Edward estaba en su habitación cuando su madre le llamó. Sinceramente, no quería tener que contestar, y no lo hizo.- Finalmente contestó. - Se rio. - Necesito que vengas a casa, ¡tengo noticias! Estoy eufórico y tengo que darte la noticia: tu hermano también está aquí.Era la décima llamada cuando Edward por fin cedió y descolgó. Su madre sonaba emocionada, lo que le hizo sentirse un poco extraño.- No estoy de humor para salir de casa. - Puso los ojos en blanco y soltó un largo suspiro-. Ni siquiera eran las siete de la tarde. - Sea cual sea la noticia, creo que puedes decírmelo por teléfono.- ¡No! Necesito que lo veas por ti mismo, se trata de Arthur. - Dijo Elizabeth con autoridad. - Será mejor que vengas, la cena es en media hora, te estaré esperando.Elizabeth le colgó a Edward, haciéndole enfadar. No quería, pero se trataba de su hermano, y necesitaba saber qué estaba pasando.El pecho le pesaba de culpabilidad, podía oler la comida que preparaba su novia en la cocina, pero no
Edward entró en el gran salón ansioso y nervioso, vería a su ex cuñada y a su hermano, sabía que su hermano seguía en la silla de ruedas y eso le hacía sentirse culpable. Culpable por robarle cinco años de vida a su hermano y ser una de las razones para romper el compromiso de su hermano. Involuntariamente, agarró con fuerza la mano de Rebecca y respiró hondo, olvidándose por completo de los periodistas y conocidos de la fiesta. ¡Vaya! Rebecca abrió mucho los ojos e intentó soltarse, sabía que estaban en público y que aquello podía ser algo malo para Edward, cotilleos por todas partes y su madre destrozándola. - Edward, creo que será mejor que me sueltes la mano. - Susurró y luego intentó soltarla de nuevo. - Por favor, necesito este trabajo, si tu madre te ve así tan cerca de mí podría asustarse, sabemos que no está contenta de que no haya firmado el contrato. - Perdona, estoy nerviosa. - Se rio torpemente, soltando la mano de la rubia mientras respiraba hondo. - No estoy nada
Cuando terminó la música, volvieron a sus asientos, Edward se sentó junto a Rebecca enfurruñado, Victoria mantenía una expresión de curiosidad, mientras que Elizabeth estaba seria y se puso aún más seria cuando Arthur se sentó junto a Rebecca.¿Cuánto hacía que se conocían? ¿Era la chica del café con la que había visto a su hijo la semana pasada? Justo cuando pensaba abrir la boca para preguntar algo, el móvil de la rubia vibró y él se tensó.- Lo siento, tengo que cogerlo, puede ser importante. - Rebecca se levantó un poco inquieta, pero se detuvo cuando Edward la agarró de la muñeca.- No estás aquí por negocios, no tienes por qué contestar. He pedido que no te llame nadie. - dijo Edward lentamente.- Lo siento, es una llamada personal, tengo que cogerla. - Arthur la vio tensarse y miró hacia el mismo lado, así que estiró el brazo y agarró la muñeca de su hermano para que lo soltara, imaginando que podría tratarse de algo relacionado con Tom. - Un momento, vuelvo enseguida. - ¿Os
- ¿Ya se conocían? - preguntó Edward en voz baja mientras caminaban hacia el aparcamiento del hospital. - Sí, pero yo no sabía que era tu secretaria y ella no sabía que yo era tu hermano. - Arthur suspiró, metiéndose las manos en los bolsillos. - Parecéis muy unidos. - Miró a su hermano por el rabillo del ojo, esperando que lo negara. - En cierto modo. - Se rio para sus adentros, recordando los breves momentos que había pasado con la rubia. - Era la única que me cogía de la mano cuando estaba solo, la única que no me miraba con lástima y que no me abandonaba. - Nunca te abandonaron. - Edward lo miró con seriedad. - Me abandonaste cuando más te necesitaba. - Arthur lo miró con expresión dolida. - Cuando más te necesitaba, te encerraste en una burbuja de culpa y te alejaste, me abandonaste, igual que Victoria. - Arthur... - Edward sintió que el pecho se hacía añicos, sabía que tenía razón y sabía que estaba haciendo esas preguntas por puros celos. - Creo que te lo dirá ahora que
Una semana después del accidente, Rebecca seguía en el hospital con su hijo mientras Edward mantenía la empresa en marcha.Arthur no había aparecido desde aquel día, lo que preocupaba a la rubia. Quizá estaba mal con su madre por su culpa, o quizá simplemente no tenía tiempo para preocuparse por su prometida.Rebecca respiró hondo y llamó a una enfermera para pedirle que vigilara a Tom durante unos minutos. Necesitaba un respiro.La rubia se quedó mirando a la gente que pasaba por la terraza. Todavía no podía aceptar que todo aquello le hubiera ocurrido a su hijo. Se sentía culpable, aunque sabía que no era ella quien conducía aquel coche.Un fuerte suspiro salió de sus labios mientras intentaba recomponerse después de llorar para poder ir a ver a su hijo aún inconsciente.El cielo estaba despejado, sin una sola nube que lo delatara. Pero no hacía calor, el tiempo era agradable y la brisa débil.Rebecca estaba ensimismada y no se dio cuenta cuando Edward se le acercó por detrás y la a
- ¿Qué tal estás? - preguntó Olivia mientras ayudaba a su amiga a doblar la ropa pequeña de Tom. - Es como si todavía estuviera anestesiada. - dijo ella con sinceridad. - ¿Quieres quedarte en mi casa? Hay sitio para ti y para Tom. - Cerró la primera maleta y se dirigió hacia los juguetes para guardarlos. - Ni siquiera sé cómo te fue en el trabajo, el asunto con los hermanos. - Conmigo no tienes que preocuparte por eso. - Sonrió mientras doblaba la ropa fría. - Edward me apoya, más de lo que podría imaginar, y Arthur nunca me ha juzgado. Olivia dejó lo que estaba haciendo y se volvió lentamente hacia su amigo. No estaba segura de si estaba sorprendida o confusa, sentía como si se hubiera perdido un trozo de la historia. - Un momento, ¿cómo que Edward la apoya? ¿Desde cuándo conoces a Arthur? - Se cruzó de brazos mientras miraba seriamente a su amiga. - ¿Hay algo de esta historia que yo no sepa? Por cierto, ¿por qué estaban los dos contigo en el hospital? Estaba confusa, porque
Arthur estaba nervioso y ansioso cuando entró en el hospital. Necesitaba ver a Rebecca, necesitaba airear sus sentimientos, necesitaba desesperadamente a Rebecca en ese momento. Se sentía como un monstruo, era la primera vez que visitaba al niño desde el incidente, y estaba decidido a apoyar a Rebecca y a Tom en estos momentos difíciles, pero la razón por la que estaba allí era puramente egoísta, no estaba allí para verle a él, estaba allí para ver a su madre. Le tembló la mano al coger el pomo de la puerta, la voz risueña de su hermano y la suave voz de Tom invadieron su oído. Por un momento todo quedó amortiguado, como si allí solo existieran esas voces. Tragó en seco y golpeó un par de veces pidiendo que lo disculparan antes de entrar, las rodillas le fallaron ligeramente, casi haciéndolo caer al suelo. Edward se levantó preocupado al ver a su hermano frente a él. - Arthur. - Se acercó a su hermano, pero este negó con la cabeza. - ¿Qué haces aquí? - He venido a ver a Tom. - E
- Edward dijo que mi antigua habitación podría ser la de Tom, es una buena habitación, espaciosa y no hace ni frío ni calor. - Dijo Rebecca abriendo la puerta de la casa. - Tengo que sacar mis cosas de mi habitación y meterlas en la suya, y dejar la habitación al menos medio ordenada para cuando llegue Tom. - Cálmate, ya has empezado con la euforia. - Olivia se rio al entrar en casa. - ¿Cómo te sientes con todo este cambio? - No sé hasta dónde llegará esta calma, y mi temor es que esta calma sea como un mar que retrocede y luego un tsunami. - dije sinceramente mientras dejaba las maletas en el suelo del salón. - Si es para la señora GreenWood, no creo que debas preocuparte demasiado. Edward parece dispuesto a todo por usted, está dispuesto a acercarse a su hijo con tal de no perderla. - Olivia palmeó el hombro de su amiga. - ¿Empezamos a ordenar? - Te acompaño a tu habitación. - Sonrió y se dirigió a su habitación. En cuanto abrió la puerta, su amiga entró y se puso a observar.