REAGAN
Llego a la estación de policía y de lejos veo como Julián sigue sentado, mostrando un rostro decaído que me genera un malestar en el centro del abdomen. Se ha sacado la chaqueta de su traje azul y se remango las mangas de la camisa, dejando lucir el Rolex de oro que siempre usa. Esta tecleando algo en la laptop que tiene en su regazo, concentrado y serio.
Camino por los pasillos para llegar a la sala de espera, que es el lugar idóneo para hacer las denuncias y querellas respectivas.
El teléfono de la estación no deja de sonar y el mesón está lleno de personal que se afana en hacer papeleos dando las indicaciones a las decenas de personas que preguntan por sus causas criminales. Varios se me quedan mirando, pero ignoro a medio mundo, ya que no me queda más que afrontar que las últimas horas he sido noticia de primera plana.
Me acerco a mi amigo y él alza su vista, que deja la laptop a su lado y se levanta de los asientos azules.
REAGANJulián se queda a cargo de Rav y le pido que me informe de lo que va a suceder con mamá.—Ve tranquilo —susurra sin dejar de abrazar a mi hermana pequeña. Ella esconde su rostro en el cuello de mi amigo, y los dejo ahí, a la espera de un nuevo reporte.Salgo corriendo de la estación, para montarme en mi vehículo y así llegar al hospital lo más rápido posible.El camino se me hace eterno y no dejo de tener esa maldita espina atravesada en la garganta.Llamo a Peter exigiéndole que hoy mismo me tenga los seis guardaespaldas que acompañaran a Kiara, de aquí hasta que este caso se resuelva. También le pido que busque a alguien para que me adecue el departamento que tengo en el Hudson Square.Todo el edificio de esa calle es mío, pero los apartamentos los tengo arrendados a excepción de uno, que est&aa
KIARAReagan se va y yo aprieto en puños las sabanillas. No quiero llorar, pero igual termino derramando lágrimas que quería evitar.—Él te ama Kia, solo que tiene miedo de perderte.—No. No me ama —susurro limpiándome el rostro con fuerza.Mi hermana tuerce la boca, pero igual se acurruca a mi lado abrazándome. Verla tan frágil, me hace replantearme la vida, que no derramare más lágrimas de amor por él, porque no se las merece, sin embargo, no es pena lo que tengo, si no rabia e impotencia de que sea tan cobarde e idiota, para no luchar.Me deja porque no sabe cómo afrontar sus sentimientos. Huye como siempre lo hace, no quiero ser una ilusa, pero escuchar todos esos comentarios de cómo casi enloquece con mi ausencia, me reafirman que algo de cariño me tiene, que tan equivocada no debo estar.Termino por contarle un
REAGANDía viernes, y paso a primera hora en la mañana donde Aníbal, quien me tiene un informe completo de lo que investigo en todo lo que le llevo.En el teléfono personal de Renata, no encontró nada más que lo típico de una mujer de su clase. Conversaciones con señoras de la alta sociedad, sesiones de spa y visitas al club de golf.Pero en la caja fuerte se encontró otro celular, joyas, dinero y tarjetas bancarias; comprobando que efectivamente robaba dinero de la empresa y las traspasaba a unas cuentas de paraísos fiscales.Había cientos de mensajes con el contador y con Maximiliano. Fotos de sus viajes con sus amantes, que me hacen doler el pecho por la decepción de saber que mi madre es una cualquiera.Y sin que me importe nada, llamo a Julián, con quien me junto en la estación de policía e interpongo una demanda tanto para
KIARALos días comenzaron a pasar, entre terminar mis pinturas y cuidar a mi Kelly. No volví a saber de Reagan, ni tampoco me contesto los mensajes que le envié, porque si, lo intenté más de una vez, pero se encerró en su mundo dejándome a fuera.Nueve días que no se nada de él, y Raven con Julián se pusieron de acuerdo para tampoco mencionarlo, que a veces gruño de frustración, porque la curiosidad me gana, pero mi orgullo también pesa, que soy un verdadero caos de confusión.Salgo del ascensor con uno de mis guardaespaldas detrás y abro la puerta sin soltar la mano de Kelly.—Buenos días señora Armstrong. ¡Que bella se ve hoy!Tenso la mandíbula cuando cruzo las puertas del nuevo edificio.—No me digas así, Tyler.Él hace una inclinación de cabeza y desl
REAGANDos semanas que no veo a mi preciosa Kiara, desde el centro oncológico y de aquella salida que me mostro ese lugar que pensé que estaba vacío. Algo se me removió al escuchar a Kelly, que fue el momento exacto en el cual me di cuenta lo que verdaderamente quiero, pero aun necesito tiempo, que estos días han sido el peor calvario que he podido vivir.Un padre preso, una madre prófuga de la justicia, una hermana entrando en una depresión y que se escabulla cada vez que puede, ya que odia vivir en aquella mansión, y yo volviéndome al alcoholismo, y queriendo desaparecer de este mundo, pero no puedo, porque tengo responsabilidades que cumplir.Salgo de la oficina en la cual me consumo día y noche, escondiéndome de los medios de comunicación y tratando de poner a funcionar mi cerebro en otra cosa, que no sea mi chica de ojos grises. Pero es en vano, porque se cl
REAGANSigue mirándome mal, cruzada de brazos y moviendo su pie derecho con frenesí.—¿Te parece si nos vamos a tomar un café? —pregunto suave.—No —responde—. Dime rápido lo que quieres.—No pienso hablar aquí.—Bien. Entonces no hablemos.Kiara se da media vuelta para dirigirse al vehículo que esta estacionado en la calle de al frente, en el cual uno de los guardaespaldas la traslada, pero no dejare que se suba ahí, que me toca perseguirla. La tomo del brazo con cuidado y la volteo, que su pecho choca contra el mío.—¿Podemos hablar como dos personas civilizadas? —cuestiono tratando de controlar mi mal humor.—¿Y tú al menos eres una persona?—Kiara no te pases —advierto.—Solo te trato como me trataste tú a mí. Y ahora su
REAGAN Me hace soltarla y moverme rápido fuera de la cama. Me paso los dedos por el cabello y me paseo en la habitación. Sus palabras se repiten en mi cabeza y me marean la simpleza con que lo dijo. Me doy vuelta otra vez para encararla. Kiara se ha sentado en la cama y se ha tapado con las sábanas blancas de seda su cuerpo. El cabello negro enmarañado hace contraste con la blancura, haciéndola un cuadro digno de admiración, pero no lo suficiente como para apaciguar la rabia que crece dentro de mí. —¡¿Qué te pasa?! —me altero no sabiendo como responder ante su confesión. —Pero Reagan para mí la virginidad no es importante —susurra muy calmada—. Solo es una etapa más en donde hay que cruzarla. Sus palabras son como fuego a mi orgullo, que aprieto mis puños. —¿O sea me estás diciendo que cualquiera podría ser el primero y follarte? —No lo digas así —Juntas sus cejas hacia abajo y hace un puchero que me encantaría
KIARAReagan se acaba de dormir, sin embargo, no suelta mi cintura que se ha pegado como lapa a mi cuerpo, su respiración cálida choca en mi cuello y sus piernas están enredadas con las mías, dejándome envueltas entre sus cadenas.¡Joder! siento que lo arruine todo, pero a la vez no me arrepiento de nada, que una estúpida sonrisa aparece en mi rostro, cuando veo como duerme plácidamente, como si no tuviéramos mil problemas encima que resolver.Definitivamente estoy irremediablemente enamorada de este chico, a pesar de sus desplantes, y de mi orgullo, no puedo evitar caer a sus pies, rendida como una tonta.Todo el cuerpo me arde y más aún mi intimidad, porque perdí la cuenta de las veces que me hizo suya con esa pasión desbordante que siempre me mostro, del día uno hubo algo que no me dejo apartar mis pensamientos de sus ojos azules, pero un r