Londres, U.K
23 de noviembre, 2020
Llego a la librería cuando mi reloj de pulsera marcaba las 8: 35 am; cinco minutos tarde no estaba tan mal para ser mi primer día.
La fachada por fuera era bonita y colonial, e incluso poseía una jardinera llena de flores en la única ventana que daba visibilidad al interior del local. Me asome con cuidado a ver si captaba algún movimiento dentro, pero todo parecía desierto al igual que la calle y cuando me acerque a la puerta, note algo extraño, la cerradura había sido forzada.
Inmediatamente todas mis alarmas se dispararon.
Entre cual gata sigilosa y deje mis cosas cerca de la entrada por si tenía que golpear a alguien y huir por mi vida; no tenía idea de cómo pelear, pero me valdría de cualquier cosa para ayudar al amigo de mi hermana. La librería por dentro era más grande de lo que imaginaba, había varias estanterías abarrotadas y el olor característico de los libros impregnaba el aire; incluso tenían un segundo piso que hacía las veces de terraza interna, alcance a ver unas cuantas mesas desde mi posición.
Avance con cuidado de no alertar a los bandidos con mis pasos y apeándome a una de las estanterías, recorrí el pasillo hasta el final donde una pared llena de más libros me recibió. Con la respiración acelerada y mi corazón latiendo muy deprisa, recorrí el nuevo pasillo frente a mí, hasta que me topé con una pequeña puerta entreabierta con un cartel que decía: “solo personal autorizado”
No debí entrar ahí dentro, pero cuando quise arrepentirme ya era muy tarde.
Se trataba de un deposito o algo parecido, habían estanterías más pequeñas y varias cajas apiladas en una esquina, pero lo que llamo mi atención fueron los quejidos amortiguados que escuche al final de un pasillo improvisado y poco iluminado. Me acerque aun sabiendo que era una pésima idea y cuando asome la cabeza vi una alta figura masculina que forcejeaba de espaldas con algo o alguien; un choque de adrenalina me hizo movilizarme y rápido busque algo con lo que poder defenderme, mis ojos captaron una escoba bastante cerca y como pude la tome y salí de mi escondite cual rambo en una emboscada.
― ¡Suelta a mi amigo, bandido! ―salte sobre la fornida espalda del atacante mientras intentaba golpearle con el palo de la escoba―. ¡Llévate lo que quieras, pero deja a Jayson en paz!
― ¡Ay, pero que te pasa! ―Gritó la voz del bandido y parecía más asustado que yo―. ¡No me golpees, por favor!
Pero mis nervios me nublaron la visión y solo pude seguir intentando liberar al amigo de mi hermana, tire la escoba a un lado porque no resulto de utilidad y use mis manos para golpear su espalda.
― ¡Déjalo, en paz! ¡No le hagas daño a Jayson! ―Gritaba fuera de mí mientras mi victima intentaba zafarse de mis brazos.
― ¡¿De qué hablas, mujer loca?! ―Exclamó y su voz denotó gran confusión, por lo que baje la guardia un segundo viendo todo a mí alrededor. No había nadie más aquí dentro que él y yo―. ¡Yo no soy ningún bandido! ¡Yo soy, Jayson!
Y cuando caí en cuenta de la situación, la cruda e inminente vergüenza se cernió sobre mí; el hombre al que había atacada dejo de forcejear y se quedó muy quieto, conmigo colgada de su espalda.
― ¿Tú no eres un delincuente? ―Cuestione con un hilo de voz; demasiado abochornada para mi propio bien, él negó con un movimiento de cabeza y sus ojos café me vieron por primera de vez de reojo―. Pero, la cerradura... la cerradura estaba rota ―tartamudee―. Yo pensé que se trataba de ladrones.
Jayson soltó una risita baja.
―Pero, ¿en qué mundo vives, mujer loca? ―dijo pacientemente y de buen humor―. ¿Cuándo has visto a un ladrón con un libro en la mano? ―preguntó retóricamente―. Si eso fuera una realidad, las librerías estarían vacías y las cárceles abarrotadas de gente culta ―me encogí de hombros y oculte mi rostro en su espalda―. Por cierto, es un gusto conocerte al fin, Charlotte.
****
Podrías dejar de mirarme de ese modo, ¿por favor?
― ¿Y cómo se supone que te estoy mirando? ―Cuestiona, conteniendo una sonrisa; la comisura de sus labios tiembla levemente.
―Como si estuviera loca ―digo al fin, evitando su mirada.
― ¿Y lo estás? ―Le mire de reojo; su cuerpo seguía apoyado de manera despreocupada sobre el mostrador principal de la tienda.
―Estoy comenzando a creer que si ―bufe entre dientes―. O al menos eso es lo que debes estar pensando de mí en estos momentos.
Acomode mejor la tira del bolso sobre mi hombro y me aferre a ella como si se tratara de un salvavidas.
― ¿Sabes? Me recuerdas mucho a tu hermana, Abigail ―respondió sin más descruzando sus brazos para moverse hasta quedar ubicado detrás de la caja registradora.
― ¿Por lo loca? ―cuestione insegura; en esa parte de las tres hermanas Cohen, era yo quien me llevaba la delantera, o al menos mi antigua yo.
―No. Lo digo por lo prejuiciosa ―sentencio―. Aby solía hacerse esas mismas ideas erróneas de todo a su alrededor lo que complicaba las cosas entre ella y las demás personas ―murmuro con aire pensativo, al tiempo que abría la caja para buscar algo―. ¿Sigue siendo igual?
―Es mucho peor ―respondí en medio de una sonrisa―. Ahora también es un tanto narcisista, pero no le digas que yo te lo dije ―le advierto señalándolo con mi dedo y él alza sus manos con algunos billetes en cada una.
―Soy una tumba. ¡Lo juro! ―Me guiño un ojo con complicidad y por alguna razón, ese gesto tuvo efecto en mí―. ¿En serio pensaste que habían entrado a robar?
―La cerradura estaba rota y no había ni una sola persona dentro. ¿Qué esperabas que pensara? Soy nueva en esta ciudad, no conozco los índices de delincuencia ―camine hacia el mostrador y me apoye quedando frente a frente con Jayson―. ¡Lo siento de veras! ―me disculpe una vez más achicando mis ojos de vergüenza―. Mi cabeza últimamente no funciona correctamente. Pero estoy trabajando en cambiar eso.
Negó con su cabeza, sonriendo a la par.
―A todos nos pasa alguna vez, Charlotte. No te preocupes ―concilio guardando de nuevo los billetes en la caja que de inmediato cerro―. Las últimas semanas he tenido que sacar tiempo de donde no tengo para atender este negocio porque la chica que estaba a cargo salió de permiso pre-natal ―explica con la voz un poco crispada―. Se suponía que una de mis vendedoras me ayudaría mientras encontraba a alguien para el puesto, pero se rompió una pierna dos días después de que Aby te recomendó para el puesto. A otra la corrí porque la descubrí robándose los libros de edición especial.
― ¿Lo ves? Si existen los ladrones de libro ―evidencie ante sus propias palabras.
Jayson blanqueo los ojos y continúo: ―Todo iba saliendo bien hasta que olvide que hoy me despachaban una nueva tanda de libros y casualmente, por las prisas al salir de casa olvide las llaves en el desayunador. Por eso tuve que forzar la cerradura.
―Eso tiene mucha más lógica que mi descabellada imaginación ―ambos compartimos un breve risa.
Por primera vez en meses estaba sonriendo con naturalidad; increíble.
―Pero, haciendo a un lado los gritos y golpes que me diste hace un rato. ¿En serio ibas a ponerte en riesgo por un completo desconocido?
Se apoyó con sus manos sobre el mostrador de madera pulida, quedando a mi altura. Sus ojos café brillaban de manera extraña; quizás era algo parecido a la emoción, no lo sé.
Mi corazón cambio el ritmo de sus latidos gracias a mis nervios.
―No eres por completo un desconocido, conoces a mi hermana ―él meneo su cabeza sopesando mi respuesta―. Además, ya te dije que mi cerebro no está funcionando bien por estos días ―repetí echándome un poco hacia atrás. Me daba miedo que por lo cerca que estábamos, él pudiera escuchar lo fuerte que latía mi corazón―. Mi sentido de supervivencia se ha extinguido por completo y lo digo en serio.
―Resultaste ser más loca que tu hermana, por lo que veo ―murmura y sale del mostrador viniendo hacia mí―. E igual de hermosa que ella ―me congelo en el acto ante el tono que emplea―. Debo suponer que si viniste hoy es porque piensas aceptar el trabajo de encargada. ¿No es así?
Lleve mis manos a un lugar seguro frente a mí y mire mis botas gamuzadas mientras pensaba que responderle.
Se supone que venía con la clara intención de declinar el ofrecimiento de empleo, pero después del bochornoso espectáculo que dramatice frente a Jayson, siento que rechazarlo sería una clara ofensa cuando él solo ha sido amable conmigo.
― ¿Charlotte? ―La voz de Jayson me obligo a levantar la cabeza y mirarlo; esta cruzado de brazos y parece demasiado ansioso por obtener una respuesta.
Mire nuevamente todo el lugar.
Las estanterías repletas de libros, el olor a papel nuevo, la pequeña terraza interna y estando aquí, ya no me pareció tan malo trabajar por un tiempo en este lugar; al menos podría leer uno que otro libro sin tener que pagar por ello.
―Debo decir que no tengo mucha experiencia en esto, pero suelo aprender rápido ―mi respuesta pareció agradarle a Jayson porque instantáneamente una sonrisa deslumbrante y entusiasta se dibujó en sus labios.
―Entonces tienes suerte de que yo sea un buen maestro.
Londres, U.K 29 de diciembre, 2020 Ha pasado más de un mes desde mi llegada a Londres y debo decir que las cosas no van tan mal como imagine. Tener un trabajo ha hecho grandes cosas por mi mente, manteniéndola siempre ocupada. No puedo decir que me he olvidado por completo de mi pasado, mucho menos de mis sentimientos, eso es algo que me ha resultado muy difícil y no basta con chasquear los dedos; sin embargo, he aprendido a sobrellevar mejor mi dolor, a sonreír de vez en cuando y a no asociar cualquier cosa de mi presente con Charlie. Mi nueva casa sigue pareciéndome ajena, aunque he intentado agregarle cosas que me hagan asociarla con mi antiguo hogar y parte de lo que alguna vez fui. No duermo ocho horas seguidas porque las pesadillas siguen atormentándome, pero al menos consigo descansar lo suficiente para mantenerme en pie por el día. Algo que debo agradecerle a mi hermana Aby, es el haberme encomendado con una persona tan comprensiva como Jayson Graham. Él ha sido un gran
Londres, U.K 30 de diciembre, 2020 ―Debo admitir que eres una chica bastante agradable, Charlotte. Apuro mi copa de vino y miro en otra dirección, cohibida por la forma en que Jayson me observa. ―Antes solía ser más divertida ―contesto sincera y me aparto uno de los rizos que se me ha metido en la cara―. Lamento que tengas que conocer esta versión tan pobre de mí. Admitir la realidad en voz alta no escoce, porque he aprendido a convivir con mi nueva versión por mucho tiempo; la depresión me convirtió en una mujer mediocre que espera muy poco de la vida. ―Desafortunadamente, el pasado es algo que no podemos borrar, pero la vida continua ―alza su copa de coñac a mi salud y bebe un poco. El restaurant al que hemos venido ya se ha quedado completamente vacío, siendo pasada la medianoche; hace rato que recogieron las mesas y solo ha quedado la nuestra gracias a que Jayson es socio del lugar. ―Es doloroso despertar cada día pensando en todas las posibilidades que ya nunca podrán ser
Londres, U.K 21 de Enero, 2021 ―Mamita, ¿te sientes bien? Alzo mis ojos grises del libro que tengo entre las manos al oír la voz cantarina de mi compañera de trabajo. ―Sí, estoy bien ―respondo no queriendo sonar descortés―. ¿Por qué lo preguntas? ― ¿Estas segura, mi reina? Porque esas ojeras que traes en el rostro no mienten ―me mira preocupada y tuerce la boca―. No te vez nada bien. Le dedico una media sonrisa algo ambigua y dejo a un lado mi libro, convencida de que ya no poder terminar con mi lectura de esta semana; cuando Martina comienza una plática es difícil hacerla callar. ―Gracias por preocuparte, pero en serio estoy bien ―trato de sonar lo más convincente posible, porque es improbable que yo puedo confiarle mis problemas a nadie. Han pasado más de quince días desde que Dafne me llamo y discutimos; ella estaba muy alterada, me dijo cosas muy feas y por más que trate de explicarle, se negó a escucharme. He intentado hablar con ella, pero se niega a tomarme las llamadas
Londres, U.K 30 de Octubre 2020 Veo sobre la cama el disfraz que Martina eligió para mí y pienso que tal vez sería buena idea reportarme como enferma mañana, pero ¿enferma de qué? Quizás sea mejor tirarme de un puente, o cortarme las venas antes que ponerme este horrible disfraz de colegiala caliente. ―Ni muerta pienso usar algo como esto ―salto de la cama y recojo todas las piezas que conforman este ridículo disfraz y los devuelvo a la bolsa donde vinieron―. Como pude creer que alguien como Martina escogería un disfraz decente para mí. Voy de vuelta al salón para seguir revisando tiendas en línea donde poder encontrar algo medianamente decente, aunque lo veo difícil una noche antes de Halloween. Reviso varios sitios, pero mi sentido de la decencia no tiene mucho que ver con las modas de la nueva generación. Continuo revisando en internet y distraída en la labor, olvido que no he cenado nada desde que llegue del trabajo. Son casi las once de noche. Dejo un lado mi computador y v
27 de Octubre 2020Ha pasado más de un mes desde mi llegada a Londres y debo decir que las cosas no van tan mal como pensé. Mi estado depresivo sigue acompañándome constantemente, pero al menos ya no lloro a cada momento. Tener un trabajo ha hecho grandes cosas por mi mente, manteniéndola siempre ocupada. No puedo decir que me he olvidado por completo de mi pasado, mucho menos de mis sentimientos, eso es algo que me ha resultado muy difícil y no desaparece con chasquear los dedos; sin embargo, he aprendido a sobrellevar mejor mi dolor, a sonreír de vez en cuando y a no asociar cualquier cosa de mi presente con Charlie.Mi nueva casa sigue pareciéndome ajena, aunque he intentado agregarle cosas que me hagan asociarla con mi hogar y parte de lo que alguna vez fui. No duermo ocho horas seguidas porque las pesadillas siguen atormentándome, pero al menos consigo descansar cuatro horas seguidas. Algo que debo agradecerle a mi hermana Aby, es el haberme encomendado con una persona tan compre
31 de Octubre 2020―No me queda duda que te tomaste muy en serio lo del disfraz. Tú cara es lo mejor del atuendo.Resoplo con hastió, alejándome del que se supone es mi puesto de trabajo habitual, hasta quedar en una esquina del sitio que hemos acondicionado para la ronda de lecturas de libros de terror y suspense por parte de los clientes que han venido a nuestra reunión de Halloween aquí en la librería. La luz no ilumina por completo esta parte de la tienda y quedo oculta por la silueta de un fantasma que cuelga de la pared.― ¿Por qué estás tan amargada esta noche? ―Jayson se apersona frente a mí y cruza sus brazos para aparentar que su pregunta es seria.―Porque soy Merlina Addams, ¿no lo ves? ―respondo cortante y él retrocede un paso, alzando sus manos al aire como si no se esperase una respuesta como esa.―De acuerdo ―bambolea su cabeza―. Si no quieres hablar, solo debes decirlo, Charlotte. No tienes que ser tan agresiva. No conmigo ―su voz denota una gran decepción y de inmedia
― ¡No puedo ser que esto me esté pasando a mí! ―Graznó con desesperación, Alisson mientras esperábamos a que la policía tomara alguna declaraciones de lo sucedido―. ¿Dónde se supone que voy a dormir esta noche? ―se cuestionó a sí misma y me miro desvalida con sus ojos azules exudando desconcierto―. Ni siquiera tengo dinero para pagar un taxi.La mire sin expresión alguna en mi rostro, porque me mente no terminaba de asimilar lo ocurrido. Un grupo de cuatro tipos enmascarados se habían encargo de cortar la electricidad antes de entrar a robar las pertenencias de los clientes que habían asistido a nuestra reunión. Fueron veinte largos minutos de tensión y sollozos ahogados mientras los asaltantes amedrentaban a cualquiera que se resistiera a entregar sus cosas de valor. Armados con navajas tomaron a Jayson como rehén y lo obligaron a entregarle todas las ganancias obtenidas con el evento, su ordenador portátil y su celular. Por fortuna nadie salió herido, pero sí muy conmocionados con l
Brisbane, Australia. 10 de Abril 2019 No era mi primer viaje en carretera, pero viajar por casi diez horas en auto dejaba mi culo bastante plano y mi espalda adolorida; tal como había previsto Dafne, llegue a Brisbane a las nueve de la noche, pero a pesar de eso la ciudad bullía de actividad por doquier. Dispuesta para la ocasión y con mis labios pintados de rojo para resaltar los rizos de mi melena rubia y mis ojos grises, subí al ascensor que me llevaría hasta el octavo piso donde quedaba el apartamento de mi prometido; me sacudí el sudor de las manos y con la felicidad desbordándose por cada poro de mi cuerpo, toque el timbre y espere. ― ¿Puedo ayudarte en algo? ―Cuestiono una mujer al abrir la puerta del apartamento; era una morena muy hermosa. La sonrisa en su rostro y sus labios hinchados me hicieron suponer que había sido besada con mucha pasión minutos antes de abrirme; y como si eso no fuera suficiente, su cuerpo estaba cubierto solamente con una camisa de homb