Emma regresó a su oficina donde había dejado a Mario esperándola. Intentó poner buena cara mientras se acercaba a tomar de nuevo el asiento detrás de su escritorio.―¿Por dónde íbamos? ―preguntó mirando los documentos que tenían sobre la mesa.―La estaba mostrando el balance de los…―Mario se detuvo un rato mientras se fijaba en ella―¿se encuentra bien? ―Emma lo miró.―¿Yo? Sí…claro, ¿por qué? ¿Me veo mal?―Oh, no, en absoluto. Es que parece que…―Mario, estoy bien, de veras. sigamos, por favor.―De acuerdo. Lo siento.El chico comenzó a hablarle, pero en seguida a su mente le regresaron las palabras que le había dicho Félix, quería ignorarlas, pero no lo conseguía, la estaban generando dudas y sentía que iba a explotar si no obtenía respuestas.―Mario. ―lo llamó y éste se detuvo para prestarla atención.―¿Sí? ―notó que ella estaba jugueteando con el bolígrafo sobre la mesa como si estuviese nerviosa, ¿le había mentido cuando le dijo que estaba bien? Ella tardó unos segundos antes de
Se habían sentado en una de las mesas de la terraza de uno de los restaurantes que había junto al puerto de Londres, estaba lloviznando y el clima era un poco más frío. Un camero joven les había servido el desayuno; huevos, tostadas, zumo de frutas… Ella comía mientras él la observaba, la verdad es que le encantaba hacerlo, era la mujer más hermosa y sencilla que había conocido, lo cierto era que le gustaba mucho, pero su obsesión por querer saberlo todo le superaba, detestaba ser sorprendido y prefería ir un paso por delante. Quería estar seguro de que sus sentimientos no lo estaban cegando, y que podía confiar ciegamente en la mujer que tenía delante.―¿Por qué me miras así? ―preguntó Emma con una sonrisa en los labios.―¿Es que no puedo apreciar la belleza de mi hermosa esposa? ―le sonrió y ella se ruborizó.―Técnicamente no soy tu esposa ¿recuerdas?Henry se aclaró la garganta, acababa de recordar que no le había contado que estaban atados el uno al otro por el lazo del matrimonio
―¿Lo has visto? No la deja sola en ningún momento.―¿Cuál es el plan entonces? ―preguntó Damián con la mano todavía en el volante.―¿Tú qué crees? En algún momento tendrá que dejarla sola.―Ya lo hizo, la dejó en la casa y no hay manera de que crucemos ese patio, está muy asegurado.―Déjame pensar, se me ocurrirá algo, esa zorra tiene que pagarnos por todo.Damián, y quien fuera el guardaespaldas de Emma, estaban fuera de la casa, habían aparcado el coche a una discreta distancia del lugar. Después de la escapada de la chica, Félix y su padre la tomaron contra ellos, tanto así que los despidieron, perdiendo de esa forma sus trabajos, y hasta entonces no habían conseguido nada mejor, aunque tampoco es que estuvieran por la labor, estaban resentidos y querían que ella pagara por haberlo avergonzado de aquella manera y haberles hecho perder sus trabajos.En la mañana se habían quedado fuera de la compañía para verla llegar, estaban al tanto de que había asumido el puesto de su difunto pa
Henry había regresado a la compañía, Emma se levantó de la cama y tomó los bombones que le había traído, abrió el envoltorio y comenzó a comerlos, estaba feliz, muy feliz por todas las cosas buenas que le estaban pasando, y sobre todo por haber podido hablar con Henry y entenderle, él la quería, ella solo tenía que procurar no darle motivos para que dudara de ella, solo eso. Estaba dispuesta a hacer todo lo necesario porque esa relación funcionara, no iba a renunciar a ella, y para eso debía ignorar todo lo que gente como Félix dijera u opinara sobre ellos.Escuchó que llamaban al timbre de la casa y le sorprendió, no estaba acostumbrada a que llamaran. Desde que vivía allí, Henry nunca había tenido una visita, los únicos que habían llegado allí por sorpresa habían sido sus padres. Se puso una bata y bajó las escaleras hasta encontrarse junto al contestador con vídeo que se encontraba en el salón. En el vídeo se podía ver a un hombre con una gorra, no podía verle bien la cara, se preg
El perfil era impresionante. Sus pómulos tenían una forma perfecta. Estudió cada parte de su rostro como si fuera una obra de arte, hasta su rostro arrugado era atractivo.―No me estás haciendo caso ¿verdad?Cuando Henry se volteó para mirarla, Emma se recompuso. Se había quedado admirándolo completamente distraída mientras él se preocupaba por ella. Estaban sentados en las sillas junto a la piscina. Sus tumbonas estaban juntas y, aun así, ella se había sentado de lado para tenerlo de frente.Henry frunció el ceño confuso al descubrir que sí ella se había distraído y no había escuchado nada de lo que había estado comentando. Emma se aclaró la garganta y fijó su mirada en el iPad que llevaba él en las manos.―¿Decías que tienes cámaras dentro y fuera del patio? ―ahora que lo repetía, se daba cuenta de lo que eso implicaba. Viajó la mirada por los alrededores, en las zonas en las que posiblemente se ocultarían las cámaras. ―Madre mía, ¿eso quiere decir que no puedo estar tranquila aquí
Henry se encontraba en la sala de las presentaciones, la verdad es que no podía prestar la suficiente atención que se requería, parecía estar alucinado. El hombre de quien se había enamorado su esposa en el pasado estaba realizando una presentación sobre la publicidad de los productos de su empresa, ¿cómo había pasado aquello? ¿de verdad era real? Observó a Félix, parecía un pez en el agua, todo tranquilo y entusiasmado, de vez en cuando se giraba a verle con una odiosa sonrisa en su rostro, ¿es que había sido plan suyo aquel montaje? Obvio que sí, ¿o de qué otra manera podría estar aquel tipo en su empresa entre tantas las que había en el mundo?“¿Qué iba a hacer yo con tu móvil?” Se acordó de las palabras de Félix cuando Emma insinuó que él tenía su móvil. ¿Será desgraciado? De esa manera logró acceder a sus mensajes y ponerse en contacto con él, a eso venía su sonrisa desagradable y su actitud tranquila, lo tenía todo preparado y había logrado pillarlo desprevenido. La ira empezaba
Henry le había dado tiempo a Emma para que pudiera pensar y tuviera claro lo que quería, parecía insegura y no quería que contestara penando en lo que querría él. Le había hecho ver que no pasaba nada, que todo estaba bien, cuando en el fondo no era así, no le había gustado nada el hecho de que ella dudara de lo que quería, es decir, que no tuviera claro que lo quería a él. Iba a ser un día realmente largo, pensó.Emma se encontraba en su despacho, estaba realmente nerviosa, sabía que Féodal quería hablar con ella, había enviado a su secretaria a pedir que quería verla, pero no se lo había permitido, temía que al hacerlo Henry pensase que seguía sintiendo algo por él y lo malinterpretara todo.No podía mantenerse quieta y la razón era sencilla, los recuerdos con Féodal se hacían presente y ella se forzaba a sí misma a expulsarlos, intentaba pensar en los malos ratos que le hizo pasar, sin embargo, lo mejor de él se hacía presente una y otra vez, ¿qué tenía que hacer? Estaba segura de
Henry se despertó primero al amanecer, la chica seguía pegada a él. Se veía tranquila y estaba hermosa como siempre, era su parte favorita al despertarse, ¿por qué iba a perder aquello por un inoportuno percance? La quería y debía confiar en que ella siempre lo elegiría. ¿Qué le estaba pasando? La acarició el pelo, el brazo, tomó su mano con la suya y la besó. La chica se removió, parpadeó un par de veces y luego abrió los ojos, sonrió al verlo observarla.―Buenos días―saludó.―Buenos días, preciosa. ―ella se elevó para darle un beso rápido en los labios. Él le dedicó una sonrisa y le pegó aún más a él mientras soltaba un suspiro y le acariciaba la espalda. Emma lo abrazó fuerte, ella era todo lo que él necesitaba.―¿Nos preparamos para irnos juntos a la compañía? ―preguntó él mirando la hora en el reloj que había sobre la mesita.―Sobre eso, hoy no me iré a la empresa…al menos no por el resto de la semana. ―dijo sin mirarlo.Hubo silencio por un rato antes de que él hablara.―Quiero