Narrado por AnyaDesperté con un dolor punzante en la cabeza y una sensación de frío que calaba hasta los huesos. Mis muñecas estaban atadas por grilletes de hierro, y una cadena pesada me mantenía anclada a la pared de piedra húmeda. La oscuridad era casi total, interrumpida solo por el tenue resplandor de antorchas lejanas que proyectaban sombras danzantes en las paredes mohosas.Intenté recordar cómo había llegado aquí. Fragmentos de memoria se arremolinaban en mi mente: la cabaña, Aiden, la irrupción violenta de los encapuchados, el dolor lacerante al ser arrancada de su lado. Un escalofrío recorrió mi columna al recordar la voz de Morgana susurrando mi nombre.—Despierta, querida —la voz suave y venenosa resonó en la penumbra.Giré la cabeza y la vi. Morgana emergió de las sombras, su figura esbelta envuelta en una túnica negra que parecía absorber la poca luz que había. Sus ojos, dos pozos de oscuridad insondable, me observaban con una mezcla de curiosidad y triunfo.—¿Dónde est
Narrado por AidenEl viento frío cortaba mi rostro mientras avanzábamos por el sendero oculto en el bosque. Marcus y Ragnar me seguían de cerca, sus pasos silenciosos pero cargados de determinación. Cada segundo que pasaba sin Anya a mi lado era una daga clavada en mi corazón.—Estamos cerca —murmuró Marcus, consultando un mapa antiguo que había recuperado de los archivos de la manada—. Según esto, la fortaleza de Morgana debería estar más adelante.Asentí, apretando los puños. La ira y la desesperación se mezclaban en mi interior, pero sabía que necesitaba mantener la cabeza fría. Anya dependía de nosotros.De repente, Ragnar levantó una mano, indicándonos que nos detuviéramos. Afiné el oído y percibí un susurro en el aire, un murmullo de voces que se acercaban. Nos ocultamos entre la maleza, conteniendo la respiración.Dos figuras encapuchadas emergieron del sendero opuesto, conversando en voz baja. Pude distinguir fragmentos de su conversación.—...la prisionera está resistiendo má
Narrado por AidenEl aire en la mazmorra se volvió denso, cargado de una energía oscura que parecía absorber la luz de las antorchas. Morgana se erguía ante nosotros, su figura envuelta en sombras que danzaban a su alrededor. Sus ojos, dos pozos de oscuridad insondable, nos observaban con una mezcla de desprecio y diversión.—¿De verdad pensaron que podrían infiltrarse en mi fortaleza y escapar con vida? —su voz resonó, fría y cortante, como el filo de una daga.Anya, aún apoyada en mi brazo, intentó erguirse con determinación, pero su debilidad era evidente. Marcus y Ragnar se colocaron a mi flanco, formando una barrera protectora. Sabíamos que enfrentarnos a Morgana en su propio territorio era una locura, pero no teníamos otra opción.—No permitiré que te la lleves —declaré, intentando mantener la firmeza en mi voz.Morgana soltó una risa amarga.—Oh, Aiden, siempre tan valiente y estúpido. Anya es la clave para desatar un poder que ni siquiera puedes imaginar. Y tú... tú no eres má
Narrado por AnyaEl eco de la explosión aún resonaba en mis oídos mientras observaba el cráter donde Aiden y Morgana habían desaparecido. El mundo parecía haberse detenido en ese instante, congelado en una imagen de devastación y pérdida. Mis piernas cedieron, y caí de rodillas, incapaz de procesar la magnitud de lo que acababa de suceder.—Aiden... —mi voz se quebró en un susurro ahogado.La mujer encapuchada, nuestra inesperada aliada, se arrodilló a mi lado, colocando una mano reconfortante en mi hombro. Pero su toque, aunque bienintencionado, no podía penetrar la barrera de dolor que se alzaba a mi alrededor.—Debemos irnos, Anya. No es seguro permanecer aquí. —Su voz era firme, pero teñida de compasión.Negué con la cabeza, las lágrimas nublando mi visión.—No puedo... no puedo dejarlo aquí. Él... él no se ha ido. Lo siento.Ella frunció el ceño, mirando el vacío donde antes se encontraba Aiden.—Anya, lo que sientes es el residuo del vínculo que compartían. Pero él...—¡No! —gri
Narrado por AnyaEl crepitar del fuego en la chimenea era el único sonido que rompía el silencio opresivo de la cabaña. Las sombras danzaban en las paredes de madera, reflejando el tumulto que se desataba en mi interior. Aiden seguía desaparecido, y aunque todos a mi alrededor parecían resignarse a su pérdida, yo me aferraba a la certeza de nuestro vínculo. Lo sentía, débil pero persistente, como un hilo de plata que se negaba a romperse.Elara entró en la habitación, su expresión grave. Habíamos pasado días buscando respuestas, consultando a sabios y explorando antiguos grimorios, pero cada pista parecía desvanecerse en la nada.—Anya, hemos hecho todo lo posible —dijo suavemente, acercándose—. Tal vez es momento de aceptar...—¡No! —la interrumpí, levantándome de golpe—. Él está vivo, Elara. Lo siento en lo más profundo de mi ser. No puedo... no voy a rendirme.Ella suspiró, sus ojos reflejando una mezcla de compasión y preocupación.—Entiendo tu dolor, pero necesitamos ser realista
Narrado por AidenEl frío de la noche se filtraba por las rendijas de la cabaña, pero no era nada comparado con el hielo que sentía en mi interior. Anya yacía en la cama, su respiración apenas perceptible, su piel pálida como la luna que se asomaba tímidamente entre las nubes. Había sacrificado parte de su esencia para liberarme del abismo en el que Morgana me había sumido, y ahora su vida pendía de un hilo.Me arrodillé a su lado, tomando su mano entre las mías. Un torrente de emociones me embargaba: culpa, desesperación, amor. Observé su rostro sereno, recordando cada risa compartida, cada promesa susurrada en la oscuridad. No podía permitir que su sacrificio fuera en vano.—Anya, por favor, regresa a mí —susurré, mi voz quebrándose.Elara, que había estado preparando pociones y ungüentos en la mesa cercana, se acercó con una expresión grave.—Aiden, hemos intentado todo lo que está a nuestro alcance. Su espíritu está debilitado, atrapado entre este mundo y el siguiente.La miré, la
Narrado por AidenEl crepitar del fuego en la chimenea apenas lograba mitigar el frío que se había instalado en mi interior. Anya descansaba en la cama, su respiración aún frágil, pero constante. Habíamos enfrentado la muerte y regresado, pero la sensación de peligro inminente no nos abandonaba.Mientras observaba las llamas danzar, una inquietud creciente se apoderaba de mí. Morgana había sido derrotada, pero su influencia oscura persistía. Sabía que no podíamos bajar la guardia; el enemigo podía estar más cerca de lo que imaginábamos.Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos. Me levanté con cautela, colocando una mano sobre la empuñadura de mi espada.—¿Quién es? —pregunté, mi voz firme.—Soy yo, Marcus —respondió una voz familiar.Abrí la puerta y encontré a Marcus empapado por la lluvia, su expresión grave.—Necesitamos hablar —dijo, entrando sin esperar invitación.Cerré la puerta tras él y lo seguí hasta la mesa. Marcus se quitó la capa mojada y se pasó una mano por el
Narrado por AidenLa noche me envuelve como un manto frío y opresivo. El viento silba entre los árboles de Silver Creek, y cada paso que doy sobre el suelo húmedo parece más pesado que el anterior. Mis pensamientos no me dan tregua; cada recuerdo de aquella maldita discusión con Anya sigue repitiéndose en mi mente, una y otra vez, como un eco maldito. La oscuridad del bosque refleja el abismo en el que he caído desde que se fue.«¿Cómo permití que ocurriera?»La pregunta se agarra a mí como una garra. Me destroza el alma. Todo comenzó como un desacuerdo trivial, algo que podría haber manejado mejor. Pero mis palabras, tan cargadas de rabia y frustración, la hicieron huir. Ella, mi Luna. La mujer que debería haber protegido por encima de todo, la herí tan profundamente que ya no pude alcanzarla cuando salió por esa puerta.Recuerdo cada palabra que le grité.— ¡No puedes entender lo que significa estar al frente de la manada! ¡Todo recae sobre mí!Las palabras se sintieron justas en es