—Ahora mismo tengo que salir —prosiguió ella—. Lo lamento, no podré recibirlo. —Podría acompañarte. Massiel empezó a negar. —No, por favor. —"No", aquella fue la respuesta que fuiste incapaz de darme cuando te follé en mi auto. Ella no le ofreció la expresión avergonzada que él esperaba. En realidad, de la única persona que se avergonzaba de haberse acostado, era con Emiliano. Ajeno al hecho de que solía ser su jefe, ella jamás se había permitido la imagen mental de él en su interior, aquello era lo que realmente la avergonzaba, mientras que por otro lado, aunque en su momento se había arrepentido de haberse acostado con Timothy, en aquel instante, no podría importarle menos aquello. —Tengo que salir, señor Wagner. —Pues tendrás que aplazar esa salida, porque quiero hablar contigo. —No aplazaré una salida para hablar con usted —le escupió de manera tan franca que sintió que otra persona hablaba por ella. —¿No? Pues no saldrás. Timothy se estiró en la puerta, impidiéndole le s
Habían transcurrido cuatro días desde su padre había caído hospitalizado.El estrés de la situación, no le había permitido a Emiliano pensar demasiado bien en como insistirle a Inés en irse de la mansión; la mujer había aprovechado el momento de sensibilidad del hombre, para colarse más en él, pero sabía que pronto se acabaría, pues Emiliano caminaba directo hacia la habitación de su padre, que, según palabras del doctor, había despertado y se encontraba llamándole. Aquello llegaría a su fin y no había poder en la tierra que lo frenara.—Hablaré con mi padre —le informó Emiliano a Inés—. A solas.Ella le dedicó un asentimiento, antes de aproximarse a los labios del hombre y besarlos, aunque tres días atrás, él le había pedido que dejara de hacer aquello.Él le dedicó un exhausto suspiro, para luego entrar a la habitación de su padre.No transcurrieron ni siquiera veinte minutos, cuando una acalorada discusión capturó la atención de Inés.—¡Lo único que te pido es eso, Emiliano!—Papá,
Ella no terminaba de comprender por qué, de entre tantas mujeres que todos decían que Timothy tenía, él había ido hacia su casa, forzándola a aquella cita para la que ella, una muchacha solitaria sin capacidad de defenderse, tenía muy pocas opciones más que asistir aunque no lo quisiera.A pesar de que Timothy no se había mostrado como alguien peligroso, ella tenía el peor presentimiento hacia él. Uno que se había reforzado muchísimo más mientras ella pensaba que quizás él le haría daño si ella por allí, a donde sea que la fuese a llevar para aquella cita.Massiel dio un respingo cuando escuchó la puerta de su departamento siendo tocada por alguien. Le tomó un instante encontrarse allí, frente a él.Fue golpeada por un fuerte perfume masculino. Él le dedicó una mirada desde los pies hasta la cabeza, ella anheló que él desistiera al ver lo simple de su vestimenta, pero aquel jeans y blusa holgada que ella vestía, pareció, de alguna particular forma, incitarle más.—Vámonos, Massiel.Fu
"Emiliano es un hombre sano, no podemos matarlo de un día para otro. El veneno hay que suministrárselo de manera lenta, mátalo de manera lenta. Una gota cada mañana al despertar, en su café o lo que sea, una en la comida, una en la cena. No me importa si no comes con él, o si come en otro lado, busca la manera de suministrárselas, tiene que ser a diario, o sino tampoco hará efecto; mínimo quince días seguidos para que su hígado se vea afectado, después todo el resto de su cuerpo irá pudriéndose por dentro. No te asustes si le ves vomitando sangre, al contrario, asegúrate de llevarlo rápidamente al hospital. Necesitamos escándalos, si nadie sabe que Emiliano ha estado presentado síntomas de una salud deteriorada y después se muere, ¿qué crees que pensarán? Todos dirán que fue algo demasiado repentino, y más allá de eso, ¿qué crees que pasará si por alguna razón descubren que él quería romper la boda contigo? Inés, serás sospechosa de asesinato. Estarás sola si eso ocurre".Las palabra
La paga de su empleo, era muy poca como para mantener en orden a sus necesidades básicas. Aquella situación, estaba empezando a volverse desesperante para ella: tener que soportar los acosos de Marcos, además de sus humillaciones verbales, pasar el día completo de pie, atendiendo a clientes malhumorados que solo le faltaban al respeto sin alguna razón, solo para después esperar ansiosamente la paga, que era una miseria que se había desvanecido toda en sus deudas, que todavía no estaban por completo saldadas, todavía le faltaban más cosas por pagar, cuando sentía que salía de un hueco, se sumergía en otro mucho más profundo.Massiel dejó salir unas cuantas lágrimas; una semana, solo una semana trabajando allí había sido necesaria para que ella no quisiera jamás regresar. No había podido dormir en absoluto en aquella semana, apenas unas dos horas, sus pies estaban llenos de dolor, así como su pecho, por haberse contenido tantos insultos que tenía que dejar salir hacia aquel estúpido de
La preocupación que ella sentía en aquel instante, anudados a su mal humor, no le permitía tener la paciencia adecuada para ni siquiera preguntarle de que se trataba su propuesta.—Váyase de aquí —le escupió—. No quiero ninguna maldita propuesta de su parte.Él dio un paso hacia adelante, ocasionando el rechazo de la muchacha. La angustia se le veía en sus preciosos ojos femeninos, de la misma forma se le veía la necesidad, él aprovecharía aquello.—Tengo una propuesta que te sacará de todos tus problemas.— Lárguese de aquí. Usted no tiene el poder para sacarme de todos mis problemas.—Mi dinero si lo tiene.—No quiero su dinero —mintió, de no tratarse de él, ella aceptaría el dinero que con urgencia necesitaba.—¿Estás segura de que no? —preguntó, viendo como los labios de ella temblaban por darle una respuesta. Por supuesto que lo necesitaba, pero no se humillaría a sí misma por él—. Parece que sí, al menos así me parece a mí.—Pues le parece mal. Váyase de aquí.—Mientes, vi tu ro
Massiel vaciló cuando escuchó al hombre decir aquello, aún así, mantuvo firmeza en la respuesta que le ofreció.—No me acostaré con usted —le escupió, queriéndose alejar de sus brazos, pero él no se lo permitió.—Lástima por ti, pues esa es la primera petición que tengo.—¡Pues no será cumplida! —chilló ella, rompiendo el contacto entre ambos; era una estúpida por haber aceptado lo que él le proponía, por creer que él haría todo aquello sin obtener algún beneficio—. ¡Olvide todo esto, no soy una prostituta!—Te daré treinta y cinco mil dólares si aceptas acostarte conmigo esta misma noche.Massiel se quedó paralizada cuando aquellas palabras emergieron de los labios de Timothy.Le miró, incapaz de creer lo que él había dicho.—Los tengo en efectivo en mi auto, listos para ti.—Retírese de aquí, no me acostaré con usted.Timothy acarició su sien, intentando buscar paciencia. Él jamás desistía en sus caprichos.—Así que no te acostarás conmigo. Ya veo.El hombre salió por la puerta de r
—¿Disculpe? —Massiel le observó con un deje de impotencia y perplejidad.—Lo que escuchaste, Massiel. No puedes usar vestidos cortos. Tampoco blusas muy holgadas, ni cortas. Ahora eres mi novia, debes seguir mis órdenes. Ella llevó las manos hacia su rostro, acariciando su sien, intentando buscar algo de calma en su interior. Tres semanas siendo la novia del Wagner, obligada a acostarse con él, a tener que soportar que frecuentemente él irrumpiera en su privacidad, y un sinnúmero más de cosas que por su propia salud mental, ella elegía no recordar, pero era el límite el que Timothy se creyera con la potestad suficiente para decirle que vestir y que no. Al parecer, se estaba tomando demasiado enserio aquello. Ella tenía que darle un golpe de realidad.—Todo esto es algo que hice por dinero. Por usted, no siento nada. Nunca lo haré. Usted no puede venir a decirme que ropa usar, eso no está en su poder. Le regresaré cada centavo que me dio, si eso incluye que jamás regrese a este lug