Parado en la puerta, él no pudo evitar cerrar sus ojos. Luego de hacer el amor una vez más, ella le había implorado que se fuera, entre esfuerzos, él había tenido que vestirse, pero la voluntad de irse no llegaba a él: quería permanecer con ella para siempre, allí, en cualquier otro lugar, en donde fuera, solo quería que ambos pudieran estar juntos, solo quería ir a una realidad ajena a aquella, en la que por obligación familiar se casaría con alguien a quien le era imposible amar. —Lo lamento muchísimo, Massiel —murmuró él—. No creas que soy la clase de hombre que… —Por favor, retírese. —Massiel, no vine a tu casa solo para… —Señor Emiliano, váyase. —Me interesas más allá de un simple cuerpo… Ella no respondió nada, se obligó a sí misma a mirarle con frialdad. Aquello jamás debió de haber ocurrido, jamás podría perdonárselo a sí misma. Emiliano le dedicó una última mirada, saliendo de aquella casa, en donde había conocido un paraíso del que no quería salir. En su auto, se tort
Massiel había decidido que el aislamiento, era una idea perfecta para lidiar con el poder inmensamente destructivo de sus propios pensamientos, pero estos adquirían más fuerza en la soledad, no se silenciaban, ni siquiera por un instante, su cabeza era un constante parloteo negativo de gritos, gemidos, jadeos y recuerdos, por lo que se había decidido salir temprano de su casa, a prepararse para la practica en el que podía ser su futuro empleo, pero ni siquiera exponiéndose al mundo exterior, su cabeza dejaba aquel parloteo tan desenfrenado. La paranoia se apoderaba de ella cada vez que recordaba el hecho de que ambos habían mantenido relaciones sin alguna protección. El pensamiento recurrente de que estaba embarazada de Emiliano, terminaría conduciéndola a la locura. Massiel tragó saliva de manera lenta y dolorosa, poniendo un pie en la entrada de su trabajo; no quería hacerse una prueba de embarazo, pues aquello solo conseguiría aumentar su angustia, pero no podía ignorar lo que hab
Inés le dedicó una sonrisa tan cálida que sus verdaderas intenciones permanecieron ocultas. —Los doctores dijeron que se encuentra estable, mi amor. Los ojos de Emiliano cayeron sobre los de su padre, que lucía demacrado. Un suspiro lo había separado de la muerte. El hombre sintió un fuerte escalofrío al pensar en aquello. —¿Puedes explicarme como fue que sucedió todo esto? —Inés sonrió para sus adentros al ver la angustia en los ojos de Emiliano, se merecía aquello y mucho más por intentar abandonarla—. ¿Cómo fue que te enteraste de que mi padre estaba hospitalizado antes que yo? —Lo llamé, por eso ocurrió todo. —Él no consiguió comprender en absoluto—. Le dije que me sentía muy agradecida por todo lo que había hecho por mí, pero que habías decidido romper conmigo, así que la boda se cancelaba. —¿Por qué hiciste eso? ¡No era tu responsabilidad, yo soy su hijo, era yo quien tenía que decírselo, Inés! —gritó el hombre, con sus ojos calados de cólera, una sensación en su pecho le de
—Eres un egoísta, Emiliano Johnson. Él observó a Inés cuando la mujer dijo aquello. No le sorprendió que se expresara de aquella manera. —¿Por qué soy un egoísta? ¿Por no querer comprometerme en un matrimonio que no nos hará felices a ninguno de los dos? ¡Inés, hago esto por el bien de ambos! —¡Pero no por el de tu padre, Emiliano! ¡Es eso lo que no quieres ver! ¡Tu padre odió y odiará cuando despierte, el hecho de que hayas cancelado todo, especialmente cuando él le dijo a todos que nos casaríamos! —Inés sujetó las manos del hombre—. Amor, mírame; si quieres podemos atrasar todo, no tenemos que casarnos ahora, pero un error de tu parte no tiene que cambiar nada, y antes de que digas que no fue un error, yo sé que sí, mi amor, yo sé que tú lo lamentas, yo sé que… —Inés, solo detente —la interrumpió—. Deja de envolverte en mentiras, por favor; lo nuestro simplemente no funcionará de ninguna forma, es mucho más fácil aceptarlo que involucrarte en una mentira y seguir alimentándote de
—Ahora mismo tengo que salir —prosiguió ella—. Lo lamento, no podré recibirlo. —Podría acompañarte. Massiel empezó a negar. —No, por favor. —"No", aquella fue la respuesta que fuiste incapaz de darme cuando te follé en mi auto. Ella no le ofreció la expresión avergonzada que él esperaba. En realidad, de la única persona que se avergonzaba de haberse acostado, era con Emiliano. Ajeno al hecho de que solía ser su jefe, ella jamás se había permitido la imagen mental de él en su interior, aquello era lo que realmente la avergonzaba, mientras que por otro lado, aunque en su momento se había arrepentido de haberse acostado con Timothy, en aquel instante, no podría importarle menos aquello. —Tengo que salir, señor Wagner. —Pues tendrás que aplazar esa salida, porque quiero hablar contigo. —No aplazaré una salida para hablar con usted —le escupió de manera tan franca que sintió que otra persona hablaba por ella. —¿No? Pues no saldrás. Timothy se estiró en la puerta, impidiéndole le s
Habían transcurrido cuatro días desde su padre había caído hospitalizado.El estrés de la situación, no le había permitido a Emiliano pensar demasiado bien en como insistirle a Inés en irse de la mansión; la mujer había aprovechado el momento de sensibilidad del hombre, para colarse más en él, pero sabía que pronto se acabaría, pues Emiliano caminaba directo hacia la habitación de su padre, que, según palabras del doctor, había despertado y se encontraba llamándole. Aquello llegaría a su fin y no había poder en la tierra que lo frenara.—Hablaré con mi padre —le informó Emiliano a Inés—. A solas.Ella le dedicó un asentimiento, antes de aproximarse a los labios del hombre y besarlos, aunque tres días atrás, él le había pedido que dejara de hacer aquello.Él le dedicó un exhausto suspiro, para luego entrar a la habitación de su padre.No transcurrieron ni siquiera veinte minutos, cuando una acalorada discusión capturó la atención de Inés.—¡Lo único que te pido es eso, Emiliano!—Papá,
Ella no terminaba de comprender por qué, de entre tantas mujeres que todos decían que Timothy tenía, él había ido hacia su casa, forzándola a aquella cita para la que ella, una muchacha solitaria sin capacidad de defenderse, tenía muy pocas opciones más que asistir aunque no lo quisiera.A pesar de que Timothy no se había mostrado como alguien peligroso, ella tenía el peor presentimiento hacia él. Uno que se había reforzado muchísimo más mientras ella pensaba que quizás él le haría daño si ella por allí, a donde sea que la fuese a llevar para aquella cita.Massiel dio un respingo cuando escuchó la puerta de su departamento siendo tocada por alguien. Le tomó un instante encontrarse allí, frente a él.Fue golpeada por un fuerte perfume masculino. Él le dedicó una mirada desde los pies hasta la cabeza, ella anheló que él desistiera al ver lo simple de su vestimenta, pero aquel jeans y blusa holgada que ella vestía, pareció, de alguna particular forma, incitarle más.—Vámonos, Massiel.Fu
"Emiliano es un hombre sano, no podemos matarlo de un día para otro. El veneno hay que suministrárselo de manera lenta, mátalo de manera lenta. Una gota cada mañana al despertar, en su café o lo que sea, una en la comida, una en la cena. No me importa si no comes con él, o si come en otro lado, busca la manera de suministrárselas, tiene que ser a diario, o sino tampoco hará efecto; mínimo quince días seguidos para que su hígado se vea afectado, después todo el resto de su cuerpo irá pudriéndose por dentro. No te asustes si le ves vomitando sangre, al contrario, asegúrate de llevarlo rápidamente al hospital. Necesitamos escándalos, si nadie sabe que Emiliano ha estado presentado síntomas de una salud deteriorada y después se muere, ¿qué crees que pensarán? Todos dirán que fue algo demasiado repentino, y más allá de eso, ¿qué crees que pasará si por alguna razón descubren que él quería romper la boda contigo? Inés, serás sospechosa de asesinato. Estarás sola si eso ocurre".Las palabra