Unos días después dieron de alta a la bebe. A pesar de que Eva no se sentía su madre cuidaba de ella como si lo fuera. Al verla tan desprotegida y débil Eva, procuraba su atención.—Eva, podemos hablar de todo lo que está pasando.— preguntó Demetrio con el ceño fruncido.Eva lo miró con una ceja alzada. Estaba cansada de decirle que esa no era su hija.—No puedo hablar con una persona que no me cree en mí.Demetrio tomó su rostro con dolor.—Lo sé amor, es solo que me parece absurdo que digas que la niña no es tuya, y si así fuera ¿dónde está mi hija? —Preguntó con desconcierto.—No lo sé Demetrio — Eva se arrodilló de una manera que jamás había hecho a los pies el italiano—. Por eso estoy así, me preocupa que algo le haya pasado a la niña, aunque pensándolo bien— Eva se quedó pensativa. Había estado pensando muchas cosas, pero, no estaba segura de ella, y no quería que Demetrio enloqueciera con su idea.—Deja de arrodillarte mi amor, me duele verte así —la levanto del brazo con amor—
Metieron a Demetrio a quirófano para extraer la bala que había perforado su pulmón y se estaba agravando.—Tiene que salir la señora, y dejar al paciente en nuestras manos.—Pero…—No puede estar aquí, lo siento señora —exclamó la enfermera.Eva estaba nerviosa en la sala del hospital, caminando de un lado a otro.—¿Cómo está mi hijo?—preguntó Massimo agitado entrando al hospital.—Massimo, esa tipa le disparó —Eva se abalanzó en los brazos de su suegro y reventó en llanto con desconsuelo.Mass subió la mirada de Eva.—Lo sé —exclamó y la cara de Anderson fue de miedo a asombro en cuestión de segundos.—¿Qué sabes? —pregunto desconcertada.—Mónica era la hermana de Santino —Eva se quedó estática.—¿Cómo así? Conocí a Santino desde hace mucho y nunca le conocí una hermana —explico aún sin poder creerlo.—Es la hija que tuvo la madre de Santino con otro hombre —explicó.—¿Y cómo sabes tú eso Massimo? ¿ y por qué no me lo habías dicho? —entró en pánico Evangelina.—Cálmate hija, déjame e
Final.Habían organizado una enorme fiesta donde iban a asistir todos los empresarios de las distintas empresas Laureti. Demetrio tenía tres empresas, una de máquinas Android y iOS y otras de aplicaciones y videojuegos.Eva se estaba terminando de vestir, cuando Demetrio entró a la habitación y nalgueo su glúteos con fuerza.—Me debes una revancha —masculló arqueando una ceja…Eva sonrió para besar a su italiano. Llenando su vista de esos ojos azules que tanto la enloquecía.—Señor arrogante —susurro en sus labios.—Señorita Evangelina —dijo Demetrio con una sonrisa de lado como él solo lo sabía dar.—Creo que está noche puede ser que le dé esa revancha, ahora, que no puedo dar a luz, me siento libre en tus brazos, libre de pecar y gritar tu nombre —Demetrio sonrió para besarla. Amaba sus ocurrencias y su manera tan hermosa de decir las cosas, se veía sexual.—Vamos mi amor, no me hagas que deje botada la dichosa fiesta y me lance a tus brazos desesperado —respondió metiendo sus manos
Epílogo.Los hijos del gran empresario Demetrio Laurenti, eran los más cotizados de la ciudad, no solo por su dinero, también por su belleza y eso hermosos ojos azules que resaltan..Fernanda, era la hija más inteligente, esa que organizaba todo y guiaba a sus hermanos, también la debilidad del italiano. Cuando, Demetrio decía que no, solo bastaba con Fernanda insistiera con ojos de perro y ahí estaba Demetrio cediendo a sus caprichos.Después de un tiempo se habían ido a Italia a su tierra de origen. Demetrio tuvo que dejar la empresa en Florida en manos de António, era un excelente líder y eso le complacía..—¡Demetrio! —grito Eva desde la puerta del despacho.Demetrio subió la mirada, para encontrarse con los ojos grises de Evangelina, esos ojos que no dejaban de causar estragos.—¿Qué pasa mujer? —agarró su cabeza. Tener seis hijos adolescentes no era del todo fácil.—Fernando y Andrea se pelearon en el colegio — dijo la mujer de baja estatura, molesta.Demetrio rodó los ojos para
Extra; Un contrato con mi sexi y torpe secretaria.—Astrid, ¿por qué no te quedas con nosotros el fin de semana? —pidió Andrea a su esposa.—Te dije que tengo una reunión, no puedo trucar mis sueños de ser modelo Andrea Laureti —exclamó la mujer.Andrea arrugó el entrecejo. Se había casado con Astrid dos años atrás, la había aceptado con un hermoso hijo que no era de él, pero que había aprendido amar con locura. Pero, la mujer a pesar de lo bueno que había sido él con ella, rechazaba cualquier oportunidad para estar metida en " viajes de negocios" y era muy poco el tiempo que pasaba con ella. Los celos carcomía a Andrea, porque Astrid era una mujer hermosa, además de modelo, él misma la había promovido a nivel mundial para dar a valer su carrera.—Te dije que puedo dejar a unos de mis hermanos a cargo de la empresa, e irme contigo a Europa, además, no hemos compartido mucho tiempo juntos —exclamó Andrea sosteniendo al pequeño niño de tres años en brazos, que había comenzando a llorar a
Andrea no pudo concentrarse en la reunión con los socios, tenía los mendigos ojos de gato metidos en su cabeza.«¡Joder! ¿Qué te pasa hombre? ¿Nunca has visto una mujer?»Se reprendió mentalmente tratando de sacar a la pequeña mujer de su mente. Pero, tenía grabado sus pequeños labios rosados, sus cabellos rojos despampanantes y su nariz respingadita en la mente. Era muy hermosa, sexi, y definitivamente para el CEO amargado de Andrea Laureti fue un calentón a su hermoso, pero solitario cuerpo.Después de atender la reunión, su chófer lo llevó a casa, más cargado de trabajo que cuando fue. No estuvo para nada pendiente de lo que hablaban los inversionistas, y ahora tenía más dudas que aclaraciones acerca de la estación de juguetes eléctricos que quería crear su hermana Fernanda.Bajó la ventanilla del auto para encender un cigarrillo, no pudo evitar pensar en Astrid, habían pasado dos años desde su muerte, y aún la recordaba cada día, la extrañaba tanto, que no había vuelto a enamorar
«Dios mío no puede ser que el pavo real sea mi jefe» pensó Amber mordiendo sus labios fuertemente.—Dime pues, ¿qué haces en mi oficina?, no me digas que vienes a aquí molestarme?, o acaso vienes mmm…—pensó por varios segundos —. ¿Quieres disculparte por tumbar mis papeles? porque te lo digo eh, no voy a tolerar que te la pases por mi empresa dañando cosas, con esas manos de aceite que tienes —Amber lo miró con una ceja alzada. Ella no tenía manos de aceite, ¿o si? Subió la ceja un tanto molesta, pero, debía conservar el empleo, debía hacerlo. Trago grueso calmando la molestia y las ganas de insultar a su jefe.—Soy Amber Rodríguez, seré la suplente de Lucía del castillo su secretaria —Amber le tendió la mano a Laurety que la miraba como si estuviera completamente loca.—¡Tu no puedes ser mi secretaria Joder! ¿No eres mesera? —preguntó con desconcierto.—Si, pero por su gran culpa me despidieron, ¿lo olvida? —lo señaló con el dedo.Una suave sonrisa se dibujó en los labios de Andrea
Amber sollozaba mientras tomaba las pocas cosas que apenas unas horas antes había puesto en el escritorio de su nueva oficina.—¿Y ahora qué haré? ¿Cómo voy a pagar la hipoteca de la casa? Seguramente mi padre me sacará de ella, estoy perdida —se repetía una y otra vez mientras limpiaba unas cuantas lágrimas traviesas que salían de sus ojos.—¿Puedo pasar? —escuchó una voz ronca detrás de ella que la hizo temblar inmediatamente.Se giró lentamente encontrándose con una figura genuina, esbelta, y … sonriente, y ahí, se dió cuenta que debía ser el gemelo de su jefe, porque su jefe jamás sonreía.—Ah, ¿eres tú? —exclamó llevando las manos a su pecho.—¿A quién esperabas?,¿ a Andrea?, ese hombre de procedencia italiana jamás vendría a tu oficina, es un obstinado de primera categoría, idéntico al abuelo Massimo —negó con la cabeza sonriente.Amber sonrió… «¿Cómo es posible que dos personas que nacieron el mismo día, y se gestaron en el mismo vientre fueran tan distintas?» mordió su labio p