- ¿Ya se conocían? - preguntó Edward en voz baja mientras caminaban hacia el aparcamiento del hospital. - Sí, pero yo no sabía que era tu secretaria y ella no sabía que yo era tu hermano. - Arthur suspiró, metiéndose las manos en los bolsillos. - Parecéis muy unidos. - Miró a su hermano por el rabillo del ojo, esperando que lo negara. - En cierto modo. - Se rio para sus adentros, recordando los breves momentos que había pasado con la rubia. - Era la única que me cogía de la mano cuando estaba solo, la única que no me miraba con lástima y que no me abandonaba. - Nunca te abandonaron. - Edward lo miró con seriedad. - Me abandonaste cuando más te necesitaba. - Arthur lo miró con expresión dolida. - Cuando más te necesitaba, te encerraste en una burbuja de culpa y te alejaste, me abandonaste, igual que Victoria. - Arthur... - Edward sintió que el pecho se hacía añicos, sabía que tenía razón y sabía que estaba haciendo esas preguntas por puros celos. - Creo que te lo dirá ahora que
Una semana después del accidente, Rebecca seguía en el hospital con su hijo mientras Edward mantenía la empresa en marcha.Arthur no había aparecido desde aquel día, lo que preocupaba a la rubia. Quizá estaba mal con su madre por su culpa, o quizá simplemente no tenía tiempo para preocuparse por su prometida.Rebecca respiró hondo y llamó a una enfermera para pedirle que vigilara a Tom durante unos minutos. Necesitaba un respiro.La rubia se quedó mirando a la gente que pasaba por la terraza. Todavía no podía aceptar que todo aquello le hubiera ocurrido a su hijo. Se sentía culpable, aunque sabía que no era ella quien conducía aquel coche.Un fuerte suspiro salió de sus labios mientras intentaba recomponerse después de llorar para poder ir a ver a su hijo aún inconsciente.El cielo estaba despejado, sin una sola nube que lo delatara. Pero no hacía calor, el tiempo era agradable y la brisa débil.Rebecca estaba ensimismada y no se dio cuenta cuando Edward se le acercó por detrás y la a
- ¿Qué tal estás? - preguntó Olivia mientras ayudaba a su amiga a doblar la ropa pequeña de Tom. - Es como si todavía estuviera anestesiada. - dijo ella con sinceridad. - ¿Quieres quedarte en mi casa? Hay sitio para ti y para Tom. - Cerró la primera maleta y se dirigió hacia los juguetes para guardarlos. - Ni siquiera sé cómo te fue en el trabajo, el asunto con los hermanos. - Conmigo no tienes que preocuparte por eso. - Sonrió mientras doblaba la ropa fría. - Edward me apoya, más de lo que podría imaginar, y Arthur nunca me ha juzgado. Olivia dejó lo que estaba haciendo y se volvió lentamente hacia su amigo. No estaba segura de si estaba sorprendida o confusa, sentía como si se hubiera perdido un trozo de la historia. - Un momento, ¿cómo que Edward la apoya? ¿Desde cuándo conoces a Arthur? - Se cruzó de brazos mientras miraba seriamente a su amiga. - ¿Hay algo de esta historia que yo no sepa? Por cierto, ¿por qué estaban los dos contigo en el hospital? Estaba confusa, porque
Arthur estaba nervioso y ansioso cuando entró en el hospital. Necesitaba ver a Rebecca, necesitaba airear sus sentimientos, necesitaba desesperadamente a Rebecca en ese momento. Se sentía como un monstruo, era la primera vez que visitaba al niño desde el incidente, y estaba decidido a apoyar a Rebecca y a Tom en estos momentos difíciles, pero la razón por la que estaba allí era puramente egoísta, no estaba allí para verle a él, estaba allí para ver a su madre. Le tembló la mano al coger el pomo de la puerta, la voz risueña de su hermano y la suave voz de Tom invadieron su oído. Por un momento todo quedó amortiguado, como si allí solo existieran esas voces. Tragó en seco y golpeó un par de veces pidiendo que lo disculparan antes de entrar, las rodillas le fallaron ligeramente, casi haciéndolo caer al suelo. Edward se levantó preocupado al ver a su hermano frente a él. - Arthur. - Se acercó a su hermano, pero este negó con la cabeza. - ¿Qué haces aquí? - He venido a ver a Tom. - E
- Edward dijo que mi antigua habitación podría ser la de Tom, es una buena habitación, espaciosa y no hace ni frío ni calor. - Dijo Rebecca abriendo la puerta de la casa. - Tengo que sacar mis cosas de mi habitación y meterlas en la suya, y dejar la habitación al menos medio ordenada para cuando llegue Tom. - Cálmate, ya has empezado con la euforia. - Olivia se rio al entrar en casa. - ¿Cómo te sientes con todo este cambio? - No sé hasta dónde llegará esta calma, y mi temor es que esta calma sea como un mar que retrocede y luego un tsunami. - dije sinceramente mientras dejaba las maletas en el suelo del salón. - Si es para la señora GreenWood, no creo que debas preocuparte demasiado. Edward parece dispuesto a todo por usted, está dispuesto a acercarse a su hijo con tal de no perderla. - Olivia palmeó el hombro de su amiga. - ¿Empezamos a ordenar? - Te acompaño a tu habitación. - Sonrió y se dirigió a su habitación. En cuanto abrió la puerta, su amiga entró y se puso a observar.
- Arthur. - Llamó a Elizabeth en cuanto vio entrar a su hijo mayor por la puerta del salón. - ¿Qué tal la cena? ¿Habéis vuelto a estar juntos? Victoria es tan buena chica que en cuanto se casen tendremos más visibilidad para Vintage. - Estás haciendo una pregunta tonta, ¿verdad? - Le dijo enfadado a su madre, realmente no estaba de humor, seguro que se volvía loco. - No, Elizabeth, no vamos a volver juntos y ni siquiera tengo intención de volver con esa mujer, espero de todo corazón que abandones esa idea antes de que me enfade. - ¿Por qué me hablas así? - preguntó Elizabeth levantándose del sillón. - No voy a renunciar. Entre otras cosas porque anuncié que te casarías en la fiesta del embajador, la fiesta en la que esa secretaria hizo todo un espectáculo. Tiene suerte de que aún no haya ido a por ella. La ira bullía en el interior de Arthur como un volcán a punto de entrar en erupción. La atmosfera de la habitación parecía pesada mientras las palabras que estaba a punto de pronun
La cocina estaba inundada del inconfundible olor del plato favorito de Tom, macarrones con queso. Rebecca estaba atareada, con el delantal atado, preparando la comida con amor y anticipación. Hoy era un día especial, el día en que su hijo Tom regresaría por fin del hospital, y estaba decidida a hacerlo lo más acogedor y agradable posible.Había sido un día largo y el silencio que reinaba en la casa estaba a punto de romperse con la llegada de Tom del hospital. Era un momento especial para todos ellos, un momento en el que el dolor y el miedo podían dar paso a la calma. La rubia estaba ansiosa y agradecida al mismo tiempo, ansiosa por tener a su hijo en casa y cerca de ella, y agradecida de que Edward estuviera con su hijo y se hubiera ofrecido a traerlo mientras ella le preparaba el almuerzo.Rebecca llevaba un delantal de colores, el pelo recogido en un moño desordenado y las manos ocupadas removiendo la salsa de queso en la sartén. Mientras lo hacía, no pudo evitar sonreír. Era la p
- ¿Estás cómodo? - preguntó Rebeca a su hijo en cuanto lo acostó suavemente después del baño. - Sí, mamá, pero tengo sueño. - dijo soñoliento. - ¿Se quedará mamá conmigo hasta que me duerma?- Por supuesto, mi amor, no me iré hasta que me duerma. - Rebecca sonrió, sentándose en la cama y acariciando el pelo de su hijo. - ¿Has disfrutado hoy? - He podido comer la comida de mamá, así que ha estado muy bien. - Sonrió a su madre. - El tío Ed dijo que seríamos una familia, ¿realmente podemos ser una familia? - Tom susurró la última frase, con los ojos pesados.- Siempre seremos una familia, mi amor. - Rebecca sonrió y siguió acariciando el pelo de su hijo.Se quedó allí unos minutos más hasta que estuvo segura de que estaba dormido y luego salió de la habitación en dirección a su nuevo dormitorio. Llamó a la puerta varias veces antes de entrar, pero Edward no respondió.Al entrar en la habitación, se dio cuenta de que Edward estaba ordenando el armario distraídamente. Acababa de terminar