Narrado por AidenEl aire en la mazmorra se volvió denso, cargado de una energía oscura que parecía absorber la luz de las antorchas. Morgana se erguía ante nosotros, su figura envuelta en sombras que danzaban a su alrededor. Sus ojos, dos pozos de oscuridad insondable, nos observaban con una mezcla de desprecio y diversión.—¿De verdad pensaron que podrían infiltrarse en mi fortaleza y escapar con vida? —su voz resonó, fría y cortante, como el filo de una daga.Anya, aún apoyada en mi brazo, intentó erguirse con determinación, pero su debilidad era evidente. Marcus y Ragnar se colocaron a mi flanco, formando una barrera protectora. Sabíamos que enfrentarnos a Morgana en su propio territorio era una locura, pero no teníamos otra opción.—No permitiré que te la lleves —declaré, intentando mantener la firmeza en mi voz.Morgana soltó una risa amarga.—Oh, Aiden, siempre tan valiente y estúpido. Anya es la clave para desatar un poder que ni siquiera puedes imaginar. Y tú... tú no eres má
Narrado por AnyaEl eco de la explosión aún resonaba en mis oídos mientras observaba el cráter donde Aiden y Morgana habían desaparecido. El mundo parecía haberse detenido en ese instante, congelado en una imagen de devastación y pérdida. Mis piernas cedieron, y caí de rodillas, incapaz de procesar la magnitud de lo que acababa de suceder.—Aiden... —mi voz se quebró en un susurro ahogado.La mujer encapuchada, nuestra inesperada aliada, se arrodilló a mi lado, colocando una mano reconfortante en mi hombro. Pero su toque, aunque bienintencionado, no podía penetrar la barrera de dolor que se alzaba a mi alrededor.—Debemos irnos, Anya. No es seguro permanecer aquí. —Su voz era firme, pero teñida de compasión.Negué con la cabeza, las lágrimas nublando mi visión.—No puedo... no puedo dejarlo aquí. Él... él no se ha ido. Lo siento.Ella frunció el ceño, mirando el vacío donde antes se encontraba Aiden.—Anya, lo que sientes es el residuo del vínculo que compartían. Pero él...—¡No! —gri
Narrado por AnyaEl crepitar del fuego en la chimenea era el único sonido que rompía el silencio opresivo de la cabaña. Las sombras danzaban en las paredes de madera, reflejando el tumulto que se desataba en mi interior. Aiden seguía desaparecido, y aunque todos a mi alrededor parecían resignarse a su pérdida, yo me aferraba a la certeza de nuestro vínculo. Lo sentía, débil pero persistente, como un hilo de plata que se negaba a romperse.Elara entró en la habitación, su expresión grave. Habíamos pasado días buscando respuestas, consultando a sabios y explorando antiguos grimorios, pero cada pista parecía desvanecerse en la nada.—Anya, hemos hecho todo lo posible —dijo suavemente, acercándose—. Tal vez es momento de aceptar...—¡No! —la interrumpí, levantándome de golpe—. Él está vivo, Elara. Lo siento en lo más profundo de mi ser. No puedo... no voy a rendirme.Ella suspiró, sus ojos reflejando una mezcla de compasión y preocupación.—Entiendo tu dolor, pero necesitamos ser realista
Narrado por AidenEl frío de la noche se filtraba por las rendijas de la cabaña, pero no era nada comparado con el hielo que sentía en mi interior. Anya yacía en la cama, su respiración apenas perceptible, su piel pálida como la luna que se asomaba tímidamente entre las nubes. Había sacrificado parte de su esencia para liberarme del abismo en el que Morgana me había sumido, y ahora su vida pendía de un hilo.Me arrodillé a su lado, tomando su mano entre las mías. Un torrente de emociones me embargaba: culpa, desesperación, amor. Observé su rostro sereno, recordando cada risa compartida, cada promesa susurrada en la oscuridad. No podía permitir que su sacrificio fuera en vano.—Anya, por favor, regresa a mí —susurré, mi voz quebrándose.Elara, que había estado preparando pociones y ungüentos en la mesa cercana, se acercó con una expresión grave.—Aiden, hemos intentado todo lo que está a nuestro alcance. Su espíritu está debilitado, atrapado entre este mundo y el siguiente.La miré, la
Narrado por AidenEl crepitar del fuego en la chimenea apenas lograba mitigar el frío que se había instalado en mi interior. Anya descansaba en la cama, su respiración aún frágil, pero constante. Habíamos enfrentado la muerte y regresado, pero la sensación de peligro inminente no nos abandonaba.Mientras observaba las llamas danzar, una inquietud creciente se apoderaba de mí. Morgana había sido derrotada, pero su influencia oscura persistía. Sabía que no podíamos bajar la guardia; el enemigo podía estar más cerca de lo que imaginábamos.Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos. Me levanté con cautela, colocando una mano sobre la empuñadura de mi espada.—¿Quién es? —pregunté, mi voz firme.—Soy yo, Marcus —respondió una voz familiar.Abrí la puerta y encontré a Marcus empapado por la lluvia, su expresión grave.—Necesitamos hablar —dijo, entrando sin esperar invitación.Cerré la puerta tras él y lo seguí hasta la mesa. Marcus se quitó la capa mojada y se pasó una mano por el
Narrado por AidenLa noche me envuelve como un manto frío y opresivo. El viento silba entre los árboles de Silver Creek, y cada paso que doy sobre el suelo húmedo parece más pesado que el anterior. Mis pensamientos no me dan tregua; cada recuerdo de aquella maldita discusión con Anya sigue repitiéndose en mi mente, una y otra vez, como un eco maldito. La oscuridad del bosque refleja el abismo en el que he caído desde que se fue.«¿Cómo permití que ocurriera?»La pregunta se agarra a mí como una garra. Me destroza el alma. Todo comenzó como un desacuerdo trivial, algo que podría haber manejado mejor. Pero mis palabras, tan cargadas de rabia y frustración, la hicieron huir. Ella, mi Luna. La mujer que debería haber protegido por encima de todo, la herí tan profundamente que ya no pude alcanzarla cuando salió por esa puerta.Recuerdo cada palabra que le grité.— ¡No puedes entender lo que significa estar al frente de la manada! ¡Todo recae sobre mí!Las palabras se sintieron justas en es
El aire aquí es diferente, más puro, más ligero. Casi como si con cada respiración pudiera purgar el peso que he estado cargando desde que me fui. Pero no es tan simple. No lo es, porque a pesar de lo idílico que es este lugar, a pesar de la serenidad que parece envolverlo todo, las sombras de mi pasado siguen persiguiéndome, siguen enredadas en mi piel como una segunda capa imposible de arrancar.Estoy en una pequeña aldea, alejada de todo lo que alguna vez conocí. Es un refugio, un intento desesperado de encontrar la paz que tanto anhelo. Un intento de escapar de él... de Aiden.Los aldeanos aquí no saben nada de lo que soy. Para ellos, solo soy una extraña que apareció una mañana fría y silenciosa, buscando asilo. Les dije que me llamaba Anya, pero omití el título que me define más de lo que quiero admitir: Luna. Ellos no entenderían. En este lugar, no hay manadas, ni Alfas, ni Lunas. Solo hay gente común, que vive una vida simple, sin las complejidades y las guerras que dominan el
Narrado por AidenEl aire de la mañana está cargado de tensión. Se siente en cada rincón del territorio de Silver Creek. El cielo gris, el viento que susurra entre los árboles, todo parece augurar una tormenta. No solo en el clima, sino también en lo que se avecina. Lo puedo sentir en mis huesos.Me paro frente a la ventana de mi cabaña, observando el paisaje mientras mi mente está lejos de aquí. Siempre lo está. Siempre está con ella.Anya.La culpa ha sido mi única compañera desde el día que desapareció. Cada minuto que pasa, cada segundo que respiro sin ella a mi lado es como un recordatorio punzante de mi fracaso. Mis palabras la alejaron, y mi orgullo me impidió detenerla antes de que fuera demasiado tarde. Ahora, mi manada está fragmentada, y yo no soy el Alfa que debería ser. No sin ella.Pero el lujo de lamentarme ha llegado a su fin.—Aiden —la voz de Marcus, mi beta, rompe el silencio, trayéndome de vuelta a la realidad. No hace falta que diga más. Su expresión lo dice todo.