Amber volteó su cuerpo para no ver a su hermana, Angélica. Pero no pudo evitar sentir como sus ojos se llenaban de agua. Ella de verdad estaba intentando olvidar todo ese mal tiempo, ella de verdad estaba intentando olvidar que ellos la habían robado, que ellos habían hecho con ella lo que querían.—¿Qué haces aquí? —preguntó sin mirarla.—Oh, Amber, ¿estás embarazada? ¿Acaso tu esposo es dueño de esta mansión? —preguntó mirando a todos lados, maravillada.—Por favor Angélica, no tengo tiempo, dime que viniste hacer aquí, y que quieres —se giró para mirarla.El corazón de Amber simplemente dolía. Ver a su hermana, su sangre, de nuevo, era algo que le causaba estragos.—Papa quiere verte, está en sus últimos días, y quiere hablar contigo antes de morir —dijo Angélica bajando la mirada.Amber tragó grueso. Un nudo se posó en su garganta y una lágrima rodó por su mejilla. Aunque él no había sido el mejor padre, era su padre, y saber que estaba a punto de morir le dolía a Amber, y le dolí
Amber cayó arrodillada a la fría tierra del parque donde estaban. Andrea no sabía por qué estaba tan quebrada, pero la mujer que tanto amaba lloraba de una manera tan desconsolada que a Andrea le dolía verla así.—Cálmate mi amor, esto le hace daño a la bebé, por favor, trata de respirar —la abrazó por la espalda tratando de brindarle seguridad.Los ojos de Amber estaban rojos, su respiración entrecortada. Estaba rota, muy rota, porque había vivido los últimos diez años llena de dolor, llena de maltratos verbales, llena de angustias por unas personas que ni siquiera eran su sangre.—Escúchame —Andrea la hizo mirarlo—. Sea lo que sea que diga la carta, lo resolveremos juntos, ¿me oyes? —El contacto visual que planteó Andrea hizo que Amber se calmara.Hipo varias veces antes de sentarse, y le tendió la carta a Andrea para que la leyera.—Hazlo en voz alta, prometo calmarme, es solo que así, siento que es su dulce voz la que me habla —dijo ella cerrando los ojos.Andrea dudó por unos seg
El rostro de Amber se tornó rojo, sus cachetes se hincharon al ver a Aidan delante de ella, no podía explicar lo que él causaba, lo miraba de una manera que ella aún no descifraba, entre admiración, respeto, y devoción. Muy pocas veces había tenido esos sentimientos con una persona, pero lo que Amber Rodríguez no sabía era que estaba mirando a Aidan Byrne con una hija, puede mirar a su padre; cómo si fuera un héroe.—El placer ha sido todo mío, realmente es un sueño para mí —respondió con los ojos brillosos.—Y vendrán muchas cosas más —la tomó por los hombros—. Ya veraz hija, —Amber se quedó inmóvil, la palabra "hija" quedó grabada en su menteSonrió nerviosa y respondió:—¿Por qué no celebramos?—Sí, esto hay que celebrarlo —dijo Andrea con una sonrisa.—Sí, justo a eso he venido, me gustaría invitarlos a mi casa, tengo algo muy importante que decirle a Amber —el rostro de Aidan se tornó pálido, un nudo bajó por su garganta.—Sí, bueno… Amber iba a aceptar la propuesta, no sabía po
Estar en un hospital nunca había sido tan recurrente para mí como las últimas veces, y mucho menos tan tormentoso cómo hasta ahora. Miro mis manos llenas de sangre y trato de limpiarlas con el pantalón que llevo puesto. Seguramente me las llene tratando de tomar a Amber cargada. Un nudo se posa en mi garganta, de solo recordarla bañada de sangre, es tan pequeña, tan frágil, que me molesta más aún lo que pasó.—¿Quieres café? —pregunta Aidan sentándose a mi lado.Asiento con la cabeza y tomo el vaso para llevarlo a mi boca. Mientras bebo café, las lágrimas vuelven a caer de mis ojos. Aidan me da una palmada en la espalda y me pregunta:—¿Qué paso? ¿Quién quiere hacerle daño a Amber? —no respondo nada —¡Andrea! —alza un poco la voz y volteó a mirarlo.Soy consciente de que mis ojos azules se clavan en sus ojos. Mi mirada está perdida, lo sé, y nunca imaginé tener mi mirada perdida como hasta ahora.—La que era mi esposa, Astrid, ella y su amante, quieren hacernos daño —restriego mi car
¿Han visto a las bellas durmientes? Son hermosas, todas unas princesas que esperan que un príncipe azules los vaya a despertar. Así parecía Amber, su boca estaba comenzando a tomar el color rojo que acostumbraba, y su rostro se estaba comenzando a iluminar y Andrea estaba a su lado esperando para verla abrir los ojos. Habían pasado tres días desde que la habían ingresado, y Ámber no había despertado, los médicos habían dicho que era porque ella había perdido mucha sangre, y que su cuerpo se estaba recuperando.—¿Cómo sigue? —preguntó Sommer entrando por la puerta.Andrea suspiró, estiró sus manos y se puso de pie para tomar un poco de agua.—Sigue dormida, le he traído la niña para que sienta su calor y aún nada —explicó mirando a Amber dormida.—¿Y, su padre y hermana, saben de esto? —preguntó ella con curiosidad.—Ayer me llamaron que su padre falleció, y su hermana no ha venido, ellos no son su verdadera familia —Andrea se quedó observando el rostro de Sommer para ver algo diferent
Amber se tronaba los dedos, nerviosa al escuchar las palabras que decía Andrea, ¿Cómo era posible que ellos tuvieran su mismo tipo de sangre siendo tan difícil de conseguir? Estaba desconcertada, pero no dejaba de sentir un fresco en su estómago.—¿Y si es mi padre? —preguntó sintiendo una corriente en su interior.Aidan era un hombre de negocios, además de inteligente, y si era su padre existía la gran pregunta ¿Por qué no estuvo con ella en todo ese tiempo? ¿Por qué no la buscó? ¿Él lo sabía?Tragó grueso, y miró a Chiara. Ella nunca dejaría a su hija, jamás, ni en las peores dificultades. Una lágrima salió por sus ojos, ¿Por qué su padre no estuvo con ella? ¿Será por la razón de que su madre estuvo casada?—Amber, mi amor, te dije que no lloraras, lo prometiste. Sabes lo que dijo el doctor, debes estar tranquila —Andrea arrugó el entrecejo.Le había contado todo a Amber porque Aida le había regalado un ramo de rosas, y un peluche inmenso para la bebé, y Amber se había sorprendido po
El rostro de Amber se empapó de lágrimas. Su semblante se tornó pálido, y las palabras no querían salir de su boca—¿Tú? ¿Cómo? ¿Por qué no me lo dijiste? —la voz de Amber se quebró.—Lo siento mucho Amber, yo … Yo no podía hacerlo —Amber arrugó el entrecejo.Aidan sintió que un peso salía de sus hombros. Llevaba años viendo a Amber desde lejos, añorando el momento exacto para acercarse a ella.—No hay una excusa para que un padre no pueda estar cerca de su hija, yo viví mi vida añorando a un padre —su voz se quebró—. Porque el mío estaba ausente, ¿sabes por qué? Porque no era su hija, y tú, que dices ser mi padre…—Amber, mi padre era una mala persona. Me obligó a casarme con la mamá de Sommer, aunque yo estaba enamorado de tu madre. Siempre le oculté que tuvimos una hija, porque él era capaz de asesinarte —la voz de Aida se quebró —. Lo hizo en el pasado, él mandó a hacerle daño a tu madre cuando estuvo embarazada de ti. Pero le hicimos creer que ella había abortado. Luego, cuando av
Aidan llevaba en sus manos una hermosa muñeca de porcelana. Amber cuando vio la muñeca, sus ojos se llenaron de lágrimas. La recordaba muy bien, su madre le había regalado esa muñeca en el cumple número 6 de ella, y le había dicho que era muy especial, que la cuidara mucho. Ámber cuidó de esa muñeca con su vida, pero un día su hermana Angelica la destruyó. Se puso de pie con dificultad y abrió sus manos mientras las lágrimas caían de sus ojos.—Hija, perdón —exclamó Aidan con dolor.Amber no pudo botar palabra alguna. Sus lágrimas comenzaron a caer de forma desconsolada mientras Aidan acariciaba sus cabellos, al mismo tiempo que él también lloraba con desconsuelo.—Te perdono, ahora sé que siempre estuviste ahí, y yo no lo supe —dijo en medio de un susurro.Al cabo de unos segundos, mientras ambos lloraron en silencio, cómo si lo necesitaran. Sommer carraspeó en dirección a Amber, que enseguida subió la mirada para ver a su hermana, su hermana de sangre, esa que había añorado cada día