Llegaron en la casa y aparcaron el auto en el patio. Afortunadamente todos se habían marchado y solo se habían quedado los asistentes para poner en orden el lugar. Sin embargo, junto a la puerta principal vieron a April, estaba sentada en una de las sillas, parecía esperar algo, o a alguien. Henry resopló.―Deberías hablar con ella. ―le dijo su protegida. ―Necesita una explicación, solo de esa forma podrá dejarte tranquilo. ―le tomó de la mano. ―Todo irá bien.―Supongo que tienes toda la razón. ―besó su mano―Bajemos.Henry tomó su chaqueta, ella su frasco de gomitas y se bajaron del auto dirigiéndose hacia la casa. April se puso en pie mientras se acercaban.―Solo quiero hablar. ―dijo ella. ―Prometo no armar ningún escándalo.―Os dejaré solos.Dijo Emma y entró sola en la casa dejándolos.―¿Nos sentamos? ―Henry tomó otro asiento y se sentó junto a ella.―Primero quiero disculparme por provocar que os fuerais y se estropeara vuestra fiesta.―Me hiciste un favor, no me gustan las fiesta
Después de cenar, Emma se había metido bajo el edredón y se había quedado de vista hacia el escritorio donde estaba sentado Henry trabajando con su computadora. Una de las mejores vistas que había tenido en mucho tiempo. Se había acostado con aquel hombre, el hombre más hermoso que había conocido, y que resultaba ser aparte de atento un romántico, sintió mariposas en el estómago. Parecía todo tan irreal, debía de estar soñando.Le había confesado que estaba enamorada de él, bueno, él se lo había puesto muy fácil después de pedirle que salieran de verdad. Se preguntaba cómo serían sus vidas a partir de entonces, ¿siempre sentiría aquella sensación dentro de ella? Le gustaba realmente, podía confesárselo a sí misma sin más necesidad de negárselo.―¿Es muy importante? ―le preguntó, quería escucharlo. Él apartó la mirada del aparato para mirarla.―Félix solicita mi autorización para contratar un especialista que ayude con el márquetin del nuevo producto que está por salir.―¿Y eso es malo
Henry estaba de pie, en el pasillo, a una distancia del despacho de Emma. La estaba observando, estaba con Mario y estaban conversando, él parecía explicarle algo y ella lo estaba escuchando con atención. Mario y su esposa ¿por qué nunca había pensado que algo podía salir mal? ¿debía buscarla un asistente propio? Preferentemente que fuera una mujer.Emma se volteó y lo vio, ella le sonrió y le saludó con la mano, era tan linda. Él levantó la mano y le devolvió el saludo.Se dio la vuelta, el motivo principal por el que había salido de su despacho no había sido exactamente para espiar a su esposa y su asistente, aunque era bueno saber que ningún Peters la estaba merodeando. Su verdadero propósito era acercarse al bloque de márquetin y logística para ver cómo lo estaban llevando, especialmente qué medidas estaba tomando Félix con el equipo y averiguar en qué podría afectarle. En todo caso, debía asegurarse de que todo iba bien, Pocas veces visitaba aquella sección, Mario se encargaba de
Emma regresó a su oficina donde había dejado a Mario esperándola. Intentó poner buena cara mientras se acercaba a tomar de nuevo el asiento detrás de su escritorio.―¿Por dónde íbamos? ―preguntó mirando los documentos que tenían sobre la mesa.―La estaba mostrando el balance de los…―Mario se detuvo un rato mientras se fijaba en ella―¿se encuentra bien? ―Emma lo miró.―¿Yo? Sí…claro, ¿por qué? ¿Me veo mal?―Oh, no, en absoluto. Es que parece que…―Mario, estoy bien, de veras. sigamos, por favor.―De acuerdo. Lo siento.El chico comenzó a hablarle, pero en seguida a su mente le regresaron las palabras que le había dicho Félix, quería ignorarlas, pero no lo conseguía, la estaban generando dudas y sentía que iba a explotar si no obtenía respuestas.―Mario. ―lo llamó y éste se detuvo para prestarla atención.―¿Sí? ―notó que ella estaba jugueteando con el bolígrafo sobre la mesa como si estuviese nerviosa, ¿le había mentido cuando le dijo que estaba bien? Ella tardó unos segundos antes de
Se habían sentado en una de las mesas de la terraza de uno de los restaurantes que había junto al puerto de Londres, estaba lloviznando y el clima era un poco más frío. Un camero joven les había servido el desayuno; huevos, tostadas, zumo de frutas… Ella comía mientras él la observaba, la verdad es que le encantaba hacerlo, era la mujer más hermosa y sencilla que había conocido, lo cierto era que le gustaba mucho, pero su obsesión por querer saberlo todo le superaba, detestaba ser sorprendido y prefería ir un paso por delante. Quería estar seguro de que sus sentimientos no lo estaban cegando, y que podía confiar ciegamente en la mujer que tenía delante.―¿Por qué me miras así? ―preguntó Emma con una sonrisa en los labios.―¿Es que no puedo apreciar la belleza de mi hermosa esposa? ―le sonrió y ella se ruborizó.―Técnicamente no soy tu esposa ¿recuerdas?Henry se aclaró la garganta, acababa de recordar que no le había contado que estaban atados el uno al otro por el lazo del matrimonio
―¿Lo has visto? No la deja sola en ningún momento.―¿Cuál es el plan entonces? ―preguntó Damián con la mano todavía en el volante.―¿Tú qué crees? En algún momento tendrá que dejarla sola.―Ya lo hizo, la dejó en la casa y no hay manera de que crucemos ese patio, está muy asegurado.―Déjame pensar, se me ocurrirá algo, esa zorra tiene que pagarnos por todo.Damián, y quien fuera el guardaespaldas de Emma, estaban fuera de la casa, habían aparcado el coche a una discreta distancia del lugar. Después de la escapada de la chica, Félix y su padre la tomaron contra ellos, tanto así que los despidieron, perdiendo de esa forma sus trabajos, y hasta entonces no habían conseguido nada mejor, aunque tampoco es que estuvieran por la labor, estaban resentidos y querían que ella pagara por haberlo avergonzado de aquella manera y haberles hecho perder sus trabajos.En la mañana se habían quedado fuera de la compañía para verla llegar, estaban al tanto de que había asumido el puesto de su difunto pa
Henry había regresado a la compañía, Emma se levantó de la cama y tomó los bombones que le había traído, abrió el envoltorio y comenzó a comerlos, estaba feliz, muy feliz por todas las cosas buenas que le estaban pasando, y sobre todo por haber podido hablar con Henry y entenderle, él la quería, ella solo tenía que procurar no darle motivos para que dudara de ella, solo eso. Estaba dispuesta a hacer todo lo necesario porque esa relación funcionara, no iba a renunciar a ella, y para eso debía ignorar todo lo que gente como Félix dijera u opinara sobre ellos.Escuchó que llamaban al timbre de la casa y le sorprendió, no estaba acostumbrada a que llamaran. Desde que vivía allí, Henry nunca había tenido una visita, los únicos que habían llegado allí por sorpresa habían sido sus padres. Se puso una bata y bajó las escaleras hasta encontrarse junto al contestador con vídeo que se encontraba en el salón. En el vídeo se podía ver a un hombre con una gorra, no podía verle bien la cara, se preg
El perfil era impresionante. Sus pómulos tenían una forma perfecta. Estudió cada parte de su rostro como si fuera una obra de arte, hasta su rostro arrugado era atractivo.―No me estás haciendo caso ¿verdad?Cuando Henry se volteó para mirarla, Emma se recompuso. Se había quedado admirándolo completamente distraída mientras él se preocupaba por ella. Estaban sentados en las sillas junto a la piscina. Sus tumbonas estaban juntas y, aun así, ella se había sentado de lado para tenerlo de frente.Henry frunció el ceño confuso al descubrir que sí ella se había distraído y no había escuchado nada de lo que había estado comentando. Emma se aclaró la garganta y fijó su mirada en el iPad que llevaba él en las manos.―¿Decías que tienes cámaras dentro y fuera del patio? ―ahora que lo repetía, se daba cuenta de lo que eso implicaba. Viajó la mirada por los alrededores, en las zonas en las que posiblemente se ocultarían las cámaras. ―Madre mía, ¿eso quiere decir que no puedo estar tranquila aquí