Arthur estaba nervioso y ansioso cuando entró en el hospital. Necesitaba ver a Rebecca, necesitaba airear sus sentimientos, necesitaba desesperadamente a Rebecca en ese momento. Se sentía como un monstruo, era la primera vez que visitaba al niño desde el incidente, y estaba decidido a apoyar a Rebecca y a Tom en estos momentos difíciles, pero la razón por la que estaba allí era puramente egoísta, no estaba allí para verle a él, estaba allí para ver a su madre. Le tembló la mano al coger el pomo de la puerta, la voz risueña de su hermano y la suave voz de Tom invadieron su oído. Por un momento todo quedó amortiguado, como si allí solo existieran esas voces. Tragó en seco y golpeó un par de veces pidiendo que lo disculparan antes de entrar, las rodillas le fallaron ligeramente, casi haciéndolo caer al suelo. Edward se levantó preocupado al ver a su hermano frente a él. - Arthur. - Se acercó a su hermano, pero este negó con la cabeza. - ¿Qué haces aquí? - He venido a ver a Tom. - E
- Edward dijo que mi antigua habitación podría ser la de Tom, es una buena habitación, espaciosa y no hace ni frío ni calor. - Dijo Rebecca abriendo la puerta de la casa. - Tengo que sacar mis cosas de mi habitación y meterlas en la suya, y dejar la habitación al menos medio ordenada para cuando llegue Tom. - Cálmate, ya has empezado con la euforia. - Olivia se rio al entrar en casa. - ¿Cómo te sientes con todo este cambio? - No sé hasta dónde llegará esta calma, y mi temor es que esta calma sea como un mar que retrocede y luego un tsunami. - dije sinceramente mientras dejaba las maletas en el suelo del salón. - Si es para la señora GreenWood, no creo que debas preocuparte demasiado. Edward parece dispuesto a todo por usted, está dispuesto a acercarse a su hijo con tal de no perderla. - Olivia palmeó el hombro de su amiga. - ¿Empezamos a ordenar? - Te acompaño a tu habitación. - Sonrió y se dirigió a su habitación. En cuanto abrió la puerta, su amiga entró y se puso a observar.
- Arthur. - Llamó a Elizabeth en cuanto vio entrar a su hijo mayor por la puerta del salón. - ¿Qué tal la cena? ¿Habéis vuelto a estar juntos? Victoria es tan buena chica que en cuanto se casen tendremos más visibilidad para Vintage. - Estás haciendo una pregunta tonta, ¿verdad? - Le dijo enfadado a su madre, realmente no estaba de humor, seguro que se volvía loco. - No, Elizabeth, no vamos a volver juntos y ni siquiera tengo intención de volver con esa mujer, espero de todo corazón que abandones esa idea antes de que me enfade. - ¿Por qué me hablas así? - preguntó Elizabeth levantándose del sillón. - No voy a renunciar. Entre otras cosas porque anuncié que te casarías en la fiesta del embajador, la fiesta en la que esa secretaria hizo todo un espectáculo. Tiene suerte de que aún no haya ido a por ella. La ira bullía en el interior de Arthur como un volcán a punto de entrar en erupción. La atmosfera de la habitación parecía pesada mientras las palabras que estaba a punto de pronun
La cocina estaba inundada del inconfundible olor del plato favorito de Tom, macarrones con queso. Rebecca estaba atareada, con el delantal atado, preparando la comida con amor y anticipación. Hoy era un día especial, el día en que su hijo Tom regresaría por fin del hospital, y estaba decidida a hacerlo lo más acogedor y agradable posible.Había sido un día largo y el silencio que reinaba en la casa estaba a punto de romperse con la llegada de Tom del hospital. Era un momento especial para todos ellos, un momento en el que el dolor y el miedo podían dar paso a la calma. La rubia estaba ansiosa y agradecida al mismo tiempo, ansiosa por tener a su hijo en casa y cerca de ella, y agradecida de que Edward estuviera con su hijo y se hubiera ofrecido a traerlo mientras ella le preparaba el almuerzo.Rebecca llevaba un delantal de colores, el pelo recogido en un moño desordenado y las manos ocupadas removiendo la salsa de queso en la sartén. Mientras lo hacía, no pudo evitar sonreír. Era la p
- ¿Estás cómodo? - preguntó Rebeca a su hijo en cuanto lo acostó suavemente después del baño. - Sí, mamá, pero tengo sueño. - dijo soñoliento. - ¿Se quedará mamá conmigo hasta que me duerma?- Por supuesto, mi amor, no me iré hasta que me duerma. - Rebecca sonrió, sentándose en la cama y acariciando el pelo de su hijo. - ¿Has disfrutado hoy? - He podido comer la comida de mamá, así que ha estado muy bien. - Sonrió a su madre. - El tío Ed dijo que seríamos una familia, ¿realmente podemos ser una familia? - Tom susurró la última frase, con los ojos pesados.- Siempre seremos una familia, mi amor. - Rebecca sonrió y siguió acariciando el pelo de su hijo.Se quedó allí unos minutos más hasta que estuvo segura de que estaba dormido y luego salió de la habitación en dirección a su nuevo dormitorio. Llamó a la puerta varias veces antes de entrar, pero Edward no respondió.Al entrar en la habitación, se dio cuenta de que Edward estaba ordenando el armario distraídamente. Acababa de terminar
Edward seguía apoyando su peso en los brazos para no presionar el cuerpo de Rebecca. La rubia tenía el pelo revuelto y jadeaba.- Estás perfecta. - Dijo Edward, pasando la nariz por el cuello de Rebeca.- Qué tonta. - Rebecca rio, sintiendo cosquillas. - Es tarde, mañana tienes que trabajar.Con esa frase, Edward cedió y dejó que el peso de su cuerpo cayera perezosamente sobre el de Rebecca. Rebecca le rodeó con sus brazos y le besó en el hombro. Con sus cuerpos desnudos bajo la sábana, durmieron abrazados, disfrutando del calor de sus cuerpos juntos.Cuando Rebecca se despertó, sintió la cama vacía y fría, se estiró perezosamente y salió de la cama. Se dirigió al cuarto de baño, se dio una ducha rápida y se puso ropa cómoda para salir y llevar a Tom al centro comercial.Al salir del dormitorio, sus fosas nasales fueron invadidas por el olor a bacon y huevos. En la cocina sonaban las risas de Tom y Edward, haciendo que el pecho de Rebecca se sintiera cómodo y más tranquilo.- ¿Qué hac
- Amor mío, hoy mamá se va a trabajar y tú te quedas con la tía Magda, ¿vale? - Rebeca ayudaba a su hijo a lavarse la cara después de darle su medicina.Habían pasado dos semanas desde el día de compras en el centro comercial. Magda había sido contratada para cuidar de Tom durante sus horas de trabajo y Tom parecía estar adaptándose bien a su nuevo hogar.- Mamá, ¿puedes traerme mermelada cuando vuelvas? - preguntó Tom mientras su madre le peinaba.- Por supuesto, mi amor, te traeré tu favorita. - Besó a Tom en la mejilla y lo levantó. - Pero primero desayunaremos.Tom aceptó y se agarró al cuello de su madre mientras lo llevaban a la cocina. Edward había comprado una trona para que Tom pudiera comer con ellos sin dificultad.- Buenos días, mis amores. - canturreó Edward mientras colocaba las tortitas de plátano junto a la fruta y los huevos-. - ¿Quieres zumo o tu leche con chocolate, Tom?- ¿Tienes zumo de fresa, tío Ed? - preguntó mientras su madre lo sentaba en la silla de al lado.
- ¿Es esa la forma de hablarle a tu madre? - Elizabeth lo miró fijamente y puso los ojos en blanco al ver a su hijo aferrado a un simple escritorio. - Veo que tenía razón, esa ramera se ha metido en las camas de mis hijos. ¿A qué precio? ¿Creía que ganaría algo de dinero con nuestra fortuna? - Se equivoca, señora Elizabeth. - Murmuró ella, aun en brazos de Edward. - No puede sacar conclusiones tan precipitadas y culparme a mí.- Cierra la maldita boca, inútil. - Elizabeth la miró fijamente e hizo una mueca de disgusto. - Despide a esa mujer inmediatamente. Te lo aseguro. No quiero ver su cara, y espera, voy a asegurarme de que nadie te acepte en ninguna otra empresa.- ¡Ya basta! - gritó Edward, asustando a todos los presentes. Sus ojos ardían de odio y su voz era más potente. Nadie había visto nunca a Edward así, ni siquiera su madre. - Mide tus palabras antes de decir nada de Rebeca, no tienes derecho aquí.- ¿Cómo que no? - Elizabeth chasqueó la lengua. - Soy tu madre, tengo derec