldo y llorando con ganas de desaparecer. La angustia me asfixia y el pecho me sube y me baja m
KIARA Suspiro levantándome de la cama. Reagan sigue dormido que a veces envidio su serenidad, el barco se puede estar hundiendo, pero él su sueño no lo interrumpe. Sonrío y acaricio sus hebras rubias. Lo amo tanto que no quiero imaginarme una vida sin él, pero todo en mi vuelve, la tristeza, el miedo, la melancolía, que antes que me vea mal, me aprovecho de encerrarme en el baño. Le pongo pestillo y vuelvo a ser solo yo. El reflejo del espejo me incita a no mirarme más, porque siento que he perdido color volviéndome alguien más oscura. Ojeras, cabello desordenado y una m****a. Soy un desastre. Hago mis necesidades y termino en la ducha llorando y amortiguando mis lágrimas, de esas que abren heridas incurables. El miedo es palpable, al igual que la angustia. Hoy se decidirá todo, que por unos segundos lo pienso bien. Si el juez y el jurado me consideran culpable del asesinato de mi suegra, lo aceptare con la frente en alto y la espalda derecha, después de todo siento que es lo
KIARATomamos asiento nuevamente y el juez habla dando un preámbulo del caso que nos concierne. Individualizan a las partes, con nombre, domicilio, edad, para luego dar paso a los argumentos de apertura del juicio. Comienza Julián, como mi abogado, que yo tan solo me retuerzo los dedos. La piel la tengo chinita y no puedo dejar de mover mi pie derecho. —Magistrado —Julián lo saluda con un asentamiento de cabeza y se levanta del asiento que está a mi lado. Se abrocha el botón de su chaqueta de traje plomo y tomo una gran inhalación de aire, que no puedo dejar de mirarlo fascinada por la postura seria que adopta.Y comienza su alegato explicando los hechos del suceso moviéndose de un lado a otro en el espacio que separa los mesones del estrado, mueve sus manos y se dirige tanto al juez como al jurado de doce personas que hay en un costado, mientras que el secretario del tribunal, también conocido como relator, escribe todo en un acta. Luego de una hora en donde argumenta todo da un c
KIARAJulián termina yéndose arreglar todo, mientras que Reagan besa mi frente. Luego me saca de la corte por las puertas de emergencias, ya que los periodistas siguen atentos a todo lo que sucede a nuestro alrededor y ninguno quiere más problemas.Paso por el patio trasero mirando como Kelly y Raven se están tomando un batido, se ven tan felices, que no quiero ser yo la causante de empañar esas sonrisas que nos ha costado tanto tener.Sacudo la cabeza reafirmando que todo lo que ha sucedido no es mi culpa y apuramos el paso para que no nos vean y no nos cuestionen que ha sucedido, además debo volver rápido a la audiencia.Piso la calle del estacionamiento y el cielo azul se refleja limpio y puro, nada con lo que mi alma desazogada siente. Respiro hondo y camino de la mano de Reagan hacia el boulevard que están al lado de los tribunales, es un centro comercial que hay tiendas de lujo y restaurantes de comida gourmet.Entro a la primera que dice Zara y busco un vestido color azul eléct
REAGAN Ver que tus padres atentan contra tu bienestar al punto de llegar a odiarte. Ver que atenta con la vida de tu chica al punto de armar un plan tan asquerosamente vil. Ver como matan sin remordimiento llevándose vidas inocentes y extorsionan al punto de saltarse códigos y principios, que nos enseñaron, pero que nunca practicaron e incluso saber de su propia boca que desearon que su propio hijo de sangre sufriera en vida, no es algo que se puede digerir tan fácil. No es algo que me haga aterrizar limpiamente a la realidad, porque en mi mente no cabe una maldad tan grande. Podre ser un hijo de puta con las mujeres, un cabrón sin sentimientos, pero llegar al extremo de ellos, me es imposible entenderlo. No lo logro coincidir, como Renata me tuvo nueve meses, para luego ya no quererme y desecharme como a una cosa. No lo logro coincidir, como Rogelio me lo pago todo y me formo en educación, para luego hacérmelo pagar en vida. No lo logro encajar como el amor al dinero y al venga
REAGAN—¿Crees que pueda despedirme de él antes de su ejecución? —pregunta temerosa.Su pregunta es un llamado de atención para todos mis sentidos. Suspiro pesadamente y miro hacia el techo de cristal trasparente buscando alguna respuesta coherente.El cielo azul se ve despejado, sin nubes, pero se cómo mis padres pueden empañarlo todo en menos de un segundo, dejando una vida gris que te hunde en un pozo oscuro del cual después no ves salida.Una especie de agujero negro.—Reagan —me acuna el rostro trayéndome a la realidad y yo miro ese azul sincero y esperanzador—. Quiero cerrar ciclos y siento que la única forma de hacerlo es tener una conversación sincera y genuina con él, con el que fue mi padre y quien me apoyo a pesar de sus negativas. No puedo ser tan injusta. Además, si no lo intento, jamás me lo voy a perdonar. Quiero darle una ultima oportunidad, al menos que me explique sus razones y escucharlo de sus propios labios.Tuerzo los labios.—Bien —acepto a regañadientes—. Habla