Andrea se había contactado con sus abogados para que Astrid firmara los papeles del divorcio, pero ella se las había ingeniado para que su matrimonio se alargará un poco más por el hecho de que estaba embarazada, y que para la justicia era importante el bienestar del bebé, en este caso del bebé que se había formado en dicho matrimonio.—¿Y mi hija? ¿Mi hija sí nacerá fuera de un matrimonio? —dijo Amber con los ojos brillosos.—Lo sé, lo sé amor, por eso he solicitado que Astrid se haga un eco para saber si está realmente embarazada —respondió Andrea acariciando el rostro de Amber que suspiraba resignada.—Está bien, no quiero que tengamos disgustos por eso, no quiero que nuestra relación se vuelva a enfriar por culpa de Astrid.Andrea sonrió, agradecido. El hecho de que Amber estuviera comprometida a luchar con él lo aliviaba mucho.—Te tengo una sorpresa —dijo él llevando un mechón travieso detrás de la oreja de Amber.—¡Una sorpresa! ¿Qué sorpresa? —preguntó ella con emoción.—Si te
Diez horas duró el vuelo a Italia, y luego una camioneta con otros choferes y guardaespaldas los esperaban en el aeropuerto privado de Roma. Amber estaba nerviosa, no solo porque en la fiesta iba a estar mucha gente, sino que también conocer el resto de la familia Laureti le daba nervios.«¿Y si no me quieren? ¿Y si me desprecian por ser pobre?», pensó suspirando.No tardaron mucho tiempo en llegar a la mansión Laureti. Amber se quedó maravillada al verla, era parecida a la de florida, solo que esta tenía una arquitectura más moderna, además de que el jardín estaba colorido por las diferentes rosas y flores.—¿Te gusta?—preguntó Fernando al lado de Amber.Ya habían llegado a la mansión, y Amber estaba en el jardín mirando a la nada, mientras acariciaba su pancita.—Si, a mi madre le gustaban mucho las flores, decía que era una vida misteriosa entre los jardines —respondió con nostalgia.Fernando tragó grueso, él sabía perfectamente de la muerte de la mamá de Amber, así que no supo cóm
—¿Ustedes ya se conocían? —preguntó Andrea mirando a ambos con curiosidad.—Eh, sí —dijeron ambos al unísono.—Bueno, no es que lo conozca, ni siquiera sé su nombre, solo lo vi en el cementerio, en la tumba de mamá, pero, no sabía que usted era dueño de una casa de modas —Amber lo miró, extrañada.Tomó la mano de Andrea con fuerza, porque se sentía extraña, no solo era porque el hombre conocía a su mamá, había algo más, algo extraño, pero ¿Qué?—Sí. Lo siento, mi nombre es Aidan Byrne, sí, sé que es muy irlandés, pero mi padre era irlandés, mi madre estadounidense, y yo —sonrío —. Un poco de ambos.Amber sonrió en su dirección.—Oh, yo siempre he pensado que Amber es de Irlandas, por cierto mi amor, ¿tu padre o madre no serán de ahí?, ¿o algún pariente? Lo digo por tus cabellos rojos y tus rasgos, ya vez que Aidan los tiene y…—No —respondió secamente. Por alguna razón la saliva se había atorado en su garganta—. Mis padres son estadounidenses, ambos, puede ser que tenga algún pariente
Amber volteó su cuerpo para no ver a su hermana, Angélica. Pero no pudo evitar sentir como sus ojos se llenaban de agua. Ella de verdad estaba intentando olvidar todo ese mal tiempo, ella de verdad estaba intentando olvidar que ellos la habían robado, que ellos habían hecho con ella lo que querían.—¿Qué haces aquí? —preguntó sin mirarla.—Oh, Amber, ¿estás embarazada? ¿Acaso tu esposo es dueño de esta mansión? —preguntó mirando a todos lados, maravillada.—Por favor Angélica, no tengo tiempo, dime que viniste hacer aquí, y que quieres —se giró para mirarla.El corazón de Amber simplemente dolía. Ver a su hermana, su sangre, de nuevo, era algo que le causaba estragos.—Papa quiere verte, está en sus últimos días, y quiere hablar contigo antes de morir —dijo Angélica bajando la mirada.Amber tragó grueso. Un nudo se posó en su garganta y una lágrima rodó por su mejilla. Aunque él no había sido el mejor padre, era su padre, y saber que estaba a punto de morir le dolía a Amber, y le dolí
Amber cayó arrodillada a la fría tierra del parque donde estaban. Andrea no sabía por qué estaba tan quebrada, pero la mujer que tanto amaba lloraba de una manera tan desconsolada que a Andrea le dolía verla así.—Cálmate mi amor, esto le hace daño a la bebé, por favor, trata de respirar —la abrazó por la espalda tratando de brindarle seguridad.Los ojos de Amber estaban rojos, su respiración entrecortada. Estaba rota, muy rota, porque había vivido los últimos diez años llena de dolor, llena de maltratos verbales, llena de angustias por unas personas que ni siquiera eran su sangre.—Escúchame —Andrea la hizo mirarlo—. Sea lo que sea que diga la carta, lo resolveremos juntos, ¿me oyes? —El contacto visual que planteó Andrea hizo que Amber se calmara.Hipo varias veces antes de sentarse, y le tendió la carta a Andrea para que la leyera.—Hazlo en voz alta, prometo calmarme, es solo que así, siento que es su dulce voz la que me habla —dijo ella cerrando los ojos.Andrea dudó por unos seg
El rostro de Amber se tornó rojo, sus cachetes se hincharon al ver a Aidan delante de ella, no podía explicar lo que él causaba, lo miraba de una manera que ella aún no descifraba, entre admiración, respeto, y devoción. Muy pocas veces había tenido esos sentimientos con una persona, pero lo que Amber Rodríguez no sabía era que estaba mirando a Aidan Byrne con una hija, puede mirar a su padre; cómo si fuera un héroe.—El placer ha sido todo mío, realmente es un sueño para mí —respondió con los ojos brillosos.—Y vendrán muchas cosas más —la tomó por los hombros—. Ya veraz hija, —Amber se quedó inmóvil, la palabra "hija" quedó grabada en su menteSonrió nerviosa y respondió:—¿Por qué no celebramos?—Sí, esto hay que celebrarlo —dijo Andrea con una sonrisa.—Sí, justo a eso he venido, me gustaría invitarlos a mi casa, tengo algo muy importante que decirle a Amber —el rostro de Aidan se tornó pálido, un nudo bajó por su garganta.—Sí, bueno… Amber iba a aceptar la propuesta, no sabía po
Estar en un hospital nunca había sido tan recurrente para mí como las últimas veces, y mucho menos tan tormentoso cómo hasta ahora. Miro mis manos llenas de sangre y trato de limpiarlas con el pantalón que llevo puesto. Seguramente me las llene tratando de tomar a Amber cargada. Un nudo se posa en mi garganta, de solo recordarla bañada de sangre, es tan pequeña, tan frágil, que me molesta más aún lo que pasó.—¿Quieres café? —pregunta Aidan sentándose a mi lado.Asiento con la cabeza y tomo el vaso para llevarlo a mi boca. Mientras bebo café, las lágrimas vuelven a caer de mis ojos. Aidan me da una palmada en la espalda y me pregunta:—¿Qué paso? ¿Quién quiere hacerle daño a Amber? —no respondo nada —¡Andrea! —alza un poco la voz y volteó a mirarlo.Soy consciente de que mis ojos azules se clavan en sus ojos. Mi mirada está perdida, lo sé, y nunca imaginé tener mi mirada perdida como hasta ahora.—La que era mi esposa, Astrid, ella y su amante, quieren hacernos daño —restriego mi car
¿Han visto a las bellas durmientes? Son hermosas, todas unas princesas que esperan que un príncipe azules los vaya a despertar. Así parecía Amber, su boca estaba comenzando a tomar el color rojo que acostumbraba, y su rostro se estaba comenzando a iluminar y Andrea estaba a su lado esperando para verla abrir los ojos. Habían pasado tres días desde que la habían ingresado, y Ámber no había despertado, los médicos habían dicho que era porque ella había perdido mucha sangre, y que su cuerpo se estaba recuperando.—¿Cómo sigue? —preguntó Sommer entrando por la puerta.Andrea suspiró, estiró sus manos y se puso de pie para tomar un poco de agua.—Sigue dormida, le he traído la niña para que sienta su calor y aún nada —explicó mirando a Amber dormida.—¿Y, su padre y hermana, saben de esto? —preguntó ella con curiosidad.—Ayer me llamaron que su padre falleció, y su hermana no ha venido, ellos no son su verdadera familia —Andrea se quedó observando el rostro de Sommer para ver algo diferent