La luz de mi vida

¿Han visto a las bellas durmientes? Son hermosas, todas unas princesas que esperan que un príncipe azules los vaya a despertar. Así parecía Amber, su boca estaba comenzando a tomar el color rojo que acostumbraba, y su rostro se estaba comenzando a iluminar y Andrea estaba a su lado esperando para verla abrir los ojos. Habían pasado tres días desde que la habían ingresado, y Ámber no había despertado, los médicos habían dicho que era porque ella había perdido mucha sangre, y que su cuerpo se estaba recuperando.

—¿Cómo sigue? —preguntó Sommer entrando por la puerta.

Andrea suspiró, estiró sus manos y se puso de pie para tomar un poco de agua.

—Sigue dormida, le he traído la niña para que sienta su calor y aún nada —explicó mirando a Amber dormida.

—¿Y, su padre y hermana, saben de esto? —preguntó ella con curiosidad.

—Ayer me llamaron que su padre falleció, y su hermana no ha venido, ellos no son su verdadera familia —Andrea se quedó observando el rostro de Sommer para ver algo diferent
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