Narrado por AidenEl amanecer trajo consigo una calma engañosa. El fuego en la chimenea se había reducido a brasas ardientes, y la cabaña estaba sumida en una penumbra cálida. Podía sentir el cuerpo de Anya contra el mío, su respiración acompasada, su piel tibia rozando la mía. Por un instante, quise creer que todo estaba bien, que las sombras no nos acechaban, que el peligro había quedado fuera de esta burbuja de calor y deseo.Pero no era así. Sabía que la paz era efímera, una ilusión que se desvanecería con la luz del día. Aun así, me permití un momento de quietud, grabando en mi memoria la sensación de Anya en mis brazos.Ella se movió ligeramente, sus párpados aún pesados por el sueño. Cuando sus ojos se abrieron, encontré en ellos una tormenta contenida, un conflicto que no desaparecía, incluso después de la entrega de la noche anterior. Me pregunté si se arrepentía, si el miedo a lo que había dentro de ella volvía a envolverla. No la dejaría hundirse en esa oscuridad otra vez.
Narrado por AidenLa noche era un santuario de sombras, rota solo por el tenue resplandor de la luna que se filtraba por las rendijas de la cabaña. Anya dormía a mi lado, su respiración acompasada, su cuerpo envuelto en el calor de nuestra intimidad reciente. Su fragancia seguía aferrada a mi piel, un recordatorio de que por un breve instante, habíamos sido solo dos almas encontrándose en medio del caos.Pero la paz era un lujo que no podíamos darnos. Y pronto, lo descubriría de la peor manera.Un crujido en la nieve afuera hizo que todos mis instintos se activaran. Mi lobo rugió dentro de mí, una advertencia feroz. No era el viento. No era un animal. Había algo acechando en la oscuridad.Mi primer reflejo fue protegerla. Me giré hacia Anya, sacudiéndola suavemente.—Anya, despierta.Ella frunció el ceño, aún atrapada en el letargo del sueño. Pero antes de que pudiera reaccionar, la puerta de la cabaña estalló en mil astillas.Un rugido profundo llenó el aire, seguido de un viento hel
Narrado por AidenEl rugido de la tormenta se mezclaba con el estruendo de mi propio corazón mientras corría a través del bosque. Las ramas se rompían a mi paso, pero nada podía detenerme. Nada podía ser más aterrador que la imagen de Anya siendo arrebatada de mis brazos.Todo había sucedido en cuestión de segundos.Una sombra oscura irrumpió en la cabaña, rompiendo la tranquilidad que habíamos construido en nuestra breve burbuja de paz. No tuve tiempo de reaccionar antes de que una fuerza invisible me lanzara contra la pared con una violencia inhumana. Sentí el crujido de mis costillas al chocar contra la madera, el sabor metálico de la sangre llenó mi boca. Intenté ponerme de pie, pero algo más fuerte que yo me mantuvo inmóvil.Anya gritó mi nombre, pero su voz se ahogó en el fragor del combate. Logré ver su figura forcejeando con dos encapuchados. Uno la sujetaba por la cintura, el otro murmuraba palabras en un idioma antiguo. Un brillo purpúra envolvió a Anya y la vi arquear la es
Narrado por AnyaEl frío me despertó antes que el dolor. Una brisa helada recorrió mi piel desnuda, haciéndome estremecer mientras abría los ojos con lentitud. La oscuridad me rodeaba, pero no era solo la ausencia de luz. Era un vacío, un abismo de energía oscura que se cernía sobre mí, pesando en mi pecho como una piedra. Intenté moverme, pero mis extremidades estaban atadas con cadenas de un material gélido que vibraba con una magia oscura.—Despierta, niña —una voz sedosa y cruel retumbó en la penumbra.Reconocí ese tono de inmediato. Morgana.Mi pulso se aceleró, la rabia y el miedo batiéndose en mi interior mientras forzaba mi vista a ajustarse a la penumbra. La bruja caminaba en círculos a mi alrededor, su silueta apenas iluminada por el resplandor tenue de las runas grabadas en el suelo. Cada símbolo emitía un brillo enfermizo, pulsando como si latiera con vida propia.—Sabía que eras especial, pero no imaginé que te rendirías tan fácilmente —continuó con una sonrisa burlona—.
Narrado por AnyaEl eco de mis propios gritos rebotaba en las paredes de piedra. Mis muñecas ardían por las cadenas de hierro encantadas que las sujetaban sobre mi cabeza, suspendida en el aire como un sacrificio esperando su sentencia. Cada vez que intentaba convocar mi magia, un dolor desgarrador me atravesaba el cuerpo, como si la misma oscuridad que me rodeaba se alimentara de mi poder.Morgana me observaba desde su trono improvisado, con una sonrisa burlona curvando sus labios. Sus ojos, dos pozos de maldad y conocimiento prohibido, brillaban con una satisfacción oscura.—No lucharías tanto si entendieras lo que realmente eres —susurró, inclinándose hacia adelante.Le devolví una mirada llena de odio, a pesar del temblor de mi cuerpo.—No eres nada más que una bruja podrida que juega con sombras. No me doblegaré ante ti.Morgana soltó una risa grave, resonante. Se puso de pie con una gracia pavorosa, caminando en círculos a mi alrededor como un depredador estudiando a su presa.—
Narrado por AnyaDesperté con un dolor punzante en la cabeza y una sensación de frío que calaba hasta los huesos. Mis muñecas estaban atadas por grilletes de hierro, y una cadena pesada me mantenía anclada a la pared de piedra húmeda. La oscuridad era casi total, interrumpida solo por el tenue resplandor de antorchas lejanas que proyectaban sombras danzantes en las paredes mohosas.Intenté recordar cómo había llegado aquí. Fragmentos de memoria se arremolinaban en mi mente: la cabaña, Aiden, la irrupción violenta de los encapuchados, el dolor lacerante al ser arrancada de su lado. Un escalofrío recorrió mi columna al recordar la voz de Morgana susurrando mi nombre.—Despierta, querida —la voz suave y venenosa resonó en la penumbra.Giré la cabeza y la vi. Morgana emergió de las sombras, su figura esbelta envuelta en una túnica negra que parecía absorber la poca luz que había. Sus ojos, dos pozos de oscuridad insondable, me observaban con una mezcla de curiosidad y triunfo.—¿Dónde est
Narrado por AidenEl viento frío cortaba mi rostro mientras avanzábamos por el sendero oculto en el bosque. Marcus y Ragnar me seguían de cerca, sus pasos silenciosos pero cargados de determinación. Cada segundo que pasaba sin Anya a mi lado era una daga clavada en mi corazón.—Estamos cerca —murmuró Marcus, consultando un mapa antiguo que había recuperado de los archivos de la manada—. Según esto, la fortaleza de Morgana debería estar más adelante.Asentí, apretando los puños. La ira y la desesperación se mezclaban en mi interior, pero sabía que necesitaba mantener la cabeza fría. Anya dependía de nosotros.De repente, Ragnar levantó una mano, indicándonos que nos detuviéramos. Afiné el oído y percibí un susurro en el aire, un murmullo de voces que se acercaban. Nos ocultamos entre la maleza, conteniendo la respiración.Dos figuras encapuchadas emergieron del sendero opuesto, conversando en voz baja. Pude distinguir fragmentos de su conversación.—...la prisionera está resistiendo má
Narrado por AidenEl aire en la mazmorra se volvió denso, cargado de una energía oscura que parecía absorber la luz de las antorchas. Morgana se erguía ante nosotros, su figura envuelta en sombras que danzaban a su alrededor. Sus ojos, dos pozos de oscuridad insondable, nos observaban con una mezcla de desprecio y diversión.—¿De verdad pensaron que podrían infiltrarse en mi fortaleza y escapar con vida? —su voz resonó, fría y cortante, como el filo de una daga.Anya, aún apoyada en mi brazo, intentó erguirse con determinación, pero su debilidad era evidente. Marcus y Ragnar se colocaron a mi flanco, formando una barrera protectora. Sabíamos que enfrentarnos a Morgana en su propio territorio era una locura, pero no teníamos otra opción.—No permitiré que te la lleves —declaré, intentando mantener la firmeza en mi voz.Morgana soltó una risa amarga.—Oh, Aiden, siempre tan valiente y estúpido. Anya es la clave para desatar un poder que ni siquiera puedes imaginar. Y tú... tú no eres má