5.

Parte

2

Impacto

Abrí los ojos y esperé despertar de un sueño, que nada de esto hubiese ocurrido, que despertaría en mi casa y bajaría a desayunar con los chicos… pero no. Estaba aquí, en una habitación fría de hospital y veía a los chicos dormir, Iván en una silla y a Simón, y Alonzo en un sillón. Había una televisión encendida en el canal de noticias, vi la hora, eran las 22:30pm. Bajé la mirada a mi cuerpo y descubrí la sábana con mi mano derecha. Tenía enyesada la mano contraria y mi abdomen dolía muchísimo. Creo que tenía contusiones y mis piernas… tenían numerosos, cortes, golpes, sangre seca, al igual que en mis brazos. Agarré el teléfono de Iván que estaba en la mesita de un costado y vi mi rostro… Dios, estaba irreconocible. Estaba lleno de moretones y algunas manchas de sangre, tenía un vendaje en la frente y un respirador, así como numerosas agujas introducidas, no sé qué me estaban inyectando.

-¿Iván…? -Lo llamé lentamente, pero no me escuchó. -Iván…

-¡Ari! -Se levantó alterado al verme y se puso de pie, los chicos se levantaron y se acercaron a mí, me miraban muy preocupados y yo quería llorar, pero no lo hice. Yo no soy de llorar, no recuerdo haberlo hecho al menos de adulta.

-Casi muero al verte ahí. -Dijo Simón y apoyó su rostro en mi hombro.

-Fue horrible, como una pesadilla. -Dijo Alonzo y sobó mi cabello.

-Yo estoy bien… pero… ¿cómo está él…? Por favor díganme que sobrevivió.

Ellos se miraron entre sí.

-¡Chicos! -Me senté y bajé de inmediato de la camilla. Ellos intentaron que me calmara, pero no podía, sentía que mi corazón se quería salir de mi pecho, quería morirme. -Por favor, díganme como está. -Las lágrimas batallaban por asomarse, sentía que me hundía. No sé cómo pude reprimir las ganas de llorar. Yo tenía tantos nervios que temblaba y los chicos podían notar mi desesperación, cualquiera lo hubiese notado.

-Está en cuidados intensivos, está muy mal. Los doctores no creen que pase de esta noche. -Dijo Iván.

-No puede ser. -Empecé a hiperventilar, estaba teniendo un ataque de pánico. No podría sobrevivir con semejante carga, yo le hice daño, yo lo arrollé por perderme viendo la casa que se quemaba, yo era quién manejaba a 100km/h en una carretera de 80. Yo debí verlo, yo debí desviarme y estrellarme solo yo, no haciéndole daño a él… -No puedo creer que le haya hecho eso a ese chico, quiero morirme.

-Oye. -Simón agarró mi rostro. -La policía estuvo hace dos horas aquí, analizaron las cintas de grabación de la calle y vieron que ese chico se aventó a tu auto, estaba escondido detrás de unos maderos. El intentó suicidarse, no tenías forma de saberlo.

-Maldición, si hubiera ido más lento podría haber disminuido la velocidad, yo que sé y el no estaría tan mal.

-Valeria. -Me dijo Alonzo, siempre me llamaban por mi nombre y no Ari cuando me hablaban en serio. -No es tu culpa, si él quisiera haberse suicidado pudo haberlo hecho en su casa, o aventarse de un edificio, yo que sé, no lanzarse a un auto matando a todos los del interior.

-¿Y si hubiese ido el auto lleno? ¿si hubieses estado llevando niños y a tu mamá? -Dijo Iván. -El chico está loco, quemó su casa y luego se aventó a un auto en movimiento. No te culpes. El debería pedirte disculpas a ti, pudo haberte matado.

-¿El quemó su casa?

-Sí, o al menos eso es lo que nosotros creemos. La policía nos dijo su nombre, se llama Mateo. Era hijo de los dueños de una empresa de maquinaria industrial, el señor y la señora Duarte, quiénes hace unos meses, se estrellaron en su auto llegando a Cartagena, fallecieron junto a su hija, una niña de ocho años y su abuela paterna, hace seis meses. La policía nos dijo esto, es lógico porqué enloqueció. -Comentó Alonzo.

-Vaya. -Ahora todo empezaba a tomar sentido, es horrible esto que me contaban, no me imagino pasar por algo así, es insoportable incluso de imaginar. -¿Dónde está… él? Quiero verlo.

-No creo que sea buena idea, debes recuperarte primero. -Dijo Iván e intentó agarrarme, pero me solté y empecé a sacarme las agujas, pero esto dolía demasiado, no pude hacerlo.

-Maldición Ari, no te saques el medicamento, es analgésico, lo necesitas. Está bien, entendemos que quieras verlo, que sientas culpa, pero lo harás cuando estés mejor y ahora necesitas descansar. -Simón agarró mi brazo y me llevó hasta la cama. Creo que… tenía razón. La medicación me tenía mareada y mi cabeza quería estallar, no tenía estabilidad.

-¿Y mis… padres? ¿saben lo que me ocurrió?

-Mmm, ahorita los llamé, pero no pudieron venir de inmediato. Sabes que están en Panamá y su vuelo es dentro de una semana. Aunque eso sí, me han llamado tanto que creo que soñaré con ellos.-Dijo Iván y asentí, era lo mejor, si mamá me veía en estas condiciones se infartaría y a papá le darían al menos dos embolias consecutivas.

Entonces me levanté al día siguiente porque me iban a revisar los puntos que tenía en la mano. Al parecer ayer me hicieron una cirugía en la mano porque me rompí la muñeca casi por completo. El doctor me dijo que me golpeé bastante y que tengo contusiones severas, pero que me amortiguó un poco el sistema de seguridad del auto, las bolsas de aire no me dejaron golpear tanto y el cinturón al parecer se soltó porque no lo abroché bien. Más tarde después de que los chicos me dieran el desayuno literalmente en la boca (Simón se negó a que yo si quiera tomara la cuchara con la mano), la enfermera me llevó al baño y me ayudó a asearme. Al ducharme vi las múltiples heridas, tenía hematomas, golpes, muchísimas cortadas por los vidrios. Me dolió ducharme, incluso me dolió el tener que abrir la boca para que ella pudiera cepillarme.

A eso de las doce del mediodía y cuando me quitaron ya los medicamentos de la mano, le pedí a los chicos que por favor me llevaran a la habitación del chico, necesitaba verlo, ver que estaba vivo, que respiraba, que no me mentían diciéndome que vivía solo para que yo no me sintiera mal. Entonces Iván me tomó de un brazo y del otro me tomó Alonzo, los tres me acompañaron hasta el fondo del pasillo que es donde estaba la habitación del chico. Al detenerme en la puerta tuve miedo de no verlo, de que ellos como estuvieron todo el tiempo en mi habitación no vieron si él se puso mal, si empeoró, si murió… inhalé profundamente y abrí la puerta.

Esa fue la primera vez que lo vi, el accidente no puedo recordarlo, solo recuerdo ver la casa incendiarse a la distancia y luego, recuerdo despertar en el hospital, pero sí recordaba haberle hecho daño a alguien, eso jamás podría olvidarlo. Caminé lentamente, quería morirme. Estaba lleno de cables y tubos. El chico tenía un cuello ortopédico y su rostro estaba tan lleno de golpes que evitaba mirarlo, causaba impresión, incluso sé que esto afectó a los chicos porque desviaron la mirada. Me acerqué un poco y pude ver la gravedad de sus heridas. Tenía la nariz rota y cubierta por gasa, tenía una pierna con una especie de aparato que no sé qué era, pero era tan impresionante de ver que Alonzo miró solo un segundo antes de irse, aterrado. Era una especie de aparato metálico con tubos que atravesaban su pierna derecha en la parte de abajo, era horrible. En la otra solo tenía un yeso y otro en su antebrazo izquierdo. Tenía un respirador artificial y medicamentos intravenosos, esto era demasiado, este chico estaba muy mal. Yo estaba temblando, a dos segundos de entrar en pánico y agarré su mano. Iván me miró y Simón me miró enojado.

-No me digas que sigues culpándote. -Se quejó evidentemente molesto.

-¡No me digan que no es mi culpa! Está bien, yo no lo puse en medio de la carretera, pero manejaba muy rápido, no miraba al frente, pude disminuir la velocidad, pude intentar girar, pero no hice nada, ¡no hice nada! Y ahora él está aquí muriéndose.

-¡Él lo decidió! -Se quejó Simón.

-¿Entiendes acaso por lo que él estaba pasando? ¡perdió a toda su familia! ¿ves a alguien aquí llorando por él? Ni si quiera hay un bolso, ropa o indicios de que alguien haya venido por él, ¡está solo! ¿tú entiendes eso? -No me respondió, ninguno de los dos me miraba a los ojos. -Yo tampoco lo entiendo, nunca he estado en esta situación, pero pude evitarlo. Si hubiese girado, me habría bajado del auto y le habría ayudado, pero no giré por no tener los ojos puestos en la carretera como debía, ¡si hubiese sido un niño el que cruzaba lo habría arrollado! ¡no iba mirando!

-Está bien, tienes razón. No ibas mirando, pero quiero que sepas que, si el no sobrevive, no es tu culpa. No permitiré que te culpes por algo que no hiciste.

-Quiero hablarle, ¿me dejan un momento con él? -Creo que ambos me fulminaron con la mirada, no sé cuál peor. -Solo dos minutos y regresan, por favor. Quiero hablarle.

Ellos salieron y yo exhalé. No sé si esto era demasiado para mí en estas condiciones, pero quería hablarle, me sentía como la m****a. Agarré una silla que estaba junto y la acerqué a la cama. Me apoyé en los barandales de la cama, estaba adolorida y débil, podría caerme.

-Hola… -Miré por encima de su rostro, había una ficha en la pared con su nombre. -¿Mateo? Soy Valeria, no tienes idea de quién soy, pero hoy tú te has atravesado en mi vida, literalmente. No sé por qué hiciste esto, supongo tendrás tus motivos, pero si sigues aquí, respirando así sea por un aparato, lo estás haciendo. Sigues con vida y no entiendo cómo, la vida misma decidió darte otra oportunidad aun cuando tú no la querías. No sé qué hayas pasado, lo que hayas sufrido o cómo ha sido tu vida, pero imagino que no ha sido fácil y ahora incluso yo estoy sufriendo las consecuencias de tu decisión. No te reprocho, quiero entenderte y que sepas que no te voy a dejar solo, tú ahora eres mi responsabilidad y no permitiré que te pase nada, ten seguro eso. Puedo ser muy persistente.

No podía ver su rostro prácticamente, ni su cabello porque lo cubrían vendajes por las heridas y tenía un respirador que cubría gran parte de su rostro y, además, los moretones y golpes cubrían casi todo su cuerpo, era doloroso incluso de ver. Lo único que pude notar fue su color de piel, era blanco y no sé qué tan alto sea, creo que lo es.

Entonces empezó la obsesión.

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